Capítulo 11

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Una desconocida voz me despierta. Con cuidado, abro los ojos y me encuentro con la misma mujer a la que le di mi pasaje. La azafata.

- Cariño, el avión ya aterrizó.- me informa.

- Gracias.- murmuro mientras me reincorporo en el asiento.

Después de haber tratado de salir del avión si recibir ningún empujón de los demás pasajeros, recojo mi única y gran maleta y salgo al exterior. Busco con la mirada a mi tía, la cual debería de estar ya ahí. Taxis, guaguas, y miles de personas moviéndose de un lado a otro, dificultándome la vista.

Me abro paso entre toda la multitud, intentando llegar a la parada de taxis, donde mi padre me había dicho que estaría ella.

Una fila larga de taxis desocupados se extienden a lo largo de toda la acera. Por mucho que miro, no consigo encontrarla. No está aquí. Con ganas de salir de esté estresante lugar, me siento encima de mi maleta y espero...

Miro mi reloj de muñeca: tres y media del mediodía.

Vuelvo a mirarlo: cinco menos cuarto.

Miro otra vez: Seis en punto.

Otra vez: Siete menos diez.

Otras vez: Ocho de la noche.

Y otra vez: Nueve y cuarto.

- ¿Estás segura de qué no quieres que te lleve?- me pregunta por cuarta vez el taxista que ha estado todas estas horas mirándome.

Niego aunque en el fondo si quiero que me lleve en vez de estar esperando aquí. Pero, por mucho que quiera, no me sé la dirección del que será mi próximo hogar.

Los ojos se me quieren cerrar del sueño. Tengo la piel de gallina debido al frío que hay.

Maldita sea el día en que mi madre decidió echarme de casa.

Ahora mi madre estará cenando tranquilamente en compañía de mi padre, mientras se cuentan lo estresante que ha sido su día.... En cambio, aquí estoy yo, esperando por mi tía, la cual debería de haber llegado hace horas; muerta de sueño y frío.

Como si fuera un milagro, una voz me llama, llenándome de esperanzas.

- ¡Eva!- vuelven a llamarme.

Giro mi cabeza, buscando de donde proviene esa voz. A mi derecha, me encuentro a una mujer corriendo hacia a mí. Es ella. Por fin ha llegado.

- Se me había olvidado.- se disculpa cuando se acerca a mí.- Lo siento mucho.

Le miro disimuladamente al notarle diferente. Ha cogido mucho más peso desde la última vez que la vi, hace dos años. Tiene la cara descuidada, con arrugas y manchas. Definitivamente ha cambiado. Mucho.

- Ya hemos llegado.- dice mientras abre la puerta de su apartamento.

Después de haber salido de ese estresante lugar y de haberme despedido del taxista que insistía en llevarme, hicimos un camino de más de una hora en coche hasta llegar a un descuidado y poblado edificio.

Sara, mi tía, abre la puerta. Lo primero que se puede ver es un pequeño y desordenado salón. Recorro todo el apartamento, encontrándome con una pequeña y estrecha cocina, un baño diminuto y dos habitaciones; la mía y la suya.

- Instálate.- me dice mientras se aleja.

Coloco la maleta encima de la cama. Con lentitud empiezo a colocar cada cosa en su lugar: ropa en el ropero, zapatos en el suelo....

Casi hora después, me acuesto en la cama sin haber cenado. Sólo deseo dormir.

Todo el apartamento está en silencio, por lo que supongo que Sara ya se ha acostado.

Cierro los ojos y respiro fuertemente, tratando de calmarme...

Pitas de coches, gente hablando demasiado alto, más coches.... es lo único que puedo oír. Tapo mis oídos con cada lado de la almohada, pero es imposible, sigo oyéndolo.

Me levanto furiosa de la cama, y abro la pequeña ventana que está situado a un lado de la habitación. Miro por la ventana y lo único que se puede ver son coches, personas bebiendo sentadas en la acera....

- Sacadme de aquí, por favor- digo lo suficientemente bajo para que nadie me oiga.

Esto es peor de lo que esperaba...

Let me write my own novelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora