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Me retorcí en la cama y me hice un ovillo bajo el edredón con un leve temblor en todo mi cuerpo. La fiebre está a punto de llevarme al otro mundo.

-Ven...- su voz suena suavemente y dejo que me mueva hacia un lado. Ni siquiera puedo abrir los ojos. Siento algo frío pasar por lo largo de mi brazo y quedarse un momento en mi cuello, luego pasa al otro lado y vuelve a ir por mi otro brazo.

-Frio- digo con los labios secos y vuelvo a dormirme aun sintiendo la tela sobre mi piel.

Cuando vuelvo a despertar todo se siente mejor, la fiebre ha disminuido al punto de que ya casi ni la siento, tengo apetito y sed.

Me incorporo levemente y veo los rulos de Gaebriel sobre el borde del colchón. Está dormido sobre sus brazos y la otra parte de su cuerpo en el suelo. Un recipiente con resto de agua está a su lado también y un pequeño trapo verde.

-¿Gaebriel?- le llamo pero no se despierta –Hey...despierta...- digo sentándome –Por lo menos sube a la cama- le digo y suspiro con cansancio.

Según mi teléfono son pasadas las diez de la mañana. Salgo de la cama y busco una toalla, ropa limpia y voy al baño.

Una ducha es todo lo que pide mi cuerpo en realidad. Agua caliente, jabón y shampoo.

-Me asustaste- dice alguien detrás y volteo con la esponja en mis manos -¿Por qué no me despertaste?- pregunta y le veo quitarse la ropa sin vergüenza alguna. Miro su torso despacio y trago saliva volteando de nuevo.

-Te veías cansado- es todo lo que digo haciendo más espuma en mis manos. Siento cómo entra detrás de mí y respiro profundo.

-¿Te sientes mejor? Creo que agua fría sería más conveniente...-

-¡No!- digo rápidamente y volteo –Yo...agua caliente, déjala...- le pido y me fijo en su cuello, con algunas gotas de agua -¿Puedo?- pregunto y sonríe

-Planeaba hacerlo yo- me dice y sonrío -¿Por qué estás tan rojo?- pregunta de pronto y levanta mi rostro para verme mejor

-El agua...caliente- digo y enarca una ceja –Perdón, aun no...me acostumbro a esto- admito y volteo dándole la espalda de nuevo –Que estés tan...-

-¿Cerca?- pregunta en mi oído -¿Pendiente?-

-Preocupado-

-¿Es extraño que te cuide?- pregunta confundido y asiento con el agua corriendo desde mi nuca al resto de mi cuerpo -¿Estamos saliendo verdad?- pregunta y trago saliva. Mi silencio se prolonga más de lo que puedo controlar y pronto siento sus manos abandonarme y volteo asustado.

-¿Qué haces?- le pregunto al verle tomar una toalla

-Es lo que yo quiero saber- contesta enfadado y le miro sin entender –Ha pasado un mes Dante, un maldito mes y...hemos hecho el amor, te he cuidado y...prácticamente te me declaraste aquel día- me dice y se lía la toalla a la cintura -¿Qué significa esto para ti?- pregunta y aprieto mis labios aun dentro de la bañera -¿Ves? ¿A qué le temes tanto? ¿O tiene que ver con la maldita invitación a la boda de tu amigo?-

Contengo el aliento de golpe.

La ha visto.

Lo mantuve en secreto y ahora él ya lo sabe y...

-¿Hurgaste entre mis cosas?- pregunto y me mira incrédulo, sonríe y sale del baño.

Cierro la ducha de golpe y me lío en una toalla también siguiéndole.

Papá sale de su cuarto y me ve cruzar hasta el mío pero ninguno dice nada.

-Gaebriel, necesito que me escuches- le digo poniéndole el seguro a la puerta -¿Por favor?-

-Mira, creí que esto funcionaría, en verdad lo creí, tenía fe en que...-

-¿Qué? ¿Qué olvidaría a mi primer amor y de toda la vida, en dos meses?- pregunto comenzando a fastidiarme -¡No tienes derecho a actuar como lo estás haciendo!- grito y me mira sorprendido –Estoy contigo maldición, te quiero a ti, dejo que...duermas en mi cama, que me beses y toques, dejo que entres en mi vida-

-¿Y todo para qué? ¿Para que me digas que no te acostumbras a mí?- repite mis palabras burlón

-¿Puedes detenerte?- pido –Estás armando una tormenta en un vaso de agua-

-¡No, no lo hago! Estás...- se detiene y suspira -¿Sigues enamorado de él?- pregunta

-No- suelto –Estoy enamorado de ti, de los huevos revueltos que me haces los sábados por la mañana, de la forma en que tratas a Bruno, de que lleves a papá al hospital, de tus cuidados, de ti- le digo de nuevo y me acerco –Estoy enamorado de ti pero no estoy acostumbrado a que esto que siento sea recíproco, a que me ames con la misma intensidad-

-¿Por qué diablos simplemente no te dejas querer?-

-Porque soy un cobarde- admito con dolor en mi pecho –No sé cómo actuar, no sé cómo hacerlo y lo siento...-

-¿Por qué no nos enfocamos en dar un paso por vez?- propone y niego con lágrimas en los ojos -¿No quieres...?-

-No quiero que pierdas el tiempo conmigo- susurro. Le veo tomar sus cosas sin decir una sola palabra y me hago a un lado cuando cruza. Abre la puerta y se va. Así de simple.

Sus pasos resuenan en las escaleras, partiendo un poco más mi corazón con cada uno de ellos. Sollozo al escuchar la puerta y voy hasta mi cama.

-¿Y todo esto para qué?- escucho y niego rogando que papá lo entienda y me deje solo –Mira, te lo he dicho una vez y no soy partidario de repetir las cosas, pero no voy a vivir para siempre Dan, estás dejando ir a un gran hombre y no estoy de acuerdo en que lo hagas-

-No es...-

-No me importa qué creas, vas a levantarte e ir detrás de él porque tú lo mereces tanto como él a ti-

Le miro sorprendido y asiento poniéndome de pie.

-Y no vuelvas sin él- me advierte y sonrío saliendo de mi cuarto tropezando con mis propios pies.

La calle está vacía pero sin pensarlo mucho corro hacia la esquina, al doblarla puedo verlo caminando tan tranquilo como siempre. Solo estoy agradecido de que su auto se haga descompuesto la semana pasada.

-¡Hey!- grito y se gira a mirarme al igual que otras personas. Voy hasta él y respiro agitado al detenerme –Incluso cuando he estado enamorado...nunca pensé en un futuro con esa persona- digo mirando el suelo –Soy como una roca ¿entiendes? Nunca creí que alguien como tú...pudiera fijarse en algo como yo...-

-No eres un algo-

-Solo...no quiero imaginar lo que viene luego de estar con alguien como tú- admito –Realmente te quiero, estoy completamente enamorado, y prometo no pedirte demasiado...un mes...seis...lo que quieras darme está bien...-

Solo escucho silencio de su parte y no puedo evitar llorar y mirarle a los ojos.

-¿Qué tengo que hacer para que me aceptes de nuevo?- pregunto con temor.

-Déjame estar a tu lado- pide y aprieto los ojos con un nudo en la garganta. Asiento despacio y levanto la mano atrayéndolo hasta mí y aferrándome a él. Una vez más. –Estamos en la calle ¿sabes?- susurra y sonrío

-No me importa-

-A mí tampoco- coincide y me aprieta más contra él

-Papá dijo que no volviera sin ti- le digo y se aleja sonriente

-Vayamos a otro lado entonces, si volvemos ahora posiblemente crea que soy demasiado fácil de conquistar- bromea y no puedo evitar reír mientras limpio mi rostro –La verdad es que estoy muy enamorado de ti-

-No quieras ocultar lo fácil que eres- le digo y rueda los ojos -¿A dónde quieres ir?- pregunto entrelazando nuestros dedos

-A mi casa- murmura y se inclina a besar mi frente antes de comenzar a andar –La verdad es que quiero hacerte el amor...- susurra y le miro alarmado –Quiero hacerte llorar de placer-

-Detente-

-¿Ya estás imaginándolo, verdad?- pregunta luego de unos segundos y sonrío.

ALGÚN DIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora