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La garganta le quemaba, la tenía seca. Sus pasos eran pesados y ya no tan rápidos. Jadeaba intentando que el oxigeno llegara a sus pulmones, había estado corriendo mucho, y el cansancio ya le pasaba factura. ¿Por qué el bosque le parecía tan lejano a la ciudad? Creyó perderse, lo cual era extraño, ¿Ése no es el mismo edificio que pasó hace diez minutos? ¿Iba en círculos?. Gruñó con molestia, estaba agotado, perdido, el bosque estaba tan lejos, y aquel alfa con aquella mujer extraña ya le pisaban los talones. ¿Qué demonios tenía esa ciudad?. 

Inútilmente llegó a un callejón, con muchas luces de neón que quemaban sus ojos. Lo más extraño era que no se escuchaban personas en un radio de un kilómetro, salvo sus perseguidores. ¿Estaba soñando? Ojalá sí, esa mujer era aterradora. Vio una pared cerca de él, si la cruzaba podría salir del callejón, aunque no le garantizaba despistar a quienes le seguían, podría por lo menos tener una ventaja. Suspiró vagamente mientras se preparaba para intentar saltar la pared de dos metros, en otras circunstancias no le contaría tanto; pero estaba agotado, así que representaba ahora mismo un gran esfuerzo. 

Corrió la distancia para tomar impulso y poder saltar. Lo que no se esperó después de pasar la pared, fue ser apresado por una especie de látigo metálico, que, justamente, manejaba la mujer que le perseguía. Sintió un tirón con una fuerza sobre humana, le fue inevitable no caer al piso. La muy descarada le puso la bota de tacón izquierda en el hocico. Pudo detectar cómo se acercaba el alfa. Al otro lado de la calle él cruzó, hacia dónde se encontraba tirado y amarrado a los pies de la mujer, sólo que, iba en forma humana. El alfa sonrió con satisfacción y le dio dos palmaditas en el hombro a la mujer, pareció alagarla; porque ella se sonrojó. De su chaqueta negra, con la mano desocupada, ella sacó una varita de metal, él le tendió una hoja y ella escribió con la varita, cuando terminó de escribir, la hoja se incendió. Lo cual, fue muy raro. ¿Brujería? Tal vez. Quizá por eso la bella mujer era aterradora. Unos minutos después, algo aún más raro que el papel incendiándose, pasó. En medio de la desértica calle se abrió un círculo dorado, bastante chispeado, y de él salieron tres humanos, con las mismas pintas de la mujer.

Definitivamente, ésta ciudad es rara.

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Alec se acercó, dejando atrás a dos cazadores de sombras, a su madre y Luke; quienes estaban hablando, ignorado lo incómodo que estaba el lobo bajo la bota de Maryse. Se rascó la nuca con los nervios en punta, la escena enfrente suya era tan linda y amigable que le incomodaba. Carraspeó al llegar a ellos, y por la cercanía pudo notar las mejillas rojas de su madre, desvió la mirada, centrándose en el lobo.

–¿Es él?

Preguntó lo obvio, ganándose una mirada extrañada de Luke y una divertida de Maryse. Cerró ambos ojos, maldiciendo que su incomodidad le hiciera quedar mal. Mas su madre es piadosa y le hace el favor.

–Es él, Alec. Ya lo atrapamos. – sonrió, tan bonita.

Asintió abochornado, incapaz de devolverle la mirada a los adultos en frente suya. Hizo una seña a Raj y este junto con su compañero se encargaron de arropar y esposar al lobo, ahora humano desnudo. Por su parte los dos cazadores regresaron por el portal, llevando consigo al licántropo.

Se recompuso, es un líder. Miró a su madre con el temple digno de un Lightwood.

–Quiero el reporte del caso en mi escritorio, más tardar mañana en la mañana, madre.

Luke rió. Alec frunció el ceño al escucharlo.

Con una palmada en el hombro y rodeando ambos con su brazo, Luke abrazó amigablemente a Alec.

–Vamos a mi camioneta, Mary ya hizo el reporte antes de que empezáramos la cacería.

Eso sorprendió a Alec, e hizo reír entre avergonzada y orgullosa a Maryse.

–Dificilmente, en el trabajo, algo no sale como lo planeo.

Dijo ella, con la quijada en alto.

Los tres se aproximaron a la camioneta de Luke, que estaba aparcada a una cuadra y media de allí. Una vez con el folder en la mano, Alec miró a Luke, por primera vez, con sospecha. Ya que este no paraba de compartir miraditas con su madre. Eso le incomodó más. Hasta sintió un escalofrío, el muy exagerado.

–Si me permites, Alec, llevaré a Mary por una copa, un caso resuelto con éxito merece celebrarse.

Maryse miró con ojitos brillantes a su hijo, y Alec no pudo evitar sentir náuseas al repetir en su mente las palabras de Luke. El alfa estaba muy despreocupado, y su madre emocionada, ¿Por qué era el único incómodo?. Carraspeó al notar que se había quedado en silencio más de lo necesario. Y, a duras penas (sin saber porqué), dijo.

–No tengo problema.

Luke sonrió y ahora rodeó la figura (pequeña en comparación con el alfa) de su madre. Ella miró a Luke con ojitos soñadores, a la par que sostenía su mano. Aunque ninguno de los adultos –involucrados– lo supiera, ahí entre ellos surgía algo más allá de un simple compañerismo efímero.

Pero Alec sí que lo notó, y no evitó llevarse una mano al pecho, justo al sentir una punzada ahí.

Baby Steps.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora