Capítulo 30 "No te olvidaré"

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Aquella mañana, el muchacho de cabellos azules se levantó de la cama y se estiró de pies a cabeza. Este era un día más de su existencia y planeaba salir y conseguir un empleo. Ya bastante le había ayudado su amiga y era momento de que él también aportara algo, o buscar un lugar que pueda pagar para quedarse.

Salió de la habitación y caminó hacia el cuarto de baño directo a darse una buena ducha. Aún se sentía bastante cansado y atontado. Estiró el brazo hacía la regadera para girar la llave del agua caliente cuando vio en su muñeca colgar el brazalete tejido. Rió burlón y giró la llave.

¿En qué momento se la puso? Se suponía que la tenía jugando en sus manos.

Daba igual.

Pronto ya estuvo dentro del chorro de agua, escuchando cómo tintineaba el accesorio en cada movimiento que hacía para enjabonarse y a su vez enjuagarse.

Pronto, salió de la ducha y caminó de nueva cuenta a la habitación para vestirse. Eran casi las diez de la mañana y aún no escuchaba sonido que dijera que Maggie y Puppet ya estaban despiertas.

Se levantaban temprano, Puppet tenia que ir a trabajar y de vez en cuando Maggie la acompañaba. Para entonces pasaban de las nueve.

Una vez vestido, caminó a la cocina y vio adherido en la puerta de la nevera una nota. La tomó en sus manos y leyó. Había salido. Era de esperarse.

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Por las calles desoladas del lugar, los pasos resonaban en las paredes huecas. Como lo recordaba. Grafitis por doquier, olor repugnante o a quemado... Pero el callejón que buscaba no era para nada mal oliente o desagradable, sólo un poco tenebroso si caminas por ahí ya sea de noche, solo, o ambas cosas.

Sus pasos se detuvieron frente a la puerta de la guarida grisácea. Suspiró. Había llegado al lugar en el que había conocido lo que era tener "hermanos".

Torció un poco su boca con el puño alzando a punto de tocar. Había pasado bastante tiempo y no sabía en absoluto cómo podrían reaccionar.

Pensándolo mejor, abrió el puño y bajó un poco la mano. ¿Para qué tocar? Ellos sabían que nunca lo hacía.

Abrió La puerta empujándola con la palma de su mano y para su sorpresa no vio a nadie. Estaba en silencio. Quizás salieron a molestar nerds o a grafitear paredes de mansiones o casas abandonadas.

Eso creyó, pero en unos segundos después escuchó pasos acercarse. Alzó a mirada y lo vio. El pelinaranja sonrió asombrado.

Inmediatamente corrió y la abrazó. La pelirosa correspondió también el abrazo, con algo de extrañeza pues no era algo normal que abrazara a alguien aquel muchacho.

- Maggie..! Hasta que te dejas ver, niña

- Ya estoy aquí, cálmate

Los dos sonrieron separándose del abrazo.

- En dónde está Deuz?

- Te lo diría, pero ni siquiera yo lo sé

- No digas estupideces. Tú y yo sabemos bien lo malo que eres al decirle a alguien una mentira.

- No, no, de verdad que no lo sé. Simplemente no está

Ambos se miraron un par de segundos y empezaron a platicar. Finalmente, se escuchó nuevamente abrirse la puerta de la guarida permitiendo ver a un moreno de cabellos obscuros, quien a su vez, los miró incrédulo y sobre todo nervioso al mirar a la pelirosa.

- ¿Qué haces aquí, Maggie?

- Yo también me alegro de verte -respondió con sarcasmo. Pronto ya estuvieron frente a frente mirándose.

TODNNIE: El amor no sabe de clases sociales (parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora