Capítulo 5: El chico del Templo

88 13 7
                                    

Un muchacho de cabello plateado dormía tranquilamente en su cama cuando de repente sintió un golpe en su cabeza.

- ¡Despierta!

- Agrñf -murmuró.

- Inuyasha, debes levantarte.

- Agrr -siguió durmiendo.

- No me hagas tirarte agua -amenazo esa pequeña voz.

- Shippo deja de molestar, es sábado.

- Sí y es tu turno de atender el templo, así que levántate perro dormilón.

Dicho esto salió de la habitación.

A Inuyasha no le quedo más remedio que levantarse, cambiarse y bajar a desayunar.

Como siempre en la cocina estaba la anciana Kaede preparando el desayuno.

- Buenos días Inuyasha.

- Serán buenos a las 10 -dijo bostezando.

- Eso te pasa por no dormir temprano -le dijo un pequeño niño pelirrojo.

- Tú no te metas, que también seguías despierto.

- Al menos no hablo dormido, se te escucha a través de la pared.

Inuyasha lo miro mal.

- No parabas de decir: 'adorne, adorne', ¿qué soñabas?

- Se... seguramente que adornaba el templo o algo así -respondio esquivando su mirada.

- Inuyasha hoy llegaran nuevos paquetes así que tienes que recibirlos.

- Ya se -respondió terminando su desayuno y a punto de salir por la puerta.

- Inuyasha ¿no se te olvida algo? -preguntó la anciana Kaede.

- Ya limpie mi tazón.

- Tu uniforme -le recordo.

- ¿Es necesario? -se quejo el muchacho mientras iba al armario.

⛩️⛩️⛩️

- Aome, ven por favor.

Aome fue hasta la cocina donde estaba su mamá.

- ¿Sí, mamá?

- Necesito que entregues esto al Templo del Norte.

- ¿Qué son?

- Son amuletos y pergaminos que llegaron, encargamos en gran cantidad por el precio y así nos conviene a todos los templos.

- Ah, está bien, dime dónde queda. -Nunca había oído hablar de ese templo antes.

🏯🏯🏯

Inuyasha ya había terminado de barrer todas las hojas y de acomodar algunos paquetes que habían llegado del templo de Miroku.

Estaba por guardar la escoba cuando vio una chica de pollera azul y saquito verde manzana subir por la escalera. Su cabello negro azabache le hacía recordar a...

¡Diablos! Era Aome.

Traía una caja e iba muy concentrada viendo un papel.

Su primer impulso fue ocultarse. ¡Cielos! No estaba listo para que supiera donde vivía.

Se ocultó detrás del mostrador del templo pensando qué podía hacer. Si entraba a la casa ella podía verlo de espaldas. Si no lo veía y llamaba, Kaede le recriminaría por no atenderla.

Piensa Inuyasha, piensa.

Miro su traje, se saco el hitoe y se lo envolvió como un gran turbante rojo. Pero aún quedaba su cara y no había manera de ocultarla. Busco entre las cosas que había hasta que encontró unos anteojos negros con los que Shippo había estado jugando.

Aome veía las estatuas del lugar. Siempre le gustaba observarlas en los templos y más porque era la primera vez que iba a ese.

Se giro cuando escucho el ruido de una escoba cayéndose.

- ¡Buenos días! Vengo a entregar un paquete.

Nadie contesto. Se acerco al mostrador.

A Inuyasha no le quedó más remedio que ponerse los lentes ya que había tirado la escoba en su desesperación.

- ¿Hola? -Se sobresalto cuando un muchacho de aspecto extraño apareció detrás del mostrador. Llevaba un kosode blanco, un turbante rojo y unos lentes de sol-. Buenos días, vine a entregar un paquete del Templo Higurashi -dijo poniendo la caja en el mostrador.

El muchacho sólo asintió mientras tenía las manos ocultas en sus mangas. Luego giró hacia un estante y le entregó un formulario señalándole donde firmar.

Mientras Aome firmaba él revisó la caja comprobando que todo estuviera bien.

- Aquí tiene. ¿Está todo completo?

Él sólo volvio a asentir, Inuyasha se sentía super tonto haciendo eso.

- De acuerdo, hasta luego -se despidió. El extraño chico volvió a asentir inclinándose hacia adelante como una pequeña reverencia.

- Hasta luego -dijo él con una voz mucho más profunda de lo normal, cuando ella ya estaba lejos. La vio bajar por la escalera y en cuanto se perdio de vista exhaló un gran suspiro.

- Cielos, por poco -murmuro mientras se sacaba el hitoe de la cabeza y los lentes de sol.

- ¿Qué haces sin tu hitoe? -pregunto una vocecita.

Inuyasha se enderezó más de lo normal y respondió:

- Estaba sacudiéndole el polvo que tenía.

- ¿Y qué haces con mis lentes de sol? -preguntó Shippo.

- ¿De qué estás hablando? Estos son mis lentes, enano.

- En realidad son mis lentes de sol -corrigió Kaede estirando la mano para que se los entregara-. Inuyasha, ¿llegaron muchos paquetes?

- Sí, esos son del templo de Miroku y acaban de traer éste del Templo Higurashi.

- ¿Lo trajo la señora Naomi?

- No, en realidad lo trajo una chica.

- Ah, debe ser su hija. Me dijo que es muy bonita.

Inuyasha no contesto, simplemente se encogió de hombros y se dio la vuelta para guardar la escoba.

- Termina de acomodar eso y después entras a la casa. Es todo por hoy, no creo que llegue nadie más. -El chico sólo asintio.- Y acomódate el hitoe por favor.

Inuyasha penso en Aome. Era bonita, de cierta manera le hacía recordar a alguien más. Pero eran muy diferentes.

Aome era alegre, simpática, temerosa pero al mismo tiempo valiente, lo había demostrado cuando se enfrento a los monstruos.

Mientras que ella... Ella tenía una mirada triste, decidida y cuando la ocasión lo daba también valiente. Y era más bonita que Aome.

No sabía qué le pasaba. ¿Por qué tenía que pensar si Aome era o no bonita? Sacudio la cabeza confundido.

Regreso a la casa; después del almuerzo descansó y ya por la noche, mientras intentaba hacer la tarea de matemáticas volvio a pensar en la azabache.

¿Qué tenía esa chica que no salía de su pensamiento?

Conexión de la Época actual con la antiguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora