Prólogo

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Mi nombre es Elizabeth Hidden Vestra tengo dieciséis años y vivo en un pequeño pueblo llamado Villa del Rio, cerca de los Pirineo en la frontera entre España y Francia. Mi casa consiste en una cabaña de dos pisos, similar a la casita de los cuentos de hadas como el de Heidi. Y al igual que Heidi no tenía padres, bueno a mi parecer no tengo, yo no era huérfana, ni de madre ni de padre. Ambos poseían buenos puestos de trabajo. Ella era bióloga en una universidad de Londres y él era director de algunos museos arqueológicos en Alemania. Lo que más les unía no era yo, su única hija, si no su obsesión por el trabajo. Y como yo era aún menor de edad, mi abuela fue la que me crió, desde que tenía cuatro años. Yo tan sólo era una pequeña niña con cabellos negros azabache corto por los hombros, piel aceitunada, ojos castaños y una nariz pequeña y fina, por trece años habría olvidado facilmente ha mis padres de no ser por dos cosas;

-Los libros que me regalaban cada unos el dia quince de noviembre por mi cumpleaños. Él me regalaba libros relacionados con la historia y ella sobre plantas o animales.

- Y una foto en la que aparecía un joven de unos treinta años con los ojos claros, una nariz fina, pelo rubio por las orejas despeinado como si una mano le hubiera dado una pasada veloz, en sus brazos había un bebe de unos pocos meses rodeado por una manta blanca, con un 'chupe' de color rosa palo y unos finos cabellos negros en su pequeña cabeza, sus ojos estaban cerrados y sus manitas sostenían dos dedos, uno en cada mano, en la mano izquierda tenía el dedo de su padre y en la derecha tenía el de su madre, una mujer con el cabello castaño recogido en una coleta de caballo, con los ojos marrón oscuro, con una gran sonrisa en el rostro, tan grande que permitía ver casi al completo sus dientes rectos y casi blancos.

Ambos parecían las personas más felices en toda la faz de la tierra. Y el bebe, que en sus brazos plácidamente dormía, vería como poco a poco toda la felicidad se truncaría con la llegada de dos cartas, una procedente de Londres y otra desde Alemania, con solo cuatro años tuve que despedirme de mis padres y vivir con mi abuela en la colina.

Mi abuela desde que tengo uso de memoria, les decía a todos, en especial a los más pequeños, que tenía más años que el árbol más viejo de la zona -se trataba de un alcornoque a los pies de la colina donde vivimos, con alrededor de doscientos años- ella misma decía que había presenciado su crecimiento desde ser tan solo una frágil ramita. En el pueblo todos le llamamos Ya-ya, nadie, ni tan siquiera yo sabíamos su nombre real, tal es el punto que un dia la vi cambiar el nombre y apellido de su DNI, cambiado a María Hidden, tomando así el apellido de su marido, al cual tampoco nadie ha conocido, ni siquiera mi madre, su hija.

Era una mujer menuda y algo encorbada, apenas llegaba al metro sesenta, su cara a pesar de las abundantes arrugas, transmitía vitalidad y tranquilidad, sus ojos eran iguales a los de mi madre y los mios, aunque los suyos se asemejaban mas a un pozo sin fondo, su piel era aceitunada con pequeñas manchas a causa del paso de los años, su pelo en antaño negro azabache como el mio, lucia unos cabellos blancos en la raíz y negros en las puntas, tan largo que se lo recogía en una gran trenza que le llegaba hasta la cintura. A pesar de su edad poseía una gran agilidad, y aunque nadie lo sabe, tampoco nos importa, es una gran mujer que ha ayudado mucho, si ella nunca nos lo ha querido decir nadie ahora va ha precionarla. Aunque los más curioso, me cuento entre ellos, preguntabamos a los veteranos del pueblo por ella. Nadie la conocia mucho más que yo, y la mayoría no se recuerda nada mas allá de los noventa.

A mi abuela le tengo tanto que agredecer, me enseñó todo lo que se, a leer, a vestirme,... y tantas cosas más. En cambio a mis padres, Chloé Hidden y Juan Vestra, lo único que les agradezco es el nombre que me dieron. Pero ahora que ya sabéis sobre mi y mi pasado, sabreis sobre lo que ocurrio ese día para que mi vida cambiará tan drásticamente.

Elizabeth y los siete reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora