Capítulo 2: Encerrada

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"¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?"

Romanos 8:35 DHH

Me removí incómodamente en mi asiento, el dolor en mis articulaciones era tan intenso que sentía que en cualquier momento podría morir en esta celda. Me movía de un lado a otro, un escalofrío recorriendo mi cuerpo me aseguraba que tenía fiebre.

Entre el dolor, solo podía pronunciar su nombre. A pesar de delirar por la fiebre, en mi momento más oscuro aún lo mencionaba.

Las lágrimas caían por mis mejillas mientras el dolor de los golpes seguía latiendo fuertemente en mi piel. Mis heridas ardían y sentía que estaba a punto de morir. Mi cuerpo temblaba de manera incontrolable.

De repente, se oyeron pasos descendiendo hacia este oscuro lugar y las puertas se abrieron. Con debilidad, levanté la mirada y vi al guardia que me había golpeado asomándose a la reja de la celda.

—Tienes compañía, princesa, mendiga —se burló.

Intenté acomodarme, pero el dolor me había paralizado. Era incapaz de moverme. Observé cómo una mujer de unos treinta años entraba a la celda. Su vestimenta me indicó que era una mujer de bar.

Observé en silencio mientras ella caminaba de un lado a otro, tirando de su cabello y soltando maldiciones al aire. Murmuraba algo incomprensible, y en mi agonía, solo podía observarla.

—Deja de mirarme —dijo ella de manera amenazante.

Suspiré profundamente. No tenía ganas de hablar; ni siquiera tenía fuerzas para respirar, así que le respondí con voz ronca:

—Vale. —hice una pausa. —¿Y a qué quieres que mire, si estás frente a mí hablando sola?

Ella me lanzó una mirada llena de odio. No entendía la razón, pero sentí un poco de miedo. La miré un momento más y luego desvié la mirada, sabiendo que no valía la pena discutir. Solo quería salir de esta prisión de una vez por todas.

—¿Eres la supuesta novia?

"La supuesta novia", así era como todos me conocían desde que Él fue encarcelado. Me marginaban por eso, pero ya no me importaba lo que pensaran de mí.

Mi amado, de ser amado pasó a ser rechazado y todo por defenderme a mí y a nuestra nación, que igualmente lo rechazó. Aún mostrando que verdaderamente era un príncipe de la realeza, lo siguieron llamando el falso rey, pero yo sabía quién era Él y esperaba su regreso.

—Sí —respondí con un suspiro de dolor.

La verdad es que ya no quería seguir hablando, y mucho menos de algo que me afectaba profundamente. Me entristecía pensar cuánto tiempo tendría que esperar por Él. Me dolía seguir en un lugar donde lo menospreciaban.

Ya no soportaba vivir este martirio. Aun así, pensaba que valdría la pena, incluso si tenía que perecer, lo haría por amor a Él.

Dondequiera que iba, me acusaban, me golpeaban y me expulsaban de los lugares solo por ser esto: la novia de Aquel Rey.

Desde su partida, he sufrido maltratos, acusaciones y calumnias, solo por pertenecerle. A pesar de no negar mi amor hacia Él, me repudiaban, y no solo sufría persecución física, sino también emocional. Las burlas, sobrenombres y críticas hacia mi persona me afectaban profundamente. Sin embargo, estaba dispuesta a soportarlo todo, no importa lo agotador que fuera.

Por el amor que tenía hacia Él, se burlaban diciendo que jamás mi amado volvería por mí. Decían que Él se había olvidado de mí, y esas palabras mataban mi fe. Cada vez que miraba el regalo de mi novio, recordaba nuestro pacto de amor.

El Regalo de mi Novio: El Regreso | Novela CristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora