3. Pasatiempo

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Min Yoongi salió hecho una furia rumbo a la calle. No soportaría quedarse en la casa sabiendo que vendrían las preguntas de por qué dio aquel portazo, si discutió con Seokjin; mucho menos cuando vio que Park Jimin lo descubrió saliendo del cuarto del hyung.

El dongsaeng era tan perspicaz que, pese a que Yoongi nunca reveló nada del encuentro con Seokjin en su estudio, había podido hilar cabos y notarlo sobre el asunto. Le había incluso planteado por qué no arreglaban cualquier diferencia que los hacía comportarse como extraños entre sí para evitar roces incómodos en la dinámica de grupo. A lo que Yoongi simplemente respondió con métete en tus asuntos y guardó la explicación.

Sí, hizo bien en irse. Quedarse en la casa Bangtan iba a desencadenar otro interrogatorio y no quería pagarla con Jimin, que lo único de lo que peca es preocuparse por todos.

Caminó hasta la plaza cercana y respiró contando regresivamente, respirando acompasado, para que su mal humor se aplaque lo suficiente y poder hacer lo suyo. Yoongi no era de ponerse mal al punto de volverse irracional, pero si algo le enfurecía y lo sacaba de sus casillas era que jugaran con él. Descubrir entonces que Seokjin era tan estúpido como para considerar hacer con él lo mismo que hace con todos esos amoríos fugaces que tiene era terriblemente ofensivo.

Pero, y ahí es donde más se enojaba, él no había hecho mucho para evitarlo. Al igual que esa tanda de ilusos que creen que Seokjin dejará de comportarse como un galán con medio mundo, había esperado ser elegido. ¿Cuán tonto era por eso? ¿Cómo es que ese hyung de hombros anchos conseguía tenderte una red así y él entró sin percatarse de la trampa?

Claramente, Seokjin podía encantar a las personas con una astucia para temer. Yoongi lo advirtió tarde, y siendo un chico inteligente ni siquiera pudo oponer resistencia a esos trucos del cantante. Sobre todo porque luego de aquella vez que tuvieron sexo, el hyung lo mantuvo alerta de un fugaz reencuentro para renovar las deliciosas y placenteras sensaciones otra vez.

¡Yoongi hasta obedeció como un idiota y cambió su contraseña!

Y, para más inri, no quedaba allí la cuestión. Seokjin lo traía babeando con sus miradas intensas y esos toques sutiles al pasar cerca. Lo desequilibraba. Le embriagaba los sentidos y lo volvía un tembloroso muñeco esperando atención. Ni hablar cuando solían viajar juntos en la camioneta de la empresa y Seokjin se le sentaba al lado y, apoyando el rostro en su hombro, lo hacía pensar en lo fácil y riesgoso que sería inclinarse y capturar esa voluptuosa boca nuevamente. Pero todos los avances de Yoongi resultaban frustrados. Aunque el de hoy fue evidentemente el peor.

—Qué grandísimo... —comenzó a formular su insulto, solo que no lo acabó porque lo interrumpieron.

Enorme, pero no viene al caso el tamaño de mi pene, Yoongi-ssi —Rio Seokjin, hablándole tan cerca del oído que lo hizo temblar y apartarse como un resorte—. Aigoo~ ¿Por qué este rechazo?

Yoongi quiso golpearlo en el rostro por sonreír así. Inocencia y picardía combinadas para desarmar su defensa. El hyung de Bangtan sorprendía con tal capacidad de desdoblarse y pasar de un seductor amante a un maldito imbécil que lo echa de su cuarto. Y, ahora, un bromista.

—¿Qué haces aquí? —Habló con voz enronquecida Yoongi y carraspeó incómodo ante el escrutinio del otro—, si vas a molestar con esos chistes te conviene dar la vuelta y volver por donde viniste.

Su respuesta seca hizo que Seokjin aumentara la sonrisa hasta que arruguitas se le formaron alrededor de los ojos. Parpadeó más veces de las acostumbradas e inclinó la cabeza buscando no sabe qué. Para el rapero aquello era una vista preciosa, al punto de que tuvo problemas para no perderse en el gesto que, sabía, era simplemente otra arma en su contra.

Genius Lab [JinSu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora