BnHA ▶ B A K U H A T S U

p r o l o g u e

Existía una antigua leyenda, tan vieja que ahora sólo se mantenía de boca en boca como cuentos infantiles que le contaban a los niños antes de irse a dormir, vieja como el primer quirk existente; que decía que las personas que poseían un quirk exactamente igual, eran almas gemelas.

Curioso, ¿no?

El principio básico de un quirk es que era una peculiaridad única, que nadie más tenía en el mundo. Podían existir dos personas que tuvieran, por ejemplo, piroquinesia, pero dentro de la definición del poder, ambos eran totalmente distintos: existían llamas azules, negras, rojas, más fieras, más calientes. La posibilidad de que dos quirks fueran exactamente iguales era de uno en trillones.

Imagínenlo. De todos los quirks del mundo, de todos los tiempos del mundo, la posibilidad de que coincidieran dos personas en la misma época, en el mismo lugar, con la misma peculiaridad, era casi imposible. Un milagro.

Eso era lo que pensaba Kyūzō Sakuretsu mientras veía el festival deportivo: que era una posibilidad demasiado imposible, una casualidad muy jodida, el que Bakugō Katsuki estuviera causando explosiones tan poderosas desde la palma de sus manos.

Igual que ella.

De eso habían pasado meses, y tras continuos ataques de la liga de villanos a la ua, se llegó a la decisión de que los estudiantes vivirían a los alrededores de las instalaciones. Había seis grandes edificios erigidos en la parte trasera de la escuela, rodeados de bosques que hasta cierto punto tenían un gran muro, justo como la parte frontal de la academia.

Los edificios de la 1 a la 3 A estaban en filas, y luego las clases B y C en columnas detrás de los edificios de las clases de héroes. Además, cada edificio residencial estaba dividido en el ala izquierda y el ala derecha, siendo que la izquierda era para hombres y la derecha para mujeres. Las residencias tenían cinco pisos, y las alas izquierda y derecha sólo se comunicaban a través del segundo y tercer piso.

Habían escaleras, pero todos preferían usar el ascensor.

Sakuretsu estaba feliz porque su habitación era la única que estaba ocupada en todo un pasillo. Estaba en el cuarto piso, y era la penúltima (habría estado más feliz todavía si le hubieran asignado la última, pero no le molestaba tener todo un piso para ella sola, después de todo). Las habitaciones eran enormes, lo suficientemente grandes para tener su propio baño privado, lo que significaba que no tendría que utilizar los baños de la planta baja. Y también había un balcón.

Soltó un silbido cuando abrió la puerta. Se tardaría un tiempo decorándola.

Estaban como a mitad de verano, y hacía calor. El cuarto tenía aire acondicionado, pero Kyūzō prefería aprovechar la luz diurna en su apogeo y además así estrenaría su balcón: abrió las ventanas y corrió las cortinas. Seguidamente, lo primero que sacó y conectó de una de las cajas esparcidas en el piso, fue un equipo de sonido, del cual conectó su celular y reprodujo su buena música, a un volumen casi ensordecedor.

Su nueva vida empezaba ahora.

Bakugō no tenía, en general, ningún mayor problema con ir a vivir en las residencias de la ua. Salvo por el hecho de que tendría que ver la estúpida cara de Izuku 24/7 y soportar a sus compañeras de clase gritonas y hormonales, y a los demás ineptos que rellenaban mesas en el salón.

Su habitación estaba en el cuarto piso, y era la penúltima. Le hubiera gustado más que fuera la última de ese pasillo, que estaba libre, y así habría una habitación de por medio entre él y el resto de extras de la clase 1-A. Pero tendría que bancársela con el imbécil de pelo pinchudo como vecino.

"Pudo haber sido peor" —le dijo una leve voz en el fondo de su mente— "pudo haber sido Deku, o el imbécil mitad-mitad."

No podía negarse ante esa lógica.

Al menos hasta que entró a su cuarto y decidió correr las cortinas y abrir las ventanas porque hacía calor. Entonces unas notas musicales estruendosas le llegaron a los oídos: en la habitación frente a la suya del edificio 2-A, había una persona. Una chica. Que bailaba a saltos como demente mientras tenía un juego de luces de navidad blancas y amarillas y las colgaba del techo y las paredes.

Definitivamente, los profesores habían fallado en sus cálculos perfectos de mantener hombres y mujeres alejados lo más posible en las residencias. Entendible. No podían controlar a cientos de adolescentes y pretender que siguieran las reglas.

Bueno... había una habitación libre justo al lado. Siempre podía, si la loca del otro edificio no se calmaba, cambiarse de cuarto disimuladamente y que le valiera mierda todo lo demás.

Chasqueó la lengua y cerró las ventanas de nuevo: no deseaba escuchar breaking benjamin taladrándole el hipotálamo justo ahora. Cerró las cortinas y encendió el aire acondicionado. Gracias a que había sido uno de los últimos en llegar, ya era bastante tarde, ni siquiera se molestaría en bajar a cenar con sus compañeros. Comenzó a desarmar cajas, moviendo todo estratégicamente para que quedara lo más organizado posible, y una vez notó que la luz del sol ya había desaparecido en el firmamento, decidió que se iría a dormir hasta el día siguiente.

A lo lejos podía seguir escuchando rock pesado resonar a través de los cristales.

💥

hola, yo otra vez.
hago la misma aclaración que había en el pasado: sé que he cambiado la posición de los edificios residenciales de la ua, pero fue por un bien mayor (?).
por otro lado: este fanfic es una edición del fanfic anterior, que tenía el mismo nombre. o algo así. el asunto es que accidentalmente borré el fanfic entero y tuve que publicarlo de nuevo desde 0.
además de eso, tendrá cambios en la narración de la historia, el largo de los capítulos y algunos sucesos que antes no estaban. en síntesis es como si fuera un fanfic totalmente nuevo. así que olviden el bakuhatsu anterior (?).
sin mucho más que decir, sólo les agradezco por seguir leyendo, y espero que disfruten más esta fic que su versión anterior.
los quiere, bennu.