Vuelta a la calma

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Aitana

Octubre 2018

Estaba viviendo una época de cambios, llevaba meses viviendo cosas nuevas e increíbles para mí y ahora se añadía a la lista una ciudad nueva: Madrid. En realidad ya llevaba tiempo pasando varias noches aquí, en hoteles o en casa de Ana, pero por fin tenía mi casa, un apartamento para mí sola, un hogar. En un año había vivido 3 meses dentro de una academia, conocido a los que ahora eran mis hermanos, me había ido de gira con ellos por todo el país, había roto con mi novio de toda la vida, había sacado un single que fue disco de oro en dos semanas, platino en tres y récord de semanas seguidas en número uno de la lista. Pero seguía siendo la misma chica insegura con flequillo que canturreaba cualquier canción de la radio en la ducha.

Ahora tenía unas semanas de tranquilidad, "Teléfono" ya no necesitaba promoción y el disco estaba ya casi terminado. "La tinta de mis ojos" se lanzaría en unos días pero no tenía ninguna intención de darle promo, era simplemente algo que me apetecía sacar y que viese el mundo para entenderme mejor. O simplemente como muestra de superación de ciertos miedos e inseguridades. Por fin iba a poder disfrutar de la calma, de mi casa, netflix y quedar con amigos. Sin embargo, en Madrid mi único círculo de amigos era el de mis compañeros de Operación Triunfo; Ricky, Ana, Mimi y Miriam. Sobre todo Ana y Miriam. Ellos tampoco eran madrileños por lo que estábamos todos en una situación parecida y además yo necesitaba aferrarme a todo lo que me uniera a la experiencia que había cambiado mi vida. En cambio, también tenía ganas de conocer a gente normal, gente que no me tratara como famosa, gente de Madrid, hacer nuevos amigos, crear una vida allí como la que ya tenía en Barcelona. A fin de cuentas si todo iba bien podía quedarme muchos años viviendo en aquella ciudad.

Un portazo me sacó de mis pensamientos y pensé "madre mía con la señora mayor, qué fuerza mantiene con los años". Luego caí en que había tres viviendas en aquel sexto piso de una calle bastante céntrica de Madrid. Impulsada por la curiosidad y por los veinte minutos tarde que ya llegaba a donde había quedado con Miriam y Ana me levanté y me dirigí hacia el pasillo mientras peinaba mi flequillo.

-Hola – me dijo escueto un chico alto, fuerte y que me sonaba muchísimo.

-Hola, soy Aitana, la nueva vecina – contesté.

-Lo sé – dijo manteniendo un tono cordial pero serio.

¿Lo sabía? O sea que me conocía. Algo de rabia me invadió, quería poder empezar a relacionarme con la gente desde cero, sin que supieran quién era, sin juzgarme desde el principio por ser famosa. Lo curioso es que a mí también me parecía conocerle. Caí.

-Oye, por casualidad, ¿te presentaste al casting de OT? Es que me suenas muchísimo y creo recordar que es de eso – me lancé.

-Sí pero no tuve tanta suerte como tú – sonrió para que no sonara borde, aunque a mí no me lo había parecido en ningún momento – enhorabuena por todo lo que has conseguido, tienes una voz muy bonita – musitó.

-Ay, jo, pues muchas gracias, tú también la tienes, por lo que recuerdo – contesté con vergüenza y sinceridad.

-Y bienvenida al vecindario – volvió a sonreír, parecía que no le gustaba demasiado pero a mí me transmitía muchísima ternura – creo que ya conociste a Rosa, nos ha tocado la lotería con ella como vecina.

-Sí, me pareció una señora majísima

-Lo es – llegamos a la planta baja y desalojamos el ascensor.

-Buenos pues encantada otra vez, ¿Cepeda era? – lo era, me acordé nada más caer en quién era el chico que tenía delante.

-Sí, Luis o Cepeda

-Hasta la próxima, Luis o Cepeda – bromeé y me arrepentí al momento.

-Hasta cuando quieras Aitana – sonrió para no dejarme mal.

Me resultó un chico agradable, reservado pero agradable, tranquilo, quizás era un signo de la evidente diferencia de edad que teníamos, él tendría unos ¿25?, yo tenía 19. Entró en la boca de metro que teníamos junto al portal, yo había quedado en una cafetería muy cercana por lo que opté por caminar.

-Ella, impuntual – gritó Miriam marcando la elle más de lo normal.

-Ay, jo, perdón es que me he liado

-¿Con quién amor? – bromeó Ana.

-Con la plancha, porque otra cosa... – seguí la broma

-Si quisieses podrías que pretendientes no te faltan y uno ya sabes quién es – Miriam sacó el tema de Jaime, compañero nuestro de OT que según ellas estaba pilladísimo de mí. Y siendo honesta a mí también me había dado esa sensación dentro de la academia y fuera en la gira lo pude confirmar. Pero es que a mí por muy guapo y simpático que fuera no me atraía de esa forma, aunque como amigo lo quería un montón, como a todos.

-Ya bueno pero que no, que además yo estoy muy bien sola

-Hola, mira qué bien me va sola – Ana se autopromocionó.

-Exactamente – zanjé el asunto.

Fue una tarde de confesiones, alguna que otra foto con fans y muchas risas. Volví a casa con cierta sensación de calma, por fin volvía a tener ratos libres, por fin podía irme a casa a una hora prudente y sin tener que madrugar al día siguiente, sin tener que dormir en un hotel, por fin recuperaba algo de mi vida anterior. Llegué al sexto piso de aquel edificio sin balcones y escuché una guitarra. Recordé que Cepeda llevaba una en el casting y me entró curiosidad por descubrir lo que tocaba. No entré en casa. Me quedé un rato escuchando los acordes de Say you won't let go de James Arthur cantada por una voz que me transportaba a emociones raras pero bonitas, me gustaba. Su voz. Y él tampoco estaba mal, para qué mentirnos. 

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