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—Mierda, mierda, mierda... —Sakuretsu susurraba entre dientes, agazapada en la misma rama, tratando de observar por los costados del grueso tronco del árbol.

Todoroki seguía con la misma cara impasible. Parado, frente a Bakugō, que tenía la cara completamente deformada en una mueca de ira increíble. Explosiones podían verse en sus manos, y gruñía sonoramente como un auténtico animal. El humo se había disipado a medias, todavía entorpeciendo un poco la vista de Kyūzō que se vio en la necesidad de ponerse una mano sobre la boca y la nariz para no sufrir de un cáncer pulmonar provocado por el chico de sus sueños.

—Ya verás, ¡mitad-mitad de mierda! ¡Prepárate!

Otra explosión sonó mandando a volar varios árboles en el perímetro, quemando la flora cercana y ahogando a Sakuretsu una vez más. Pero esta vez el humo se disipó más fácil, gracias al hielo que salía en estacas de Todoroki, que pretendía mantener alejado a Bakugō con su quirk.

Lástima que Katsuki fuera tan insistente.

Había quedado atrapado en el hielo, pero gritó tan fuerte que Sakuretsu sintió su propia garganta doliendo, explotó nuevamente y trozos de hielo salieron volando a todos lados.

El árbol donde ella estaba se sacudió. Y estaba tan concentrada en la pelea que ignoró su infortunio: la rama empezó a crugir y a zarandearse hasta que se rompió.

— ¡Mierda! —Chilló. Se llevó otro par de ramas por el medio, y finalmente cayó despatarrada en el suelo, llamando la atención de los dos chicos de primer año.

—Pero qué... —Todoroki no terminó de hablar. Bakugō estaba casi encima de él, a duras penas tuvo tiempo de quitarse de un salto. La explosión hizo volar pedazos de tierra, troncos y plantas por todos lados.

— ¡Hijo de puta! —Sakuretsu también salió volando, y se golpeó contra un tronco cercano.

Pero Katsuki estaba demasiado concentrado en el hijo de Endeavor, queriendo matarlo con cada poro de su joven cuerpo. La pelirroja aprovechó la oportunidad, iba a irse de ahí corriendo como si el diablo quisiera llevársela al infierno, y nada se lo iba a impedir.

Nada, excepto las botas pesadas de Bakugō plantándose como un par de rocas frente a su cara.

Sakuretsu alzó la mirada. Sus ojos dorados se chocaron de frente con los ojos carmín de Bakugō, y fue como si dos trenes a toda velocidad colisionaran, llenos de pólvora, y la explosión fuera de niveles desproporcionados. El corazón de ella se saltó un latido.

—Por más que quiera matar al jodido mitad-mitad, las reglas del juego me impiden taggear a quien me taggeó. Así que lo lamento, senpai —el tono en su voz era bajo, ronco y burlón, como si desde siempre ya supiera que tenía ganada la batalla—; pero voy a matarte a ti también.

Katsuki acercó su mano y una explosión puso distancia entre ambos. Sakuretsu salía de entre el humo y el polvo, saltando hacia atrás lo más lejos que le era posible, limpiándose una mancha de la mejilla derecha.

— ¡Sigue soñando!

Él estaba, cuando menos, desconcertado. Lo había visto, cuando estuvo tan cerca que su mano casi la tocó: ella usaba una máscara, pero aún con eso era fácil reconocerla. Pelo rojo de fuego ardiente. Se retorció internamente de ira al darse cuenta de que era, nada más ni nada menos, que la maldita pelirroja del fanservice frente a su habitación. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Estaba demasiado ocupado queriendo dejarle el culo a cuadros a Todoroki.

Y su desconcierto fue todavía mayor cuando ella escapó casi completamente ilesa de su quirk. Como una maldita lechuga fresca. ¿Es que tenía poderes pirotécnicos?

BnHA ▶ B A K U H A T S UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora