Prologo

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Alguna vez conocí a un hombre que perdió todo conocimiento, sentí la tristeza de saber que ya no recordaba nada de sí mismo ni de los demás, en su caso creo que le fue conveniente en parte, porque debía muchas injusticias, pero no creo que a nadie le debieran de suceder tales cosas, poder recordar lo que uno es y lo que ha hecho es una bendición, es volver a vivir dicen muchos. Puede ser que los recuerdos duelan por un tiempo, pero sin duda tarde que temprano podemos ser sanados ¿pero de olvido cuándo?

Dejemos que las historias de amor y su trayecto luminoso nos desborden, que lleguen hasta donde quieran, que se encarnen tanto como deseen, al fin para el amor hay poco tiempo, para intentar olvidar restara toda la vida. Es un error intentar apresurar, lo que sólo con tiempo madura, yo no digo que no olvidemos, simplemente que no forcemos al amor, a los recuerdos y a los deseos a abandonarnos de golpe porque sin memoria no somos nada. Cada vivencia nos forja y le da forma a nuestra vida, a nuestras decisiones y de pronto somos tan injustos que deseamos cortar todo de tajo, lo que durante años nos costó construir.

Que viva el amor, los recuerdos, las fechas, las mujeres románticas, los hombres audaces, los lugares en que nos besamos, el día en que te conocí, el amor que perdimos, la dicha del ayer, los hijos que imaginamos y que no tuvimos, la canción que escucho cada mañana, los olores que nos marcan el camino, la oración que elevamos en favor del amor, la cama en la que no estuvimos, el llanto que irremediablemente derramamos, las lunas de octubre, los muertos de noviembre, el frio de diciembre, los desazones de abril, la promesa de junio, la desdicha de septiembre y la despedida que nunca tuvimos. ¡Que viva cada memoria y cada recuerdo por siempre! ¡que viva!

Una maldición llamada olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora