Prólogo

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5 años atrás...






Dentro del campo de batalla nada estaba escrito, por más estrategias existentes siempre había una sorpresa que cambiaba la suerte de uno mismo o del enemigo, con una plegaria a los dioses se pedía ser uno de los afortunados en jugar bien sus cartas y ser el vencedor, no sin antes dejar un gran sacrificio, la sangre de su ejercito, las miles de almas que desfilaban en nombre del emperador bajo el bien del imperio.

Y aunque su sacrificio fuese heroico no dejaba de ser trágico.

Eso mismo pensó Lan Wangji mientras caminaba entre ruinas y cuerpos mutilados, ningún guerrero se encontraba intacto y los que corrían con más suerte aún conservaban su cabeza y alguna extremidad, seria imposible reconocer a todos y decir que su sacrificio había válido la pena. Porque no fue así.

Estúpidamente cayeron en la trampa, una que el mismo Wangji abrió paso sin saber lo que les depararía. Lejos de subestimar a su enemigo estuvo más centrado en ellos y en cada uno de sus movimientos. Sin embargo, pese a su corta edad el segundo príncipe heredero siempre se guió hacia el primer príncipe del reino vecino mas no fue él quien desmanteló sus defensas sino aquella a quien muchos temían por su forma sádica de pelear y solo en ese momento Lan Wangji corroboró todos los rumores que de cernían sobre su enemiga.

Fue una lástima pelear en pleno invierno, el suave manto de la nieve era profanado por las innumerables manchas de sangre, creaban una nieve roja, igual de fría y con el toque agrio de la muerte que jamás se borraría en la mente del príncipe. Todas esas almas juraron protegerle y cumplieron con su deber después de saber que su plan principal fracasaría.

Aún con su espada en manos lanzó una plegaria al cielo en nombre de todos ellos y al terminar siguió su camino fuera del campo, solo hubo un rastro de sangre que logró salir de todos los manchones carmesí, entre gotas le guiaron por el sendero más cercano, una caminata larga gracias a su pierna lesionada. Al llegar a la cima y con claras intenciones asesinas de derribar a su enemigo Lan Zhan se paralizó al ver la imagen más peculiar de su vida.

El único cuerpo medianamente intacto que pudo encontrar fue el de su general, un cuerpo inerte yaciendo entre la nieve mientras que la parte restante, su cabeza, permanecía empalada con su propia espada ¿Lo más extraño? Ver al causante tararear una simple canción y solo deteniéndose al percibir su presencia.

Su alteza, sigue con vida...


Su rostro era hermoso, incluso la mancha en una de sus mejillas le hacia embellecer el aura asesina que le rodeaba. Con una espada envainada en su cintura y una flauta en manos, no hubo intenciones de querer pelear con él, ni el más minino rastro de defensa, solo una amplia sonrisa, tan bella y desencajante del ambiente que no parecía que esa mujer hubiera hecho tal masacre... Solo al ver lo restante, un uniforme cubierto de sangre y la evidencia del último hombre derrotado detrás de ella.

¿Como alguien tan bella podría ser tan letal?
 
Lan Zhan ni siquiera tuvo el valor de amenazar a su enemigo, había quedado derrotado desde el instante en el que fue atrapado por esa sonrisa.

Intransigente | Mo Dao Zu Shi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora