Era de madrugada cuando nos despedimos de la cabaña que nos mantuvo a salvo durante casi un mes. No estaba seguro si iba a extrañar la ilusión de seguridad que me brindaba el lugar, pero ya tenía mi objetivo fijado: Llegar a la ciudad y encontrar a mi familia a toda costa.
El bosque era inmenso, mucho más de lo que creí en un principio. Al cuarto día de caminata mi cuerpo gritaba en agonía de tanto caminar y el pinchazo en mi pierna se encargaba de recordarme continuamente la lesión que tuve el día del ataque. El terreno irregular no ayudaba demasiado para acelerar nuestro paso, pero de todas maneras seguimos adelante. Nuestros pasos no eran firmes, ni seguros, pero sí constantes.
Por las noches refrescaba tanto que el frío me calaba hasta los huesos, incluso hasta cuando me acostaba junto a la hoguera dentro de mi bolsa de dormir.
HaNi, por otro lado, desaparecía gran parte de la noche. No me decía a dónde iba, o qué es lo que hacía, pero cuando regresaba se sentaba al otro extremo de mi posición, puliendo su katana mientras hacía guardia hasta que fuera mi turno de vigilar.
—Esta noche está helando demasiado. ¿Por qué no vienes junto a mí, para compartir nuestro calor? —dije mientras me acurrucaba con la espalda sobre un tronco caído.
Ella abrió los ojos, y se cubrió su boca como si le hubiera hecho la propuesta más indecente del mundo.
—Me encantaría… —confesó en un hilo de voz, sus ojos brillaban—. Ya me lo imagino —tragó saliva—. Pero debo vigilar —dijo sin disimular la decepción en su voz.
—Oye, no sé lo que realmente acabas de imaginarte, pero… lo que quiero decir es que desde aquí también puedes vigilar.
Su boca se frunció formando un pequeño puchero.
—¿De verdad? Creí que no me querías muy cerca.
Empezó a juguetear con la punta del cuchillo. No me miraba. Ella pensaba que seguía enfadado por lo del secuestro, pero no lo estaba. No tanto como antes, quiero decir. Después del encuentro con el Señor inexpresivo, logré entender la situación un poco mejor. Y juro por mi madre que estaba intentando comprender mejor a mi excéntrica compañera.
—Pues este frío me hace pensar lo contrario. Ven aquí.
—Está bien —accedió de inmediato. Pero se quedó parada a medio metro de mí.
—Debes estar bromeando… —bufé—. Acércate más, HaNi. No muerdo.
HaNi dio otros pasos inseguros y se sentó a mi lado, tan rígida como un maniquí de centro comercial. No la presioné más y tuve que conformarme con que la cercanía nos brindara un poco de calor mutuo.
Cuando desperté con los primeros rayos del sol, lo primero que noté fue que me había saltado mi guardia. Maldije por lo bajo al darme cuenta que me había quedado dormido.
Lo segundo que noté fue a HaNi dormida con la cabeza sobre mi hombro. Observé su piel translúcida, su aspecto era tan delicado y enfermizo. ¿Cómo podía esta frágil chica ser tan fuerte? En seguida recordé su medicina. No la había visto tomarla las últimas dos semanas. ¿Afectaría eso más su salud?
—No, doctora Song… —comenzó a gimotear entre sueños—. No… basta.
Pesadillas. No era la primera vez que tenía pesadillas. Y siempre nombraba a la misma persona: La doctora Song. ¿Quién era aquella mujer que protagonizaba las pesadillas de HaNi?
—Oye —la sacudí suavemente. Ella abrió un ojo y saltó como un resorte hacia atrás al verse sobre mí.
—¿Qué? Lo siento. No te babeé, ¿cierto?
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Irrupción en la tierra ➳ JungKook (BTS)
FanfictionEl día en que aquellos seres se revelaron con la intención de apoderarse de la tierra, aquella chica tímida que se sentaba al fondo del salón de clases salvó mi vida. Y yo clavé un trozo de vidrio en su estómago. Géneros: Romance, Ciencia ficci...