Capítulo 4: Distracción

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"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra."

Colosenses 3:2 RVR1960

Finalmente llegué a casa, sintiéndome aliviada de poder descansar tras haber soportado golpes, malos tratos y burlas. Solo quería reposar mientras esperaba su regreso. De repente, un ruido me sobresaltó: era la puerta del carruaje que se abría, indicando que habíamos llegado a nuestro destino.

Con cautela, bajé del carruaje y caminé hacia mi hogar, acompañada por unos hombres. Al ver sus rostros serios, supe que los guardias querían hablar conmigo. Sin embargo, al girarme, noté que el ejército del Rey me escoltaba hasta la entrada de mi casa. Simplemente continué caminando.

Un mensajero de mi Señor me esperaba en la puerta. Entré en casa y él me siguió. Observé a este señor de cincuenta y tantos años, cuyo semblante serio y sin expresión me intrigaba. Sin mediar palabra, lo invité a acercarse en la pequeña sala y me senté mientras él permanecía de pie.

—¿Cuándo regresará? —pregunté, refiriéndome a mi Amado.

—Nadie sabe el día ni la hora de su regreso —respondió él automáticamente.

Desesperada, solté un pesado suspiro. No podía soportar la espera. ¿Qué novio dejaría a su prometida tanto tiempo en un lugar tan hostil? Vivía en una ciudad que me veía como una traidora por servir a un reino rival.

—¿Cuánto más? ¿Cuánto más? —me levanté nerviosa. —Ya no soporto esta ciudad malvada y sanguinaria. No pertenezco aquí. Perteneczo en sus brazos —lloriqueé.

Las lágrimas no cesaban y mi pecho dolía solo de pensar en lo que estas personas podrían hacerme ahora.

—«¿Estás lista?» Pregunta el Rey, ¿tienes tu regalo en manos? —inquirió sin emoción en su voz.

El temor me invadía, pensando en las maldades que la ciudad podría infligirme. No sabía hasta dónde llegarían para destruirme, para hacerme dejar de amar a mi Amado Rey.

Pensaba en mi Amado, mi Rey y Salvador; cómo me había amado primero, dándome fuerzas para seguir adelante. Aunque el miedo era grande, recordar cómo me eligió cuando fui despreciada me hacía cuestionarme: ¿Cómo podría dejar de amarlo? Era imposible; solo deseaba estar con Él.

Decidida, esperaría el tiempo que fuera necesario.

—Prometo volver pronto por ti —dijo por última vez

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—Prometo volver pronto por ti —dijo por última vez. —Por favor, no te olvides de mí.

Sus palabras y la mirada que me dio me llenaron de seguridad de que regresaría.

El Regalo de mi Novio: El Regreso | Novela CristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora