Adoptada: Aline (ALHDE #2)✔

Capítulo 38

Stephen

—¿¡cómo que no sabes donde está!? ¡Te Contraté para que la cuidaras! –grité colérico

   —Disculpe, Stephen, pero estaba recolectando información acerca de ella, pero se fue con Troy –dijo Javier

   —¿Troy? ¿La dejaste ir con Troy? –dije estupefacto –¿¡cómo es posible!? ¿¡Por qué!?

   —Troy está de nuestro lado –dijo como si nada

   —¿Qué?

   —Él y yo hemos hecho un pacto, yo lo ayudo con proteger a su hermana, él me ayuda a desmantelar el nido, así de fácil... Le ofreció lo mismo a Evans pero él rechazo la oferta... Yo no

   Miré a mi hijo incrédulo

   —¿Hablaste con Troy sobre Charly y no nos dijiste nada?

   —Creí que era mentira y que lo hacia para... No sé, pero no pude confiar en él.

   Suspire, todo esto me volverá loco, no sé donde está mi princesa, le hice y dije cosas horribles, le prometí que la cuidaría... Y ahora con lo que salgo, Dios... Tengo que encontrarla

   —Este es el momento perfecto para desmantelar el nido y salvar a Charly, si es que la tienen, lo que veo muy probable, ya que Troy me dijo que sus padres planeaban "hablar con ella" –dijo Javier

   —¿Puedes rastrear su celular?

   —Por su puesto –respondió sonriendo

....

Charly

   Desperté después de no sé cuanto tiempo en una cama tan suave como la que tengo en casa, abro los ojos con la esperanza de estar allí, pero sólo me encuentro con una habitación oscura y tétrica, no, definitivamente no es un sueño

   —Por fin despiertas –alegó una voz masculina

   —Oh, Josephine –dije somnolienta sentándome en la cama –¿para qué me trajiste?

   —Para que habláramos un rato –respondió con simpleza

   Ya no era como antes... Tengo que admitir que ahora se ve más... Imponente, su cabello rubio ya no es largo recogido en una coleta, ahora solo está al ras loa finos cabellos rojos brillando contra la tenue luz, la barba de candado sigue ahí, los músculos se resaltan de forma imponente, con la chaqueta de cuero y las botas militares parece como un rockero joven y malvado a punto de molerme a golpes, como solía hacer cuando yo era una simple niña, pero yo ya no soy una niña

   —Y... ¿De qué hablaremos?

   Él sonrió levemente

   —No sé a quién deberle esta personalidad, si a mi, o al cabrón que tienes ahora como padre –dijo sonriendo mostrándome un diente de oro reluciente

   —Creo que ese crédito se lo debo a Mérida... Las ganas de matar solo te las debo a ti

   Volvió a reír, una risa profunda y macabra

   —Ay... Mi pequeña Ifrita, me enorgulleces

   —Metete tu orgullo por donde no te entra el sol

   Soltó otra carcajada ¿que le ve de gracioso a todo esto?

   Un celular sonó en la habitación, era de él, lo estaban llamando y enseguida contestó