Capítulo 8

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1 día después del ataque

YoonGi

Observé desde una distancia prudente el irreconocible cuerpo quemado de pies a la cabeza. Busqué alguna explicación a la estupidez que había cometido al utilizar aquellos prototipos de bombas, pero en ese momento ningún motivo lógico llegó a mi cabeza. De seguro tuvo algún buen motivo para hacerlo. Lástima que en ese momento no fuera capaz de hablar para explicármelo.

—Eso ha sido muy estúpido, TaeHyung —mascullé—. Más de lo que me hubiera esperado de ti.

Los médicos pasaron por mi lado, ignorando mi presencia, y se precipitaron con la camilla hasta una habitación, tan blanca como el pasillo y el resto del aséptico complejo.

—¿Qué harán con él? —pregunté, a nadie en particular.

Nada. Aquellos enfermeros parecían maniquíes moviéndose en piloto automático, clavando decenas de agujas y tubos en el cuerpo de TaeHyung.

Golpeé una mesa con mi puño y los bisturíes y diversos objetos afilados saltaron por toda la habitación. Esta vez logré captar la atención de las personas.

—¿Qué harán con él? —demandé, por segunda vez. Esperaba que mi mirada poco amable les explicara que sus lenguas debían moverse, o yo mismo me encargaría de cortárselas.

—Mhm… —titubeó una chica joven, que sostenía la máscara de oxígeno en el rostro de TaeHyung—. Es uno de los sujetos más importantes de la investigación. La doctora Song lo necesita vivo para continuar con sus experimentos.

Mis labios se tensaron en una fina línea ante la idea, pero no podía hacer nada frente a los designios de mi padre, o, en este caso, su mano derecha: la doctora Song.

Finalmente fui expulsado de la habitación, pero me quedé sentado en una silla del pasillo, hasta que luego de un par de interminables horas todas las personas fueron saliendo, uno por uno.

Cuando nadie estaba mirando, me colé en la habitación para constatar lo que habían hecho con él. Nada extraño, al parecer, más de lo que se haría al atender a una persona quemada. Al menos, por ahora.

Los ojos de TaeHyung se abrieron de golpe, la desesperación reinaba en ellos, hasta que su vista se centró en mí. Comenzó a respirar con dificultad.

—Tranquilo —Hice el ademán de tocar su hombro, pero al ver el estado de su piel, me retuve—. Estarás bien, pronto vas a regenerarte.

Extendió una temblorosa mano hecha puño, y me apuntó.

Me acerqué un paso, con precaución. Él tomó un trozo de mi ropa y lo tironeó. Parecía que quería que me acercara más.

—¿Qué sucede?

Me acerqué y puse mi oído a la altura de sus labios, porque parecía querer decirme algo.

—…ser…tora…

Fruncí el ceño ante su balbuceo incomprensible.

—No te entiendo —dije.

Me acerqué más.

—Deser…tora… Ha…Ni… Traición…

“¿HaNi?”, repetí para mis adentros. Yo creía que estaba muerta, o al menos simplemente desaparecida en batalla.

TaeHyung con lo débil que estaba tomó mi mano y colocó un papel arrugado y medio quemado en ella.

—Ahí…

Lo estiré un poco y lo observé. Era un mapa quemado.

—Si lo que dices es cierto, mi padre querrá su cabeza —hablé, pero me di cuenta que TaeHyung a penas me entendía. Miraba más allá de mí. Lo estaba perdiendo.

Irrupción en la tierra ➳ JungKook (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora