Hielos Rebeldes

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Después de 20 minutos de estar discutiendo cual cerveza era mejor, los chicos por fin fueron a comprarla. Roberto se quedó con Vane y conmigo, era un chico tímido pero cuando tomaba confianza era muy bueno conversando. Son de esas personas que tienen tantas cosas que contarte y que a su vez no te aburrirían, solo era cuestión de darle un empujoncito para poder sentirse cómodo.

La orden de pizzas que realizo Rober fue riquísima. Fueron tres de tamaño familiar. La primera obviamente era hawaiana (jamón y piña.) ─esa nunca falta en una reunión─, la segunda era mexicana (pimiento verde, cebolla, frijoles, carne, chorizo y rodajas de chile jalapeño.), y la tercera era italiana (champiñones, aceitunas negras, prosciutto o jamón serrano y berenjenas.) No solo era el hecho de que sonaran tan deliciosas, si no, que sabían más que deliciosas. En una ocasión vane tuvo la idea de ir a comer al restaurante “Pizza’s Crunch” y terminamos enamoradas del lugar, del servicio y por ende de la comida, lo mejor de las pizzas ahí, era que las realizaban en hornos de leña. Por esa razón sabían diferente y mejor que las de otros restaurantes.

Rober y Vanessa por el momento se sumergieron en una conversación de instrumentos musicales. Para nuestra sorpresa Roberto tocaba el piano (de cola y eléctrico) desde su adolescencia. Era un chico con muchas sorpresas, no solo tocaba, sino que también estuvo en una banda, así fue donde destaco y también aprendió a utilizar el piano eléctrico. Por motivos de escuela ya no pudo seguir en su banda, por lo tanto abandono su banda. También nos contó que una de sus pasiones era pintar al óleo y con carboncillo. Insistió tanto en que fuéramos a su presentación que sería en uno de los museos de la ciudad. Como se sabía pocos alumnos lograban ese tipo de presentaciones fuera de la escuela y más en museos, y era obvio que no era nuestra intención perdérnoslo.

Después de un rato sonó el timbre del departamento, asomándome por la ventana se veía al repartidor con las pizzas en mano y los chicos aun lado tocando el timbre. Era obvio que habían cerrado las puertas del pequeño edificio. Enseguida avente mis llaves para que alguno de los tres pudieran agarrarlas, pero quizás sufren de reflejos porque ninguno las atrapo.

Entre Vane y Rober acomodaron la sala para hacer un poco de espacio, mientras yo sacaba platos y vasos. A los minutos se abrió la puerta del departamento y desde la pequeña cocina escuche el glorioso grito heroico de Azrael… ¡llego la pizza!

Detrás del gritón aquel entro Edgar y Santiago con bolsas en las manos. Traían consigo dos bolsas de hielos y cervezas, muchas cervezas.

─ Annie nena ¿tienes hielera de casualidad? ─ me pregunto Santiago con las bolsas de hielos en su poder. Le di una mirada incrédula, donde voy a meter una hielera en este departamento, además para que la querría si tenía lo indispensable para vivir.

─ Estas de juego verdad Santi, solo tengo un pequeño refrigerador y parrilla.

─ Está bien, relájate era una simple pregunta. Pero ahora donde pondremos los hielos con la cerveza? No todo cabe en tu enorme refrigerador

─Hey! Deja mi refrié, chiquito pero útil. ─ Mientras pensaba donde pondría el hielo, Santi dejo una bolsa en el desayunador y otra en el fregadero. Entonces supe donde armaría una hielera.

─ Santi podemos hacer una hielera. ─ mirándome de manera dudosa proseguí antes de que mencionara la palabra “loca” y me transformara. ─ Sí, mira podemos usar el fregadero, es de “Acero inoxidable” creo que también tienen base de metal. Bueno, sería como uno de esos cubos que utilizan para el vino o champán en los restaurantes.

─ Cierto, tienes razón Annie, como no lo pensé antes. Pero los hielos en cuanto se hagan más pequeños se irán por la coladera.

─ No te preocupes, mi mamá me compro un estilo de “tapa-coladeras-de-fregaderos” para cuando lavo la verdura o la fruta con desinfectante. ─ En ese momento soltó una carcajada.

─ ¿Es enserio que así se llama?

─ Ya sabes que se me da bien poniéndole nombres a las cosas. Anda ayúdame a poner todo ese hielo aquí. ─ guiñándole un ojo, nos pusimos en la labor de transformar mi fregadero.

En la sala quien mantenía el orden con la comida era Vane, se escuchaba como refunfuñaba y a veces daba amenazas para que nadie tocara ninguna rebanada de pizza aun, ya que quería que todos comiéramos juntos. ¿Y con quien reñía?... quizás estaba demás la pregunta, era con el travieso de Azrael, que según él ya tenía horas sin haber probado comida y en ese momento era una fiera famélica.

─ Por el amor a dios, a los dioses del olimpo, a los dioses de las pizzas  y más de las italianas, ¡Por favor! Déjame comerme una rebanada nena hermosa, de ojos preciosos y mejillas sonrojadas. ─ rogaba Azrael por comida.

─ Ya te dije que ¡No! Que acaso no conoces la palabra, ahorita que vengan acompañarnos Annie y Santi, comeremos juntos.

─ ¡Ya, definitivamente me harte! Tomare una maldita rebanada aunque ellos no estén, y si te opones Vanessa te juro que te besare. ─ lo dijo en tono sereno pero amenazante, cuando me gire a verlo sus ojos destellaron de manera distinta y en ese momento dio una sonrisa torcida, era la primera vez que lo veía de esa forma.

─ Créeme Vane, lo hará. ─ dijo Edgar sentando en el sillón disfrutando la escena de esos dos.

─ Tú pones tu sucia boca en mis preciosos labios carnosos y te juro que la mejilla no te quedara sonrojada, te quedara como jitomate. Así que… ¡aléjate! ─ Vanessa por un momento se mantuvo recta e imponente, era menuda pero su carácter la hacía una mujer muy difícil. Solo que en ese momento fue la primera vez que la vi dubitativa ante lo que decía.

─ Yo sé bien que quieres que te bese nena, pero estoy muriendo de hambre. Aunque créeme así enojada, estás haciendo que la pizza quede en segundo plano para la complacencia de mi hambre. ─ Dando un paso hacia la mesa y tomando la tapa de la caja lentamente, Lorena reacciono y le planto un manotazo en la mano haciendo que Azrael soltara la tapa.

─ Así lo has querido nena. ─ la tomo rápidamente de la mano y la jalo hacia él atrapándola en un abrazo fuerte, Vanessa moviéndose como vil lombriz en agua intentaba zafarse de su agarre. En ese instante Azrael con su rostro empezó a buscar la boca de Vanessa.

─ Te juro que te escupiré Azrael ─ gritaba Vanessa como desesperada. ─ ¡Azrael tengo novio! ─ Pero a él le importaba poco, un brazo se tensó en la cintura de Vanessa y pegándola más a su cuerpo pudo con la otra mano agarrar firmemente su nuca y tenerla de frente.

─ Crees que me importa tu novio, no preciosa. Es más ni a ti te importa, si no, te lo hubieras traído ¿No crees? ─ Vanessa con la respiración acelerada lo miro. Primero se puso tensa pero a su vez se relajó en los brazos de Azrael, el sonrió de manera sarcástica y triunfante. Acerco más su rostro al de ella y Vanessa en ese instante cerró los ojos, como si esperara el beso que tanto le había prometido Azrael. ¿Y que hacíamos todos?, esperar a que el par de rebeldes se sacaran los ojos o en verdad ver aquel prometido beso.

-J.J Elyn

Espero sean amables en dejarme algun comentario y/o voto mis queridos lectores anonimos, a mi me ha fascinado este capitulo. Espero sea lo mismo para ustedes...

Saben... despues de que escribo casi siempre leo todo lo que escribo, y he tenido dos capitulos donde pongo "lorena" en lugar de "vanessa".... tengo esos errores ya que leo la historia de una amiga, abajito en comentarios les dejare la liga para que la lean y comprendan xD mi equivocación.

Un saludo enorme!

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