¿Fiesta o Reunion?

53 4 4
                                    

Mentalmente analice cada día que había visto a Santiago en el transcurso de las semanas. Trataba de averiguar alguna señal que en algún momento hubiera mostrado, pero lamentablemente no recordaba nada por el estilo. Sintiéndome tan mala amiga por no observar o preocuparme por mi mejor amigo no distinguí en que momento él ya estaba a mi lado. Se veía más relajado como si ese pequeño secreto que tenía con él hubiese sido un peso que llevase entre los hombros y el compartirlo le daba alivio. Tenía una radiante sonrisa en sus labios mientras me miraba. Yo aprovechando de ello detenidamente pude captar en sus ojos marrones una pequeña chispa brillando en ellos ─ Quizás sea ridículo pero su mirada eran como estrellas que de un momento a otro destellaban─, sus mejillas estaban aún un poco sonrojadas por haber confesado algo muy personal, sus labios humedecidos en ese momento por haber tomado un sorbo de su té. Lo que más me encantaba de él era su cabello revuelto de color negro y un poco ondulado. Él no necesitaba peinarse, simple y sencillamente podía pasar sus dedos entre sus ya largos mechones y darles sentido y acomodo.

Era un momento íntimo, el seguía observándome y yo a él, por un momento me sonroje no sabía ni entendía de porqué. Se acomodó en su lugar girándose y viéndome de frente recargándose en el recarga brazo del sillón e instintivamente tomo mi mano y me acerco hacia su lado, dejándome ir él me abrazo, me recargue a la altura de su pecho y respire la armonía que me emanaba su cuerpo, en ese momento hablo y me dijo…

─ ¿Tratas de descubrir algo nuevo en mí verdad Annie? Tratando de recordar alguna señal. Si es que la hubo ─ tenía su barbilla recargada en mi cabeza y yo mis ojos cerrados escuchando su voz.

─ Si sabes la respuesta porque me preguntas tonto ─ le respondí con una risita de niña pequeña.

─ Tienes razón, pero no estoy enamorado tal cual. Bueno para que me entiendas no como crees; quizás piensas que me estoy derritiendo por alguien. Solamente sé que…─ y en ese momento tocan la puerta. No solo una vez, no… tres veces seguidas ¡por dios! ¿Cuál es la urgencia?, bonito momento de tocar e interrumpir.

Sin querer y a regañadientes me separe de Santi y de tantos toques en la maldita puerta grite “voy, voy… enseguida” me levante y refunfuñe de molestia. ¿Quién carajos viene a romper mi maldita estabilidad en los brazos de mi mejor amigo? Ni siquiera me tome el tiempo de ver quien era por la mirilla y abrí la puerta. Y ¡taraaan! Era Vane. ¿Qué carajos hacia Vane aquí?

─ Tardas milenios en abrir la puerta mujer ¿Por qué no te apurabas? ─ Me soltó en la cara su grandiosa queja y así sin más adelantándose a entrar en mi pequeño departamento.

─ ¿Y a ti quien te invito? Además ¿cuál es la maldita prisa? ─ le dije mientras seguía aun en la puerta, me dispuse a cerrarla cuando una mano empujo levemente. Abrí de nuevo y era Edgar, con una señal de cabeza le indique que pasara.

─ Pero mira a quien tenemos aquí; Hola, hola Santi ¿Cómo estás? ─ ignorándome se dispuso a saludar a Santiago, ¿Por qué le llamaba “Santi”? si ella nunca le decía así.

─ Bien gracias Vanessa ¿Y tú que tal, gustas té? ─ Edgar que ya había entrado, se hallaba acomodando en el pequeño desayunador de la cocina las compras que había hecho y así mismo agregando.

─ traje leche por si te gusta agregárselo a tu té o también traje refresco ─ yo veía toda la escena desde la entrada de mi estancia, aquí todo mundo parecía estar en su casa. Y bueno si estaban como comúnmente se dice “en su casa” pero vaya que andaban muy propios o quizás mi estado actual no estaba para soportar tanta gente o que se yo. De nuevo “estúpida menstruación con todo y sus estúpidos síntomas e incomodidades”.

─ Oh que atentos son. Estoy bien Santi y más al encontrarte aquí y si me complacería un poco de té acompañado con leche gracias Edgar.

─ Y bueno… ¿no quieres también unas pantuflas o dime que más necesitas? y enseguida te lo traigo.

─ vaya, traes un humor pésimo Annie relájate tomate no un té si no, dos. ─ Su comentario me hizo sonrojar mis mejillas pero no de timidez si no de rabia, ¿quién era ella para venir a decirme el humor que traía ese día? Si es mi amiga, pero no estaba para sus bromas y pesadeces.

─ Deja en paz mi humor quieres, te he preguntado ¿tú que haces aquí?, el único que vendría era Santiago y me ha caído medio mundo.

─ Exagerada como siempre Annabel. Vine porque se me dio la gana, cuando me llamaste estaba en el café de siempre con mi novio y como no me volviste a llamar como habíamos quedado aproveche a venir. Pero ahora mi pregunta es… ¿es fiesta o a que se debe la reunión? ─ Santiago permanecía tranquilo en su sitio en el sillón, Vanessa estaba ya situada en el desayunador en uno de los dos taburetes que había, Edgar terminaba de preparar el té de vane y se acercaba a dárselo para después tomar el suyo y sentarse con Santi en el sillón.

─Gracias por lo que me toca ─ dijo Edgar desde su sitio, de manera inerte puse mis ojos en blanco, no quería empezar de nuevo una discusión con él.

─ No es fiesta ni reunión, llego Edgar y detrás Santiago, y bueno llegaste tú.

─ Espera… Edgar llego detrás de mí

─ Llego antes pero se ofrecía a ir por leche para su té, por eso llego después de ti

─ Ahora todo tiene sentido, pero no es justo porque no me llamaste ya hasta se adelantó él en darte el regalo del mes y tu nada ─ en ese instante supo que la cago totalmente porque mi mirada la taladro en menos de un minuto y así dándole a entender que Edgar no sabía que no le daría nada, ¡oh gracias amiga!

-J.J Elyn

Agradezco aquellas personitas que han estado comentando y leyendo, a mis anonimos lectores les agradeceria mas si tambien lo hicieran, sus comentarios, opiniones o sugerencias valen! y como no, sus votos tambien...

Saludos!

Por Algo se empieza...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora