Capítulo 3

51 7 1
                                    

El silbato del profesor Lorenzo no para de sonar en toda la cancha.
- Castigada.- me dice.
Pues sí, le lancé el balón a Tris; el cual, calló en su linda cara. Lo único bueno de esto es que Tris dejó de reír enseguida para empezar a llorar. No me gusta que se burlen de mí.
- Fue un accidente.- le miento a Lorenzo. 
- Señorita, castigada. Hoy no sale hasta las 4.
No puede ser. A las cinco tengo que estar en el centro comercial. Debo llegar mucho antes.
- No, no. Fue un accidente. Hoy no me puede castigar.
- Una palabra más y se va a las cinco.- me interrumpe.
Mejor permanecer callada. Sí, tengo suerte... Lara me guardará puesto en la cola. No debo preocuparme, todo está planeado.
Media hora después de haberme disculpado con Tris, el profesor me mandó a ordenar el cuarto de material. Mientras que todos los demás estudiantes, salían enseguida del instituto. Sólo de imaginarme a Lara, corriendo como un loca, por la calle, me rio yo sola.
Una hora. El tiempo que tarde en ordenar todo el cuarto. Sinceramente, tarde mucho más de lo que me imaginaba. Todo estaba sucio e incluso me encontré alguna que otra araña. Odio las arañas.
- ¿Ha terminado, señorita? - me pregunta la limpiadora que, junto a las arañas, me hacen compañía en el gimnasio.
- Sí.
- Perfecto.- me dice.- Sígame.- llegamos al vestuario femenino.- Ayúdeme aquí.
- Perfecto.- dice sarcásticamente.
Nunca, nunca me castigan. Siempre soy la buena. Y justamente hoy que necesitaba salir antes, me tienen que castigar.
La limpiadora, llamada Laura, me guía a las duchas. Y me dice que debo girar el termo de cada una de las duchas para que no se gaste tanta agua caliente.
Vacilo por unos segundos. Soy baja, eso está claro, entonces... ¿cómo pretende la señora que llegue a la parte alta de las duchas?
Un salto, dos, tres... así consigo girar la mayoría de los termos. 10 termos en total, y tan sólo me falta uno. Salto, vuelvo a saltar y consigo girarlo.
- ¡Terminé!- le grito a la limpiadora que está en las taquillas.
- Debe comprobar que el agua salga caliente.
Suspiro. Que mala suerte tengo hoy. Primera ducha, segunda, tercera y así hasta la séptima. De todas estas sale agua fría. Afortunadamente sólo tengo las manos mojadas. Todas así, hasta que llego a la última. Confiada en que está bien, apretó el botón, acto seguido, un gran chorro de agua fría cae sobre mí, mojando toda mi ropa. ¿Qué ha pasado? Miro hacia el grifo, y lo veo girado. Oh dios, tengo todo el cuerpo helado. Salgo corriendo de la ducha, pero, para mi mala suerte, los zapatos me juegan un mala pasada. Caigo en todo el pasillo, el cual, también está mojado, debido a que la limpiadora los está limpiando.
- ¡Señorita!- grita la limpiadora al oír mi caída.
- Estoy bien.
Laura, la limpiadora, se acerca a mí y me ayuda a levantarme. Miro mi ropa... Oh dios!
- ¿Qué hora es?- le pregunto a la limpiadora.
- Las cuatro y cuarto, señorita.
¡¿Cómo?!¡ Llevo quince minutos aquí, pudiendo estar de camino al centro comercial!
- Ya se acabo mi castigo, tengo que irme.
- Es lo que le iba a decir antes de que cayera al suelo.- grita la limpiadora cuando me ve alejándome.- Adiós.
Salgo corriendo del gimnasio y llego a los pasillos, donde están las taquillas. Llego a la mía y cojo mi mochila. Casi suplicando encuentro en una de las estanterías una sudadera. La sudadera de mi hermano, de 18 años. Es su favorita y recuerdo que el un día me la dio porque tenía frío y desde entonces la guardo yo. Gracias Ramón, que haría yo sin tu sudadera. Me la pongo sin importar el calor que haya. No quiero salir con la ropa toda mojada. Cierro de un portazo la puerta de mi taquilla. De mi mochila empieza a sonar música. Salgo enseguida mi móvil. 5 llamadas perdidas de Lara. 8 llamadas perdidas de mamá. Lara me habrá llamado para saber dónde estoy, cosa que ya le explicaré más tarde. Pero mamá... enseguida la llamo y tras cinco segundos lo coge:
M: ¿Eva?
E: Sí, mamá. ¿Qué pasa?
M: Necesito que me hagas un gran favor. Tienes que ir enseguida a recoger la ropa de tu padre de la tintorería. Yo no puedo ir porque sigo en el trabajo y tú padre está de camino pero me llamo y me dijo que había una gran caravana y no iba a poder llegar.-lo dice muy rápido para que no la interrumpa.- Si no la recogemos antes de media hora no nos la devuelven. Por favor ve.
E: Pero mamá yo...
Colgó. Mi madre colgó. Este día no puede ir a peor. Miro el móvil. 16: 25. No puede ser. Salgo corriendo del instituto. Para ir al centro comercial debo ir por la derecha, y para ir a la tintorería debo ir por la izquierda. Corro, corro como si de eso dependiera mi vida. Dos, tres, cinco semáforos en rojo me han permitido darme un respiro. Dudo mucho que haya corrido tanto. Quisiera coger un taxi, pero no tengo tiempo de parar uno, sólo tengo que llegar lo más rápido que pueda. Mi móvil vuelve a sonar. Y lo cojo, pero sin dejar de correr.
E: diga?- mi voz suena entrecortada debido a que casi no tengo aliento.
L: Eva! Eva! - le voz de Lara casi no se oye debido a los gritos de fondo que se pueden apreciar.- ¿Dónde estás?
E: Estoy de camino pero voy a tardar.- no quiero contarle por teléfono todo lo que ha pasado.
L: Debes correr.- si supieras que estoy corriendo más que nunca.- Están a punto de marcharse.
Me equivoque ayer. Ellos no venían a las cinco. Se marchan a las 5. Llegaron hace más de una hora te estuve llamando pero no contestas. Tienes que venir rápido.- se oye un grito de su parte.- Ya me toca, ven rápido.- cuelga.
Así es, no iba a llegar a tiempo. Todas las esperanzas se me acabaron al ver la hora del reloj. 16:50. Llevo casi veinte minutos corriendo hacia la tintorería y sólo me queda diez minutos para recoger la ropa y ver a One Direction...


Let me write my own novelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora