Capítulo 4

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Cuando desperté no tenía la más mínima idea de dónde me encontraba. Nada mi alrededor me resultaba familiar.

Traté de enderezarme y fue como si hubiera hecho el esfuerzo más grande en toda mi vida. Cuando al menos pude sentarme sobre la cama de sábanas blancas, vi un tubo conectado a mi brazo. ¿Suero?

Miré hacia la ventana y la luz hizo que se me partiera la cabeza por el dolor, por lo que me cubrí los ojos con el brazo libre de tubos. Entonces, sentí algo que cubría parte de mi cabeza y cara. Toqué con mi mano buena un vendaje que daba varias vueltas sobre la parte izquierda de mi cabeza. No recordaba cómo me había lastimado tanto, ¿un accidente? ¿Un...? No, ya lo recordaba. El ataque a la escuela, la bomba. Recordaba toda la horrible pesadilla.

Un poco atontado me quedé mirando el techo desconocido, hasta que decidí analizar la pequeña habitación de aspecto rústico. No había mucho más que un pequeño armario, una mesita de noche, una silla y, por supuesto, la cama en la que me encontraba.

Después de mi rápido análisis me giré con dificultad hasta el borde de la cama, me arranqué el suero del brazo y miré mi pierna derecha colgando de la cama. También la tenía llena de vendajes y cuando traté de colocarla en el suelo me dolió a rabiar.

En mi segundo intento hice lo posible por bajar de la cama más despacio. El piso crujió bajo mis pies, haciendo más ruido del que esperaba. Si había alguien en casa, de seguro oyó eso.

Apoyé ambos pies en el suelo, pero me fue imposible pisar con seguridad, por lo que tuve que brincar con un pie hasta la ventana para poder cerrar la cortina. También, noté que tenía puesto un anticuado pijama. ¿Dónde demonios estaba mi ropa? ¿Dónde demonios estaba yo, en primer lugar? Tenía demasiadas preguntas, pero por ahora lo único que quería era que desapareciera el desgarrador dolor de cabeza, luego iría descubriendo los horrores que sabía que me esperaban. Si TaeHyung había dicho la verdad —y estaba seguro de que había dicho la verdad, al menos en eso— lo que pasó en la escuela había pasado en otros lugares también.

No quise mirar por la ventana para averiguar lo que estaba pasando, en qué estado estaba el mundo ahora. Quería enterarme de un horror a la vez.

Justo en ese momento sentí pasos que subían las escaleras y a continuación alguien entró a la habitación sin tocar.

—¡JungKook! ¿Qué haces levantado?

Era HaNi, por supuesto. Ni siquiera me sorprendió.

—La cortina —la voz me salió ronca, pero seguí hablando de todas formas—. Me duelen los ojos.

—Lamento eso —HaNi se precipitó hasta la cortina y la cerró—. Quería que recibieras un poco de luz diaria, no creí que te despertarías todavía.

Luego de eso me empujó suavemente de vuelta a la cama. Yo me senté en el borde, pero me rehusé a acostarme. En cambio, me quedé ahí sentado, con los brazos cruzados, mirándola por largo rato. Ella se quedó parada frente a mí, callada, con la cabeza agachada, casi como antes del ataque. Casi. Porque yo conocía su verdadera naturaleza.

Me debía una explicación.

La miré bien y me di cuenta que en todo su cuerpo se hallaban marcas, como cicatrices recientes. ¿Se las había hecho por la explosión o fue atacada luego de eso? Por haber caído inconsciente me perdí muchas cosas.

Estiré mi mano y toqué una línea rosa que surcaba todo su brazo, olvidándome por un segundo que con ese mismo brazo ella podía matarme. HaNi se sobresaltó, pero no se alejó, no obstante, se veía nerviosa.

—Van a desaparecer con el tiempo —acotó, como si sintiera la necesidad de explicarlo—. Todavía estoy débil y no he podido curarme por completo.

Aparté la mano y ambos nos quedamos en un incómodo silencio. Era extraño estar con ella, después de todo, habíamos tenido una relación nula en la escuela; después de todo era uno de Ellos.

Pero, después de todo, me había salvado la vida.

—¿Dónde estoy? —solté, echándole una mirada a la habitación.

—Te responderé... —dijo insegura—, pero prométeme que no te enojarás.

—No puedo prometerte eso, mucho menos si tú piensas que es posible que me enoje, lo que me hace pensar que es lo más probable que pase.

—Bien... —suspiró resignada—. Estamos a las afueras de la ciudad, en medio de un bosque...

—¿Qué? —exclamé muy fuerte, sin dejarla terminar. Hice el ademán de pararme, pero el cuerpo me dolía demasiado.

—¡No te enojes, por favor! —levantó las dos manos en un gesto de defensa, tratando de apaciguar mi ira—. Juro que lo hice para mantenerte a salvo. Necesitaba alejarte del caos y tratar tus heridas. Así que luego de la explosión, te traje a este refugio... La hoja que te entregué era un mapa de cómo llegar aquí, si es que nos separábamos...

Maldita sea, esta chica me había secuestrado, llevándome al medio de un bosque. Eso era tan jodidamente aterrador. No podía evitar sentir agradecimiento e ira, todo junto a la vez.
Sentí unas repentinas ganas de llorar.
—Me has alejado de mi familia, HaNi. En lo único que pensaba era en ir a rescatarlos, o verlos al menos...
—Es imposible —me cortó—. Las ciudades están tomadas, todos han muerto.

—Basta —dije de forma seca. Esperaba que mi mirada fría lo dijera todo, porque sinceramente no quería discutir de ello con una chica que parecía no entender el sentimiento de pérdida—. No vuelvas a decir eso.

—Lo siento...

—Tengo que buscar a mi familia.

Me apresuré a bajarme de la cama para buscar mi ropa, pero HaNi me inmovilizó sosteniéndome por los hombros, empujándome hasta dejarme sentado sobre la cama, otra vez. Vaya, tenía más fuerza de lo que su frágil aspecto hacía suponer, pero a estas alturas ya nada me sorprendía.

—No puedes irte, ellos están... —sacudió la cabeza, recordando que no debía pronunciar esa clase de palabras—. A penas puedes moverte, JungKook. Si quieres ir a la ciudad debes esperar a recuperarte, de otro modo no hay forma de que permita que te marches.

—¿Qué? ¿Permitir que me marche? —exclamé indignado, porque supusiera que necesitaba su permiso—. ¿Estás loca? ¡No puedes hacer eso! ¡Es secuestro!

—Si quieres verlo de esa forma —tragó saliva—, bien... Pero es la única forma de mantenerte a salvo.

—No puedo creerlo... —me toqué las sienes, fastidiado.

—No me odies, por favor, JungKook —el ruego era evidente en su voz casi quebrada. Parecía que le dolía lo que hacía, pero era difícil de descifrarla y sobre todo entender sus motivos—. De verdad que hago esto por tu bien. Incluso si debo amarrarte a esta cama (sé que pensaron mal loquishas 😏), no te dejaré ir.

¿Por mi bien? ¿Amarrarme? Oh, genial... definitivamente me había cruzado con una loca acosadora. No podía entender por qué se había obsesionado tanto conmigo, ni por qué quería mantenerme recluso en medio de la nada, o donde sea que me tuviera. Pero en el fondo tenía que agradecerle haberme mantenido con vida, ¿o no?

¡Ah, qué loca mezcla de sentimientos!

Ella parecía muy segura con su decisión de no dejarme ir, por lo que supuse que no había forma de convencerla de lo contrario, por ahora. Y, por una parte, tenía razón, a duras penas podía caminar por esta habitación... ¿Qué sería de mí escapando de los Manos luminosas? No duraría vivo ni 10 segundos.

Decidí seguirle la corriente, luego iba a idear algún plan para escapar, cuando al menos tuviera la mínima idea de dónde estaba...

Además, tenía un millón de preguntas que hacerle a HaNi, pero primero...

—¿Dónde está mi ropa? —exigí saber. Demonios, mi voz era rasposa todavía, me dolía la garganta.

—Lo siento, te la quité y... —Se puso la mano en la boca y su cara se volvió roja como un tomate—. ¡Lo lamento! Tuve que quitarte la ropa para limpiar tus heridas y vendarte —se excusó—. Pero juro que cerré los ojos, la... mayor parte del tiempo...

Puse los ojos en blanco, no podía creerlo. Casi me daba lástima ver lo abochornada que se veía, por lo que traté de quitarle importancia al asunto.

—Que va, HaNi. Sólo dime qué puedo ponerme. Necesito ropa.

—Sí, conseguí algo que creo es de tu talla. Lo dejé —dudó— en aquella silla.

Me moví lentamente hasta la silla situada a dos metros de la cama, pero ella se lanzó hasta el lugar y me la alcanzó antes de que yo fuera capaz de llegar.

—Ten —me la tendió con una sonrisa tímida. Parecía demasiado contenta haciéndome favores, tal como lo había hecho antes, cuando me ofreció su tarea. Era una rara mezcla entre dulce y aterradora.

—¿Gracias...? —mi boca seguía reseca. Necesitaba un vaso de agua con urgencia—. Agua —se me escapó.

—¿Necesitas agua? Te traeré de inmediato.
A HaNi se le iluminaron los ojos. Como si hubiera estado esperando todo el día una orden de mi parte.
Yo la tomé del hombro antes de que se precipitara hacia las escaleras.

—HaNi, puedo ir yo mismo por un vaso de agua.

—Pero...

—Sólo... deja que me cambie, ¿sí? —solté con desgana—. Luego iré por un vaso de agua.

—Oh... —parecía decepcionada—. Sí, claro.

—Bien, ahora quisiera cambiarme de ropa.

—Claro, no hay problema.

Hice ademán de quitarme la parte de arriba del pijama, pero me detuve de golpe, porque HaNi no se movía. Es más, me estaba mirando fijo.

—¿Un poco de privacidad? —pedí.

—¿Qué? Oh, lo siento. Yo… sí. Iré a preparar algo de comer mientras te vistes.

HaNi salió apresurada, y antes de que comenzara a bajar las escaleras, pregunté:

—Por cierto, ¿cuánto tiempo llevo inconsciente?

—Tres días.

Maldición, demasiado tiempo.

********

Después de cambiarme, bajé para encontrarme con un abundante desayuno sobre la mesa. Me había costado un poco bajar las escaleras, puesto que tenía el cuerpo acalambrado por haber estado postrado tanto tiempo. O, de lo contrario me dolía, sobre todo la cabeza y la pierna derecha. HaNi me contó que un fierro de la estructura del gimnasio me había atravesado la pierna debido a la explosión, pero que estaba curando bien, aunque me dolería por un tiempo.

—Creo que tenemos muchas cosas de qué hablar.

—Lo sé...

—Bien —tomé un sorbo de mi té y lo dejé sobre la mesa con mi mano buena; la que no tenía vendada, debido al vidrio que me clavé en la palma, antes de apuñalar a HaNi...—. Primero que nada, ¿cómo están tus heridas?

Ella se sobresaltó de inmediato, como si no se esperaba la pregunta.

—Perfectamente bien —respondió enérgicamente. Acto seguido, llevó la mano hasta su estómago y torció la boca en un sutil gesto extraño, pero se recompuso y me dedicó una sonrisa. Falsa.

Claramente no estaba bien.

—No me mientas —pedí en tono serio, aunque me carcomía la culpa por dentro.

—Está bien... —exhaló y desvió la mirada hacia abajo—. Me ha costado sanar mis heridas internas, sobre todo esa, porque era muy profunda... —Cuando levantó la mirada y vio mi cara de aflicción y culpa, trató de retractarse—. ¡Pero no es tan grave! Pronto estaré completamente sana.

—Me siento muy culpable por lo que hice... te debo una disculpa.

—No, JungKook, ya te dije que no debes disculparte. Entiendo por qué lo hiciste. No te reprocho nada.

—De todas maneras, HaNi. No estuvo bien actuar sin pensar.

Ambos nos quedamos sumergido en silencio por un buen rato, hasta que decidí continuar, preguntando cómo fue que me trajo hasta aquí. Tal vez me diera alguna pista de la forma de volver a la ciudad.

—Bueno —comenzó—. Luego de la explosión quedé muy mal herida y para escapar necesitaba, al menos, sellar las heridas abiertas, para no perder tanta sangre. Tenía un largo recorrido por recorrer contigo a cuestas, no podía darme el lujo de morir en el camino por desangrarme o tú también morirías desangrado. Así que esperé que el lugar se despejara, tomé un auto y manejé hasta la entrada del bosque. Luego hice el resto del camino hasta aquí a pie.

—¿Y yo?

¿Dónde demonios me había metido? No me había traído arrastrándome hasta aquí, ¿cierto?

—Te traje sobre mi espalda, como... como aquella vez que lo hiciste conmigo en la clase de gimnasia... —respondió esto sonriendo.

—¿Estabas despierta?

Ella asintió.

—No todo el tiempo, pero fui capaz de ver que eras tú quien me cargaba.

Con que eso era... ¿Es que HaNi creía que me debía algo, por ese pequeño favor?

Decidí que lo mejor era dirigir la conversación hacia otro lado. A lo más importante en ese momento.

—¿Qué tal si me cuentas lo que eres y por qué nos han atacado?

HaNi se removió en su asiento, incómoda. Pensé que no iba a responderme, pero luego de un minuto decidió confesar.

—Soy una Ezhiel, una raza antigua que siempre se ha ocultado por miedo al rechazo de los humanos.

—¿Alienígena? —interrumpí.

—Nuestro origen no es claro —explicó de inmediato—. Pero hemos tratado de vivir en paz con los humanos y, de alguna forma había funcionado, pero hace unos diez años... un nuevo líder llamado Heven tomó el mando y decidió que era hora de que nosotros dominemos el mundo. Que no era justo que nos ocultemos, éramos una raza superior, poderosa, que merecíamos vivir a nuestro modo.

—¿Destruyéndonos? ¿Estás de acuerdo con eso?

—No —se apresuró en responder—. No. No quiero esto, JungKook. Todo estaba yendo bien hasta que el líder decidió que era hora de darnos a conocer. Comenzó a entrenar duramente a la nueva generación, preparándonos para este momento...

—¿Y por qué no lo hicieron antes?

—Porque no estábamos lo suficientemente entrenados. De hecho, nuestro poder estuvo a punto de desaparecer, por el poco uso que le daban mis antepasados. Creo que la mayoría de los Ezhiels no estaban preparados, pero Heven, demasiado ambicioso, se ha precipitado en sus decisiones. Además —continuó mientras jugueteaba con la oreja de la taza—, somos un grupo muy reducido, en comparación con los humanos, aunque supongo que ese porcentaje ha bajado y continuará disminuyendo a medida que pasan los días.

—¿Tantas muertes?

Comencé a pensar en mi familia. ¿Estarían vivos? Ahora lo dudaba, pero no quería pensar en ello aún.

HaNi se quedó callada, mirando su taza.

—Esto recién empieza, Jungkook. Lo que sucedió fue a penas la fase uno. Lo peor viene ahora, la verdadera lucha está por comenzar. Sabemos que los humanos más fuertes han sobrevivido, los que tienen ganas de luchar, de vivir. Y ellos no serán fáciles de erradicar, tienen armas, nosotros las nuestras. Será una mutua masacre.

Continuó contándome más detalles sobre su raza, sobre el macabro plan que se había ideado desde que el nuevo líder había tomado el mando. Sobre su poder y lo difícil que era controlarlo, por lo que los jóvenes eran pasados por duros entrenamientos y experimentos. Era por eso que su aspecto era frágil y se desmayaba continuamente en la clase de gimnasia.

Sus manos se iluminaban debido a alguna extraña clase de energía vital para ellos, que era la que le permitía convertir su brazo en armas mortales y curar cualquier clase de herida. ¿Eran inmortales o qué?

—Creo que te he contado suficiente por ahora —pausó—. Lo lamento, JungKook. Sé que debes odiarme a mí y a mi raza, y lo entiendo. Pero puedo asegurarte que no estoy de acuerdo con lo que ha sucedido. Sin embargo, ¿qué puedo hacer yo? Soy una contra todos.

—Tal vez hay otros como tú, que no estén de acuerdo.

—No lo creo. Pensar diferente es sentenciarse a muerte... Si no lo hacen por gusto, lo harán por miedo. La nueva filosofía del líder ha hecho que los Ezhiel odien a los humanos con toda su alma... Tú mismo lo viste; no han tenido problemas asesinando a las personas con las que han convivido toda su vida... ¡Nos han preparado para eso! Yo también he asesinado...

La confesión me dejó desconcertado por un breve segundo, pero tenía que decir algo.

—Pero hiciste algo bueno.

—¿Qué? —rebatió, pasando el dedo por el borde de la taza. Se veía culpable.

—Me salvaste a mí.

HaNi detuvo el movimiento de su dedo y dejó ver en sus labios una sonrisa acompañada de una mirada melancólica.

—Sé que quieres -mejor dicho, necesitas- pensar que soy buena. Los humanos siempre hacen eso, se crean falsas esperanzas, porque las necesitan para seguir adelante. Sin embargo, debo confesarte que te salvé por un motivo egoísta.

******

¿Y? ¿Qué les pareció el capítulo? Dejé el tema de los Ezhiel un poco abierto, porque quiero que conozcan sus características a medida que avanzan los capítulos.

Repito, ¡Estoy muy emocionada escribiendo está historia!

Todavía estamos en la parte introductoria, pero para el siguiente cap prometo más acción, nuevos personajes y puntos de vista😎

Las adoro 😘

«Comenten, dejen su estrellita y síganme» <3

Irrupción en la tierra ➳ JungKook (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora