Capítulo 4

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Sorpresas inesperadas 3/3

13 de octubre de 2017

Olvidé bajar la persiana la noche anterior, así que fueron los rayos de sol los que me despertaron, a las ocho empecé a moverme en la cama, para tomar otra postura en la que pudiera dormir y no me diera el sol, al dar la vuelta noté como un olor desgradable me entraba por las fosas nasales, era un olor horrible, una mezcla entre leche podrida y basura. Me tapé la nariz con la mano izquierda, haciendouna pinza con los dedos. Mire al mi alrededor para descubrir de donde venía ese olor. Mis ojos se abrieron como platos, encima de mi cama había un líquido verde, era asqueroso, el líquido estaba por la sábana, mi almohada y el ¿marco de la ventana?, "algo" había eclosionado en el huevo y salido por la ventana, me asomé por la ventana sin tocar el líquido, las manchas biscosas iban en dirección al bosque, pero no en línea recata como si fueran rectando, si no más bien en saltos.

Me levanté y quité todo el juego de sabanas, iría a la pila vieja de detras de los establos antes de meterlo en la lavadora, para quitar la mayor parte e impedir que mi abuela lo viera.

Baje con las sábanas en mis manos, antes de entrar en el salón, me asomé sigilosamente para asegurame que Ya-ya no estuviera cerca, y no, no estaba. Solté un suspiro de alivio y me dirigí a lavar las sábanas.

Después de lavarlas y dejarlas tendidas, fui de nuevo a mi habitación

- AAUU- chille cuando me pincho en la plata del pie

'Joder, con las prisas me olvidé de ponerme mis zapatillas' pense mientras inspeccionaba mi planta del pie, había un trozo de la cáscara incrustado, lo saqué y una fina línea de sangre empezó a emanar de la herida. 'Mierda' dijé mientras buscaba unas una tirita y algo de vetadine, cure la herida, puse la tirita y me puse unos calcetines para impedir que me rozará mucho.

A los pies de la cama estaban las cáscaras, era una pena que hubiese durado tan poco tiempo entero, aún seguía sin saber que clase de animal era. Pero no hay mal que por bien no venga, al menos ya no tengo que preocuparme por él, lo que si me preocupa era el camino de piedra.
¿Quién crea un camino en un bosque al que esta prohibido el paso?, no tiene lógica.

Bajé al salón para coger mi portatil y buscar algo sobre ello.

Pero de camino me pare en seco, la puerta se abrió y por ella entró mi abuela con una maleta en la mano izquierda y un rostro cabizbajo y serio.

- ¿Qué pasa abuela?, ¿y esa maleta?

- Preguntales a ellos- dijo mientras giraba rapidamente su cabeza hacia atras y se adentraba a casa

- ¿Ellos?- la seguí con la mirada, dando la espalda a la entrada

- Hola Elizabeth- Era una voz dulce y aterciopelada, pero me era familiar ¿Donde la había oído?

Me di la vuelta y enfrente mía había dos personas, un hombre y una mujer, el era alto y con el pelo corto casi canoso, de ojos claros y una nariz fina, tenía unas gafas redondas finas de bronce, llevaba una gabardina gris hasta las rodillas, una bufanda negra, vaqueros azul marino y unos zapatos negros, su mirada era sebera
severa y calculadora. La mirada de alguien muy serio.

La mujer era totalmente diferente, era alta también aunque le llegaba al hombro de su acompañante su pelo era castaño aunque tenía leves canas entre los cabellos, sus ojos eran oscuros, como los mios, llevaba un vestido de manga larga azul marino y unos zapatos de tacón alto negros.

Ambos llevaban maletas, sus rostros me eran muy familiares... ¿Eran...?

- ¿No vas a saludar a tus padres?- si lo eran, era Juan y Chloé, mis padres

Mi madre dio un paso adelante, extendió sus brazos, queriendo rodearme con ellos. Pero yo dí un paso atrás, instintivamente.

- ¿Por qué?- fue lo unico que dije, se que si me pusieran un espejo enfrente me vería con una cara entre asombro y odio

- Somos tus padres- dijo él, con una mirada llena de mucho menos cariño

- Biológicamente puede, pero emocionalmete soy unos desconocidos- di otro paso atrás

Mi madre extendió su mano queriendo coger mi muñeca, no para regañarme, si no para acercarme a ella

- Cariño...- dijo mientras me rozaba en la muñeca, ese tacto no lo soportaba, le di un mantazo y subí a mi habitación

Cerré de un portazo y me quedé sentada en el suelo con la espalda apoyada en la pared.

'¿Qué hacían ellos aquí?' Era lo único que podía pensar, no tiene lógica. No me han visto en doce años y vienen así por las buenas. Parecía como si esperarán que nada más verles saltará a sus brazos, al menos esp parecía de mi madre, mi padre parecía un robot, carente de sentimientos.

Pasaron unos minutos en silencios, durante ese tiempo estuve con la cabeza entre las piernas y los brazos roseando mis rodillas, no tenía ganas de llorar, pero me gustaba estar en esa posición.

Hasta que alguien tocó a mi puerta

- ¿Puedo pasar?- se trataba de Ya-ya, me levanté y la dejé pasar. Cerré la puerta nuevamente una vez ella se sentó en mi cama

- ¿Estas bien cariño?- sus ojos me miraban fijamente

- Si, pero no entiendo que hacen estos aqui- dije mientras señalaba a la puerta con el pulgar

- "Estos" son tus padres- dijo muy seria

- Pues no es que lo hallan ejercido mucho

- Lisa sabes mejor que nadie que ellos solo lo hicieron para darte un futuro

- Si un futuro, un futuro con medios, pero nunca supe que es dar un regalo el dia de ma madre, que tu padre te cuente un cuento por las noches, que tu madre te prepare tu tarta favorita por tu cumpleaños...- no pude seguir, pensar en todas las cosas que me perdí me derrumba, me tire sobre mi cama y lloré fuertemente contra la almohada

Mi abuela me dio unas suaves palmadas en la espalda, me dió un beso en la cabeza y me dejó sola en mi habitación, "gracias" pensé, se que cualquiera querría que se quedará alguien con quien desahogarse, pero yo no, yo prefería tumbarme, escuchar música y llorar hasta quedarme dormida o hasta que se acaben las lágrimas.

Dieron las una menos cuarto cuando mi telefono empezó a sonar, alguien me había manda un mensaje. Cogí el móvil, era un mensaje de Rafa.

   - Ey Lisa, quedamos en el Story pa tomar algo???

   - Si, a las una estoy allí

   - Ok

Cogí el mismo jersey de ayer, unos vaqueros negro, mis deportivas blancas y guardandome el movil en el bolsillo salí de mi habitación y bajé las escaleras.

En la entrada cogí mis llaves y estaba a punto de abrir la puerta pero una voz me paró

- ¿Te vas?- era mi madre

- Si he quedado- dije friamente, tal vez más de lo que yo pretendía

- Bueno... ¿Vendrás a comer?- su voz sonaba apenada

- No creo

- De acuerdo- se acercó a mi y me dio un suave beso en la frente- Pasatelo bien

- Adiós

Cerré la puerta detrás de mi, y con la punta de los dedos me di en el lugar en que me había dado el beso, ¿era el primer beso que me daba mi madre?, no recuerdo ninguno antes.

Sacudí la cabeza y empezé a andar en dirección al pueblo.

- ¿PORQUÉ?, NO TENÍAS QUE HABER ENTRADO, TU NO DEBÍAS SER.

Di un brinco, esa voz sonaba autoritariay bastante cabreada, ¿era la misma que ayer?, mire a mi alrededor pero no había nadie, sentí como si algo me pusiera una mano en el hombro. Di un manotazo en el y salí corriendo como alma que lleva el diablo.

Elizabeth y los siete reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora