#1 terror parte 3

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Desde ese instante; Goku fue en busca de cada guerrero z esperando que recordarán algo acerca de Gohan, pero todos decían lo mismo, no sabían quien era tal sujeto.
El sayajin de cabello alborotado al ver como nadie lograba recordarlo comenzó a perder las esperanzas de hallar a su hijo con vida después de aquel enrolló, más eso nunca lo obligó a olvidar quien era, ni los recuerdos que ambos habían formado juntos.
—Goku, la comida está lista —aviso milk desde la cocina, empezando a colocar cada platillo en el comedor— baja de una vez.
Al escucharla; el patriarca de los Son bajo de su habitación hasta llegar al comedor con su típico rostro sin emoción que hasta hace poco había adquirido por los sucesos recientes; a su vez, Goten también había llegado con ambos azabaches, comenzando a degustar su comida.
El mestizo comía de la misma forma tan desesperada de siempre, milk por otra parte comía de manera delicada y sofisticada como era su costumbre, sin embargo Goku no tocaba ninguno de sus alimentos.
—goku ¿Sucede algo? —pregunto milk.
—milk, voy a salir a entrenar —Salió de su hogar, seguido por ambos azabaches—; hoy no tengo hambre, haci que si quieres puedes comer mi comida, Goten.
Dicho eso; emprendió vuelo alejándose de aquel lugar, comenzando a elevarse mas y mas andando sin rumbo fijo alguno; sin darse cuenta, el pelinegro había llegado a un pequeño lago con una gran variedad de plantas y flores; sin dudarlo este recordó que era el mismo lugar donde llevo a Gohan a pescar antes de los juegos de cell.
En la mente del sayajin, no pudieron evitar soltarse una serie de grandes y bellos recuerdos que tuvo a lado de su hijo y que por siempre atesoraria, ese lugar era ahora muy significativo para el.
Era «Su único tesoro» y nunca permitiría que algo malo le pasase, bajo ese estado tan melancólico, no noto que era observado por alguien en particular, que desde hace poco había comenzado a seguirlo y a vigilarlo sin que esté lo sospechará.
—vaya... Estas hecho un desastre —Salio de aquel bosque, mostrando a un Vegeta con los brazos cruzados, mirándolo fijamente—... Kakarotto, ¿Acaso ya te rendiste?
El azabache solo quedo estático al escucharlo, su mente no lograba entender lo que esté trataba de decir.
—Aun podremos encontrar a Gohan —Solto, al ver como no lograba entenderlo—. Así que no pierdas las esperanzas.
—¡¿Qué?! —grito Goku conmocionado— ¿Acaso tú lo recuerdas? ¿No es una broma de mal gusto?
—Ja —Río breve el peliflama, comenzando a acercarse a su rival— No soy tan idiota para dejar que alguien me borré la memoria como al resto.
—¿Tienes algún plan? —pregunto Goku, esperando de manera detenida su respuesta.
—si me conocieras bien, sabrías que si — Sonrió orgulloso, dejando a Goku aún mas sorprendido—. Hay que ir con los supremos kaiosamas.
El patriarca de los Son sin cerciorarse que lo observaban, tomó el hombro de vegeta, para teletransportarse al planeta supremo, aterrizando justo a unos cuantos centímetros de aquellas deidades.
Estos al verlos; intentaron predecir la razón de su visita, más antes de poder saberlo, vegeta les comenzó a contar toda la historia con algunas breves pausas para hacer que asimilarán la información; no obstante, al terminar su relato, ambos supremos no lograron encontrar alguna forma para poder ayudarlos.
—¿Cómo que no nos puede ayudar anciano? —cuestiono histérico el pelipalmera— se supone que tú sabes mucho ¿No?
—Asi es, pero no existe forma alguna para ayudar a tu hijo y salir vivo.
— No me importa si salgo vivo de ahí o no, solo quiero a mi hijo de vuelta— declaró Goku, arrodillándose ante el antepasado de los supremos— Por favor
—Hace mucho tiempo; existió un objeto en este universo, que era capaz de reunir a cualquier persona con la que desease el corazón. No importaba donde estuviera o el estado en el que ambos estuvieran podrían reunirlos —expuso el antepasado de hace quince generaciones a los sayajines— Sin embargo; ese artefacto fue prohibido para cualquier mortal que tuviera malas acciones.
—No entiendo ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? —pregunto el sayajin de cabellera alborotada— nosotros no hemos hecho nada para involucrarnos en eso, además ¿Qué tiene que ver eso con Gohan?
—De hecho, tiene que ver mucho con ustedes —Camino shin hacia los sayajines— La única forma de traer a Gohan a el mundo de los mortales es por medio de ese artefacto.
—¿Y dónde está ese objeto? —pregunto vegeta apunto de perder la paciencia.
—No lo se —respondieron en unísono ambas deidades.
Al escucharlos ambos pelinegros comenzaron a creer que nada de lo que decían tenía sentido, además que no los ayudaría en lo más mínimo en el rescate del mestizo.
Goku fue el primero en comenzar a impacientarse, al ver la apatía que tenian los dos dioses con tal situación; sabía que los dioses no tenían que perjudicar sus vidas o las de todo el universo para salvar la de un mortal, más también sabía que su hijo había protegido a la tierra y a tales dioses, que no le parecía justo tal trato.
Por otro lado; vegeta se hayaba estático y a su vez apático, no le interesaba mucho la vida del hijo de su mayor rival, sin embargo sabía que este estaba en deuda con el mestizo desde hace mucho tiempo por proteger su vida y está era una oportunidad única, para por fin pagarla.
—Vegeta solo estamos perdiendo el tiempo —confeso Goku, tomando el brazo de su compañero para teletransportarse de nuevo hacia la tierra.
Shin al verlo; quitó su agarre del peliflama, para después tomar a Goku y a vegeta de sus ropas y teletransportarse, evitando que estos hablarán o se negaran.
Aquel trio poco a poco comenzó a aparecer en un bosque, donde no podrían apreciar nada más ni nada menos que suciedad y malos olores, que sobrepasaban la repugnancia por mucho.
—¿Qué es este lugar? —pregunto el pelipalmera tapándose con su palma izquierda la nariz, evitando haci que el olor llegará a su nariz— ¿Por qué nos trajiste a un lugar así?
—Esta es la dimensión kimeru —dijo Shin soltando las ropas de ambos sayajines para comenzar a observar los alrededores— este es el hogar de cada sueño y esperanza rota en el universo.
—¿Qué? —replicó vegeta, tapándose la nariz igual que su rival— No entiendo nada de lo que pasa aquí.
—hace muchos milenios de años atrás, cuando la vida había comenzado a formarse en los pequeños planetas y estrellas... La vida era muy tranquila en ese tiempo; más en aquellos días solo existía una regla, no podías estar triste —Camino el supremo kaiosama— antes las cosas más insignificantes eran muy importantes... Las personas que no podían hacer, ser o lograr lo que ellos querían, se convertían en una gran masa llena de energía maligna.
Vegeta y Goku habían conseguido resistir al hedor de tal lugar, para después dejar que la deidad continuará con su relato.
—Por supuesto; los dioses no podían permitir que tales efectos avanzarán, así que crearon este lugar —expuso Shin— en este lugar caen todas las energías negativas de cada ser vivo.
Más esa información no les parecía necesaria o importante para ambos pelinegros, quienes solo intentaban no caer llenos de aburrimiento por escuchar cosas sin sentido e importancia.
Tal deidad solo suspiro al ver los rostros de sus acompañantes llenos de aburrimiento y apatía, fue así que empezó a buscar en aquel lugar un pequeño árbol con un lazo rojo amarrado a alguna de sus ramas, el cual fue hayado rápidamente.
Al hallarlo, este jalo el pequeño hilo rojo rubí con bastante delicadeza, para regresar con ambos pelinegros quienes solo lo miraban ahora atónitos y confundidos.
—toma Goku —dijo shin para colocarlo en la muñeca derecha de este, quien solo lo miraba confundido— esto permitirá crear un vínculo máximo de cinco minutos para ver a el creador de el objeto que te mencioné... Tal vez el te ayude.
Goku no pudo evitar alegrarse al ver como aún existía una pequeña posibilidad de traer o despedirse de su primer hijo, acto que hizo que el supremo kaiosama sonriera, para volverse a teletransportar al planeta supremo.
Bajo tal esperanza que se encontraba sumido el sayajin, comenzó a preguntar cómo hacer funcionar el pequeño lazo y pedir la ayuda que tanto anhelaba.
Ambos supremos solo se limitaron a explicarle que tenía que meditar profundamente, para después conectar cuerpo y alma y formar uno solo, sin olvidar la verdadera razón del porque hacia todo esto; mientras que vegeta se quedaría observándole hasta terminar todo su labor.
El pelipalmera dejando aun lado a todos ellos, comenzó a alejarse un poco hasta llegar a una zona donde no creía ser molestado; para después, sentarse en posición de flor de loto (piernas cruzadas) y comenzar a meditar, creando un gran silencio en los alrededores.
Al principio; no logró ningún resultado positivo, que le ayudará a saber qué tan lejos tenía que continuar meditando; no obstante después de largas horas, consiguió empezo a deteriorar el muro entre los mortales y los muertos.
Más tarde; este logro notar que había comenzado a anochecer, pensando en la posibilidad de que la familia de vegeta y la suya se preocupen, pero este solo optó por un último intento.
En aquel intento; el azabache comenzó a pensar cada momento que tenía y había creado con su hijo, a su vez de la forma tan despiadada y malévola que tuvieron para hacer desaparecer cada momento de la memoria de todos sus amigos y familia.
Tan fuerte fue ese sentimiento, que aquel lazo rojo comenzó a brillar bajo un color carmesí, haciendo notar que este había conseguido entrar y superar la brecha de los muertos.
—Hola sayajin —exclamó un voz profunda y grave en aquel momento, haciendo que este dejase de meditar para entrar en su típica postura de combate.
Ese lugar era demasiado depresivo para el joven azabache; era una pequeña habitación pintada de blanco más estás se encontraban llena de sangre seca por todas partes; los muebles estaban demasiado oscuros y apunto de colapsar; en ese lugar no había ni una pequeña parte de luz que logrará alcanzar el lugar, la única luz de ese lugar era de una lámpara que se encontraba frente a un escritorio lleno de papeles amarillentos y rasgados.
—¿Quién está ahí? —preguntó el pelinegro, mirando a todas partes sin encontrar nada— responde.
—Soy solo una persona... que dio todo por su familia, pero nunca le fue concedido en don de la alegría —sucumbio la voz, resonando en el todo el lugar—Nunca fui la mejor de mi familia, yo era la de en medio en una familia de cinco personas... Nadie nunca se tomó el tiempo de conocerme y como un completo desconocido preferí callarme y desaparecer de su vista, alejándome de ellos.
Al responder no pudo evitar mostrar su pequeña silueta oscura, que lograba disfrazarse con la oscuridad del lugar; goku al lograr percibir el origen de la voz, dirigió su mirada a la pequeña silueta que no dejaba de hacerlo sentir inquieto.
—¿Podrias salir a la luz? —pregunto el pelinegro, intentando decifrar el rostro de tal voz.
Aquella sombra comenzó a acercarse más y más hacia donde se encontraba el sayajin puro; este después de mirar atento, noto a una mujer de cabellera rubia y bastante larga siendo ocultado con un pequeño velo del mismo color que su ropa, vestía un vestido azulado claro con algunas partes más oscuras que otras.
Su rostro era el que más lo había impactado. No le parecía terrorífico en lo absoluto.
Tal espectro tenía una piel demasiado blanquecina, muy parecida a la nieve de un hermoso y triste invierno; sus labios estaban muy oscurecidos a los que este estaba acostumbrado; y por último sus ojos eran color celeste, además de notar una gran profundidad en su vista.

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