Capítulo Once (PAUL)

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Dieron las doce mientras entraba en la asesoría.

No sabía a quién me iba a encontrar.

¿Estaría Holly? ¿Accedería a recibirme? ¿O por el contrario, habría pasado mi cuenta a las manos de otro asesor?

La secretaria de Holly me hizo pasar a su oficina, que estaba vacía. Me senté a esperarla.

A los pocos minutos entró en la oficina.

-Disculpe la tardanza -dijo Holly, cerrando la puerta a su paso-, la reunión de la que acabo de salir, se ha alargado un poco.

La vi sentarse en su silla, como si estuviéramos separados por kilómetros.

-De acuerdo, lo primero que tengo que decirle es que he encontrado una anomalía en sus cuentas, puede que no sea nada o puede que lo sea todo.

Noté que no se fijaba en mí más del tiempo necesario, rehuía mi mirada. Me trataba de manera profesional.

A la luz de los acontecimientos, no podía juzgar su actitud. Y mucho menos sabiendo lo que venía a decirle.

-Tirando del hilo podremos saber a dónde fue a parar todo el dinero que le falta señor Rudd, es simple pero el proceso puede que sea más complicado. Aunque eso es una victoria.

Hablaba de corrido, casi sin pestañear. Como si se hubiera aprendido un guión antes de hablar.

Se había creado una coraza para no dejarme ver su dolor, su desesperanza.

No podía culparla, aquí el culpable era yo.

-No he venido por eso Holly.

-Para no complicarle con tecnicismos, esto se basa en recorrer factura tras factura en sus libros y averiguar en qué punto desaparece el rastro del dinero.

-Holly -dije ante la imposibilidad de entablar una conversación con ella-, para un momento.

-Y así, tal vez en un mes como mínimo conseguiremos dar con un rastro tangible para presentarlo a su abogado.

Seguía hablando impersonalmente, como si en vez de conmigo estuviera hablando con otra persona.

-Esperamos progresos que le ayuden en su juicio, pero por el momento, eso es todo lo que tenemos.

Me levanté de la silla y di un golpe en la mesa que retumbó en la oficina.

Conseguí que me mirara.

-Holly, hay algo que quiero decirte.

-Habla -me dijo de forma seca y rompiendo por fin con el papel que traía preparado.

-Yo he estado estos días pensando sobre lo nuestro. Voy a volver con mi mujer.

Era lo mejor para los dos. Yo tenía una familia, y ella era joven y podía recomponer su vida con otra persona que la mereciera más que yo.

Esperé unos segundos, pero no me respondió.

¿Es que acaso se había quedado sin sangre?

-¿Me has oído Holly? Lo nuestro se ha acabado.

La vi recomponerse poco a poco. Como si despertara del sueño brumoso.

Bajó la cabeza hasta apoyarla sobre el escritorio.

Volví a esperar, ella tendría algo que decir.

Lentamente, levantó su cabeza y me miró.

-Ahora mismo, vas a salir de la oficina y vas a pedirle a mi secretaria que te de el número de Jordan Gates porque prefieres que te asesore un hombre. Alega cualquier estupidez que se te ocurra. Hazlo. Y cuando salgas por esa puerta, todo se habrá acabado.

La miré atónito.

Seguro que lo tenía previsto.

Yo esperaba que se derrumbara y me pidiera por favor que me olvidara de Julie. Es más, venía preparado para no dejarme convencer. Y ella hacía esto.

Había luchado contra el cariño que le tenía, salvando las diferencias entre Julie y Holly, y lo que cada una de ellas representaba para mí.

Pero si esa era la manera que tenía de afrontarlo, ¿quién era yo para decir lo contrario?

Sin reconocerla, salí e hizo lo que me pidió.

Bastante sorprendido, recibí una llamada de Holly a mi teléfono unas horas después de salir de su oficina y de su vida para siempre.

Se ha arrepentido, va a pedirme que vuelva con ella y que olvide todo lo que pasó.
No. No se lo voy a coger. He hecho lo mejor que he podido, no nos merecemos engancharnos a una relación como ésta.

Pero descolgué el teléfono de todas maneras.

-¡Escúchame hijo de puta!

Esa voz no era de Holly, ¿quién me había llamado?

-¡Holly esta ingresada en el hospital por tu culpa!

-¿Qué? ¿Qué Le ha pasado? ¿Y quién eres?

-Soy Zoe, amiga de Holly. Y por ella sé lo que has hecho ¡pedazo de cabrón!

-¿Qué le ha pasado?

-Ven tu mismo y compruébalo.

-Dime dónde.

-Hospital Santa Piedad, habitación 347.

Corrí como nunca hacía el hospital, sintiendo que el corazón se me salía del pecho.

¿Que había pasado? ¿Había sido Holly tan inconsciente como para herirse a sí misma?

Cuando llegue a la puerta de la habitación del hospital, respire profundamente un par de veces para serenarme.

Estaba dormida en la cama.

Miré sus muñecas y no vi lesiones suicidas.

-¿Qué ha pasado Holly?

Dije acariciándole la mano izquierda.

-¿Quién es usted? -dijo una enfermera que entraba en la habitación.

-Soy su pareja -dije rápidamente.

-De acuerdo, espere unos minutos y vendrá el doctor para informarle -dijo mientras regulaba el gotero conectado a Holly.

Unos minutos después, el doctor Florens hablaba conmigo de Holly.

-Fue ingresada de urgencia por una hemorragia.

-¿Una hemorragia?

-Sí, una hemorragia provocada por un aborto natural. Siguiendo el proceso habitual...

Pero yo ya no estaba escuchando.

Un aborto. ¿Estaba embarazada?

Asentí a algo que me dijo el doctor sin enterarme bien y me dejó sólo con ella.

Volví a cogerle de la mano, cuánto desearía que despertara y hablar con ella.

Sentía que había sido un insensible al cortar con ella cómo si ella no significara nada para mí.

Y ella, embarazada y sufriendo.

El último beso [FANFIC Paul Rudd]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora