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Y es cuando uno toca fondo que hace cosas que jamás habría hecho. Su mirada estaba puesta en la ventana y mis manos rodeaban la tasa de café.

-Siento haberte enviado ese mensaje tan temprano...- solté y me miró calmado –Yo...-

-No voy a dejarte solo así que no digas nada más- me interrumpe y sonrío de lado –Si hay algo de lo que quieras hablar, soy todo oídos- se ofrece y respiro profundo

-Dijiste que estoy enamorado de Koba- susurré y asintió –Somos amigos de la infancia...al comienzo fue solo un pequeño sentimiento, luego sentí que tal vez era algo más que gustar como amigo, pero pensé que tal vez estaba pensándolo demasiado y me concentré en achicar esa llama...-

-Pero el fuego no se apaga solo mojando la punta- me dice y asiento de acuerdo –A veces debes eliminar todo el oxígeno por completo- sonrió y rodé los ojos -¿Amistad antes que amor?-

Asentí.

-Es como una novela- analizó –Pero estás considerándolo ¿verdad?-

Mi mirada se levanta de golpe y solo se encoge de hombros.

-Volver a verle solo fue un recordatorio de cuánto me gusta- susurre –Y por eso ya no sé qué hacer-

-Te diría que puedes utilizarme- dijo y le miré ceñudo –Ya sabes, desahógate conmigo, usa mi cuerpo a tu antojo, para olvidarte de él-

-Deja de burlarte de mí- dije enfadándome y solo sonrió dejando el tema justo ahí –Gracias por haber venido...no creí que...-

-Dijiste que estabas en el hospital, creí que algo te había sucedido- contestó –Si quieres que me vaya solo dilo y lo haré, no tienes que esforzarte y mucho menos me debes nada-

-No quiero- solté sin mirarle pero sé que está sonriendo.

**

Pasó el día conmigo en el hospital, al principio no lo dejaron entrar a la sala de papá pero alrededor de las cuatro de la tarde lo transfirieron y lo insté a entrar al cuarto normal.

-Gaebriel Señor- dijo pasándole la mano

-Te recuerdo...de la joyería ¿no?- papá se acomodó en la cama y Gaebriel asintió quedándose de pie a mi lado

-Vino a hacerme compañía- expliqué y papá asintió sonriendo levemente, ya sé qué significa esa sonrisa, me relamí los labios y dejé que Gaebriel se sentara en el sofá.

Solo hoy estuvimos hablando de fijarme en alguien más, y ahora aparece aquí un chico completamente desconocido, alto, con el cabello lleno de bucles y los ojos marrones, tremendamente atractivo y buena persona, y sé que papá está considerándolo.

-¿Koba y Marcom no vinieron?- preguntó y maldije por lo bajo

-Marcom se dio una vuelta en su horario de almuerzo, Koba...- tragué despacio –En realidad no he contestado sus mensajes- admití y Gaebriel me miró ceñudo –No quiero hablar con él, es todo-

No dijeron nada y solo rodé los ojos.

-Bien, ambos saben de mi penosa situación, no es necesario que se queden callados- les dije fastidiado mientras iba a sentarme al sofá también.

-¿Eres gay Gaebriel?- preguntó papá y le miré sorprendido -¿Qué? No es como si tuviera que ser un secreto- me dijo encogido de hombros y negué mirando al que estaba a mi lado

-Lo soy señor, salí del closet a los siete- comentó y le miré interesado –Papá comenzó a llevarme a la práctica de futbol y un día llegué y le dije que me gustaba un compañero y nada...- nos contó –Me compró flores para llevárselas al día siguiente- sonrió y yo hice lo mismo –Me gané un buen golpe pero fue lindo mientras duró...-analizó y solté una risita divertida.

ALGÚN DIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora