La aceptación

31.1K 627 312
                                    

La mañana se veía espectacular, con los rayos de sol entrando a mi recamara con toda su intensidad mientras las cortinas se mecían suavemente por la deliciosa brisa, dándole a todo un aspecto como de película de Disney.
Y mi sonrisa no dejaba dudas: Me sentía súper feliz, radiante, la chica más sensual del universo, y con total vanidad salí de la ducha y fui completamente desnuda a mirarme al espejo, dando coquetas vueltecitas frente a él mientras reflexionaba sobre los últimos días.
Carajo, ¿Por qué siento así?
No sabía si era por el bonito gesto de Mateo ayer en la cancha de futbol, o por todas las pequeñas travesuras sexuales que habíamos vivido las últimas semanas, pero sea lo que sea la imagen en el espejo era contundente...
Nunca me había visto mejor, casi como si cada célula de mi cuerpo estuviera rebosante de esa felicidad. Mi piel brillaba deliciosamente con la luz de la ventana, mis pechos se veían sensualmente firmes y curvilíneos, mis piernas y cinturita se veían aun mas estilizadas que antes, y hasta el color de mis ojos me parecía más verde que lo normal.
Sin duda, espectacular.
"Es más, -Me dije inclinando la cabeza con una sonrisa coqueta. -Hasta el Collarcito se ve lindo."
Sin poder evitarlo deslicé mis dedos por el perverso Collarcito hasta llegar a la plaquita que tenía enfrente, y cuando la leí no pude evitar sonrojarme como si fuera la primera vez...

Megan Loera
Propiedad de Mateo Balcázar.

Me mordí los labios sintiendo una mezcla de morbo y excitación. Sin duda, ¡Como había cambiado mi vida en estas semanas! Y todo se lo debía a él...
...A Mateo.
La preocupación volvió de golpe a mi rostro. "¡Mateo! Ay, ¿Como habrá amanecido? ¡Tengo que ir a verlo ya!"
Con mucha prisa fui a mi closet y saqué de mis cajones una perversa tanguita morada, la cual deslicé rápidamente por mis piernas sin poder evitar sentir el usual calorcito en mi cuerpo, y entonces me puse unas mallitas negras y bra deportivo del mismo color, complementando todo con unos simpáticos tenis blancos y dejando mi cabello en una colita de caballo.
"Ojala le guste verme así." Me dije con una sonrisita apurada mientras me veía una última vez al espejo, pero de repente alguien tocó a la puerta y salté asustada. "¿Q-quién es?"
"Claudia." Me respondió una voz muy tierna.
Muy emocionada abrí la puerta y ahí estaba Claudia, sonriéndome con esa carita de niña buena que tiene.
"¡Hola Megan!" Me saludó con un tierno beso en la mejilla y rápidamente fue a sentarse en el borde de mi cama. Pero algo en ella se veía diferente...
Para empezar, su ropa no era anticuada como antes, ya que ahora venía vestida con una faldita verde limón y una blusita blanca sin mangas, complementado todo con su largo cabello café suelto hasta los hombros y unas sandalias muy lindas, lo que en conjunto la hacía ver como toda una muñequita.
Excepto, claro, por el collarcito negro que llevaba en el cuello, igualito al mío.
Pero eso no era todo, porque también traía una bolsita blanca y adentro de ella se podía ver que sobresalía la esquina de un librito negro, lo cual inmediatamente me dio mucha curiosidad.
"Claudia, ¡Que cambio! Te ves súper bonita así vestida."
"G-gracias, Megan, -Me respondió con su usual timidez. -Bueno, he seguido tus consejos, y... bueno, ya ves."
"Y, -Puse una expresión suspicaz. -¿No han dicho nada tus papas al respecto?"
Claudia se rió inocentemente. "Si, creen que es una fase por la que estoy atravesando y hasta que me querían mandar a un seminario católico, pero..."
"¡Un seminario!"
"...Pero no me dejé, aunque por lo pronto mi Mamá ya no me habla."
Me senté en la cama junto a ella y con actitud comprensiva le dije: "Ni te preocupes, algún día entenderá."
"Bueno, -Me miró con total admiración. -Quizás, aunque solo espero ser como tu algún día."
Me enternecí al oírla decir eso y le di un ruidoso beso en la mejilla, aunque de nuevo volteé a ver con curiosidad lo que traía en su bolsita. "Por cierto, ¿Qué traes ahí?"
"Bueno, te quería mostrar algo."
"¿Qué es?"
Claudia puso una expresión enigmática y lentamente sacó el librito de su bolsa, y cuando leí el titulo me quedé en shock:
El arte de la sumisión.
"¿Y eso?" Pregunté extrañada.
Claudia se mordió los labios con actitud traviesa. "Lo compré en internet."
No pude ocultar mi interés por el librito, pero cuando intenté tomarlo Claudia lo alejó de mi. "¿Y de que trata?"
"Pues, de la sumisión."
Juguetonamente intenté quitárselo de nuevo, pero con reflejos felinos Claudia lo volvió a alejar de mi.
"Ay bueno, ¿Y qué tiene de interesante?"
"¡Todo! Es un manual para la gente como nosotras."
"A ver, no entendí eso de "Gente como nosotras".
"Megan, tu sabes perfectamente de lo que estoy hablando. O sea, sumisas. Esclavas."
"Y-yo, -Los colores se me fueron al rostro. -Claudia, yo no soy eso, o sea..."
"Megan, -Puso una expresión suspicaz. -Mateo me ha contado TODO lo que te ha hecho."
"B-bueno, -Comencé a sudar de nervios. -Pero mira, eso no significa nada..."
"¿Ah no? -Claudia respondió con mucha seguridad. -Veamos, Mateo te quitó la virginidad, te sodomiza a cada rato, te amarró la otra vez y hasta le suplicaste que te siguiera dando, te obligó a..."
"¡Ay ya! E-está bien, ya entendí."
"¿Qué eres entonces?"
Meneé la cabeza en infantil negación.
"Megan, aceptarlo es el primer paso, ¿Va?"
"No sé si pueda, digo, es... humillante, ¿No? Admitir eso."
"Bueno, yo no tengo ningún problema admitiéndolo."
"P-pero no es lo mismo, es que... tu eres diferente, tímida y obediente, pero yo NO."
"¿Ah sí? -Claudia se enojó un poquito. -Esto no tiene que ver con la personalidad, sino con el deseo de someterse. Y tú lo sientes tanto como yo, ¿No?"
"Ay, no se..."
"Megan, lo primero que te dice el libro es que hay que admitir las cosas. Es el primer paso. Y tienes que darlo."
Bajé la mirada. "No puedo, es algo muy fuerte, admitir que tengo esos... deseos."
"¿Deseos de...?"
"N-no me hagas decirlo."
"Tienes que."
Me cubrí la cara con las manos. "De obedecer."
Claudia deslizó sus dedos por mi collar y con mucha ternura me dijo al oído: "¿De qué?"
"Ay, ¡Obedecer! ¿Contenta? Y ya no me hagas decirlo de nuevo."
"No fue tan difícil, ¿O sí?"
Meneé la cabeza en negación, pero en el fondo me sentía aliviada, casi como si me acabaran de quitar un gran peso de encima. Quizás se debía a que con Claudia sentía esa confianza que solo se puede sentir con alguien que está en tu misma situación, alguien que te entiende al 100%, y...
...Que te ha comido por horas.
Me sonrojé inmediatamente al recordar eso, el rostro de ella entre mis piernas devorándome sin parar, mientras yo...
"¡Megan! -Claudia me sacudió de los hombros. -¿Te sientes bien? Es que te quedaste callada."
"A-ah sí, yo, perdona, es que me acordé de algo." Respondí sonriendo de forma obvia.
Claudia adoptó una actitud de travesura y volvió a meter la mano en su bolsita blanca. "Te tengo otra buena noticia: Te traje un regalo."
"¡Un regalo!" Salté de emoción.
"E-espera, cierra los ojos antes."
Cerré los ojos y me mordí los labios con anticipación, y mi curiosidad fue en aumento al oír como Claudia sacaba algo que sonaba metálico de la bolsa y se colocaba detrás de mí. ¿Sería una cadenita de plata? ¿Unos brazaletes? ¿Aretes?
De repente sentí algo frío rodeando una de mis muñecas, luego un clic, e inmediatamente lo mismo pasó en mi otra muñeca. Y cuando intenté mover mis brazos la situación fue evidente:
¡Estaba esposada!
"¡Claudia! -Le reclamé de inmediato. -¿!Que estás haciendo?!"
"P-perdona Megan, e-es que... -Claudia tartamudeó de nervios. -T-tengo que hacer esto."
"¡¿Hacer qué?!"
"Q-que tu y... Mateo, den el paso siguiente."
"¡Claudia! ¿Como carajos va a ser posible nada si estoy esposada? ¡Quítame las esposas inmediatamente!"
"N-no puedo, -Claudia se puso aun más nerviosa. -L-la llave esta en el cuarto de Mateo."
"¿¡Qué?!"
De un salto me levanté y por todos los medios intenté quitarme las esposas, pero al cabo de algunos agónicos segundos quedó claro que estaba atrapada, por lo que con mucho esfuerzo intenté controlarme y le dije: "E-está bien, Claudia, ¡Tu ganas! Vamos a ver a Mateo."
"Si. -Respondió ella con visible emoción en su voz mientras se asomaba por puerta para asegurarse de que no hubiera nadie en el pasillo ni en las escaleras. -No hay nadie, sígueme."
Sintiéndome la más estúpida del mundo fui detrás de ella hasta que bajamos a la sala, pero de repente...
"¡Megan!" Dijo mi Mamá con apuros mientras entraba por la puerta principal cargando unas bolsas del supermercado, e instintivamente me apoyé contra la pared para ocultar el hecho de que estaba esposada. -¿Me ayudas a bajar la compra del carro?"
"E-este, Mama, no puedo, Claudia me invitó a comer y ya me tengo que ir."
"¡Claudia! -Mi Mamá colocó la bolsa en la mesa y se le acercó para saludarla efusivamente con un beso. -¡Que alegría que vengas! Tu mamá me ha contado maravillas de ti."
"Ay, Señora, m-muchas gracias, yo..."
Sonreí con nervios y le di una pequeña patadita a Claudia para que no hiciera más conversación que la necesaria, pero mi Mamá notó algo raro en mi actitud y con suspicacia me dijo: "Megan, ¿Que traes ahí?"
"¿Ahí? ¿Donde?"
"Atrás de ti, muéstrame tus manos."
"N-no puedo, es que..."
"Niñas, ¿Que están planeando?"
"No, Mamá, no puedo enseñarte lo que traigo porque..."
Claudia intervino justo a tiempo. "¡Porque es un regalo sorpresa para usted!"
La expresión de mi Mamá cambió de inmediato a total felicidad. "¡Ah niñas! Mi cumpleaños es en dos semanas, pero me alegra que se hayan acordado."
"S-si, era una sorpresa. -Me encogí de hombros y junto con Claudia empezamos a alejarnos hacia la puerta. -Y ahora voy a llevarlo a envolver, ¿Ok?"
Mi Mamá puso una expresión de complicidad y muy feliz se dio la vuelta hacia la cocina. "Está bien chicas, fingiré que no sé nada del regalo, ¿Ok?"
"¡Si Mamá!" Respondí mientras salía corriendo con prisa hacia el jardín hasta llegar a la casa de Mateo, con Claudia siguiéndome muy de cercerc
Entré como avalancha al cuarto de Mateo para reclamarle, pero para mi sorpresa me lo encontré acostado en la cama con unas pijamas ridículas de ositos y leyendo el mismo librito que Claudia me había mostrado. "¡Mateo! ¡¿De qué se trata esto?!"
"¿Megan? -Mateo puso una cara de total sorpresa ante el reclamo, y más cuando Claudia se asomó tímidamente detrás de mí. -¿Claudia? ¿Que hacen aquí?"
"Ay Amo, -Respondió ella con mucha diligencia. -Te traje a tu esclava No2 para la iniciación."
"¿Qué? -Volteé a verla de inmediato. -¿Iniciación? ¿Esclava 2? ¡Mateo!"
"Meg, te juro que no sé, yo..."
Pero Claudia estaba muy emocionada con sus propios "planes", y sin hacernos mucho caso sacó de su bolsita varias velas y las prendió por todo el cuarto, y acto seguido cerró las ventanas, dejando la recamara de Mateo como si fuera el lugar en el que se realizaría un sacrificio o algo.
"Ay Amo, -Dijo Claudia con mucha alegría. -Lea el capítulo 5 del libro que le di."
"¡Pero si apenas me lo diste ayer! ¡Todavía ni leo nada!"
Con cierta impaciencia Claudia se acercó a Mateo y muy animados empezaron a revisar cosas del libro, discutiendo cosas incomprensibles durante un rato, hasta que no aguanté mas y dije...
"¡¿Me puede alguien explicar que es esto?!"
Claudia se rio de forma encantadora. "Es fácil. Megan, ¿Te gusta obedecer?"
De nuevo los colores se me fueron al rostro. "Ay Claudia, no sé, yo..."
"Megan, tienes que dar el paso ahora."
Me mordí los labios. "Ay, ya sabes que si."
"Súper. -Continuó Claudia. Amo Mateo, ¿Le gusta mandar?"
Ahora fue el turno de Mateo de ponerse nervioso. "B-bueno, sí, pero.."
"¿No lo ven? -Claudia nos miró a los dos con expresión de angustia. - ¡Deben decírselo ya y dar el siguiente paso!"
Mateo y yo nos quedamos mirando en silencio durante algunos segundos, y solo atiné a ruborizarme mientras el sonreía tímidamente.
"Ahora, -Claudia leyó muy emocionada del librito negro. -Lo siguiente debe ser la iniciación de la esclava de acuerdo al protocolo de 3 etapas."
"¿Qué? -Puse una cara de susto. -¡¿Que carajos es eso?!"
Mateo le quitó el librito a Claudia y lo leyó con ansiedad, pero por su expresión supe que lo que sea que estuviera ahí escrito le estaba encantando. -Wow."
Sin poder contener la curiosidad intenté asomarme a leer también, pero en el momento que me acerqué Mateo cerró el librito con un gesto juguetón.
"Claudia, -Dijo poniéndose serio. -Mira, aprecio tu intención pero... no creo que Megan este de acuerdo, ella aun está muy segura de todo esto y además el protocolo se ve muy intenso."
"¿Me podría decir alguien que es eso del protocolo?"
Claudia me miró de forma tranquilizadora. "Son 3 pruebas que tienes que realizar para demostrar que eres una buena sumisa, pero..."
"¿Pero qué?" Pregunté con visible interés.
"...Mateo cree que no vas a poder con ellas."
Sin poder evitarlo comencé a sudar ligeramente, con una mezcla de ansiedad y excitación por todo esto. El sentirme así, dominada, siempre me ponía de un humorcito muy especial, aunque claro...
No se los diría nunca.
"U-un momento, -Mateo se puso muy nervioso. - Megan, yo no dije que no pudieras aguantar las pruebas, pero creo que..."
Claudia me cerró un ojo de forma traviesa y abrió el librito. "Ah Megan, pero a mí no me engañas y sé que ese tema te interesa. La primera prueba es... -Hizo una pausa dramática. -La rosa de 5 pétalos."
"Y, -Pregunté con un poco de nervios, ya que eso de los 5 pétalos sonaba súper XXX, aunque noté que Mateo observaba con muchísima atención mis reacciones. -¿Que es eso?"
"Es una prueba súper fácil, sólo tienes que relajarte y recibir un masaje por tu Amo, aunque no debe haber ningún contacto sexual entre ustedes en preparación para lo demás."
Respiré aliviada.
"B-bueno, eso no suena tan mal."
"...Pero tienes que estar completamente desnuda, esposada y vendada."
Se me escapó un suspiro. "Uf, ¿Todo eso?"
Mateo se me acercó con cierta timidez. "Meg, ¿Estas segura? Mira, no tienes que hacerlo, tu solo..."
Pero al tener a Mateo tan cerca y recordar lo que había hecho por mi ayer, no dejaba ninguna duda en mi mente. Si esto lo hacía feliz, lo haría por él.
"Mateo, no te preocupes, quiero hacerlo. Además, es solo un masaje, ¿No?"
"S-si, -Me sonrió cariñosamente. -La primera etapa, pero luego..."
"Ay Mateo, no pasa nada. Quiero hacerlo, y además, suena divertido, ¿No?"
Claudia se puso en mi espalda y abrió las esposas.
"Bueno, si estás segura entonces, hagámoslo. -Dijo Mateo con una ligera sonrisa. -Megan, desnúdate."
Oír eso fue... tremendo.
El corazón comenzó a latirme con fuerza, clara señal de que mi cuerpo reaccionaba a mil en el momento que recibía una "orden", y más cuando ni Mateo ni Claudia me quitaban la vista de encima con lujuriosa expectación.
Con mucha sensualidad agarré los costados de mis mallas y las fui bajando por mis piernas, y acto seguido agarré mi bra deportivo y me lo quité, quedándome sólo con la tanguita y los tenis, pero al verme así Claudia dejó escapar un sugerente "¡Uf, Megan!" y no pude evitar reírme un poco.
Pero todavía faltaba lo mejor, por lo que con algo de pudor deslicé mis dedos por los costados de mi tanguita y la fui bajando hasta el suelo, y al estar completamente desnuda las señales de excitación que mostraba mi cuerpo eran deliciosamente evidentes: Respiración acelerada, pezones firmes y una sutil capa de sudor por toda mi piel.
"Wow, Meg. -Dijo Mateo con total fascinación. -Te ves tan... sabrosa."
"Ay Mateo, vas a hacer que me dé más pena."
Con un simpático saltito Claudia volvió a ponerse detrás de mí, tomó mis manos y un segundo después oí el familiar "clic" que indicaba que me había esposado de nuevo.
A continuación fue a agarrar la silla de madera del escritorio de Mateo y la puso frente a mí.
"Megan, súbete en la silla hasta quedar arrodillada y mirando hacia la cabecera, pero deja las rodillas juntas y la espalda arqueada."
"¡Pero agarra bien la silla!" Le respondí mientras torpemente intentaba seguir sus instrucciones, hasta que después de algunos segundos logré quedar exactamente como ella me había indicado, sintiéndome absolutamente vulnerable en esa posición porque básicamente dejaba TODO expuesto, y más cuando sin avísame Claudia sacó de su bolsa uno de esos "cubre ojos" negros para dormir y me lo colocó.
Aunque debía admitir que la sensación era excitante.
Estar así, amarrada, vendada y expuesta me estaba poniendo como hembra en celo, y si me soltaban en estos momentos seguramente me lanzaría sobre Mateo para violarlo.
Puse una mueca traviesa ante ese pensamiento, pero de repente Claudia deslizó con mucha delicadeza sus uñas por mi espalda, y la sensación fue tan exquisita que me arrancó un suave gemido. "Ahh."
"¿Te gusta?"
Asentí rápidamente, y entonces sentí como vertía una gotas de un líquido viscoso sobre mi espalda, seguramente aceite para masajes, y un instante después reconocí las manos de Mateo deslizándose sensualmente por mis piernas, cintura y espalda en un ciclo sin fin.
"Ufff, que rico." Dije mientras me ponía muy tensa contra las esposas, y en ese momento la traviesa boca de Claudia se apretó juguetonamente alrededor de uno de mis pezones y empezó a succionarlo como si fuera una bebita.
"¡Claudia! P-pero... -Intenté decir con apuros. -¿No que... no se podía tener contacto sexual?"
"Pero esa regla solo se aplica al Amo." Me respondió muy divertida mientras tomaba mi otro pezón entre sus labios y lo chupaba aun con más entusiasmo.
Sin poder hacer nada más me arqueé sobre la silla mientras las perversas manos y bocas continuaban la deliciosa sesión exploratoria con mi cuerpo, hasta que después de varios minutos...
"Ahora, -Dijo Claudia poniéndose un poco seria. -Para que esto funcione los dos tienen que verbalizar todo."
"¿Verbalizar?" Gemí con apuros.
"Si, dile a Mateo lo que sientes, y hazlo con muchos detalles."
"B-bueno, esto... -Puse una carita de angustia. -S-sus manos en mi cuerpo se sienten... uff, súper rico. Me encanta como se deslizan por mi espalda, como me aprietan las caderas, me fascina como usa sus dedos en mi cintura..."
"Mateo, ahora tu."
"¿Yo? -Mateo respondió con voz muy baja, absorto en su tarea de masajear mi cuerpo. -P-pero no sé qué decir...."
"Sólo dile a Megan lo que sientes al acariciarla."
Mateo podrá ser un genio, -Pensé con una sonrisa. -Pero no es nada bueno con las palabras.
Y efectivamente, dudó muchísimo antes de responder, al grado de que pensé que finalmente no diría nada, pero cuando lo hizo fue tremendo...
"Me... me fascinan sus piernas, -Dijo con mucha emoción. -La curvita que se le hace cuando dobla la espalda, y su piel se ve muy sexy cuando suda..."
Sonreí de forma obvia al oír eso, y lo mejor era que Mateo no se detenía...
"...Me encanta su boca. La forma en que se muerde los labios cuando duda, sus ojos tan azules, sus pechos, Dios mío, se sienten tan firmes y redonditos..."
Y yo estaba a punto de perder el control. Claro, yo sabía los efectos que tenía sobre Mateo, pero oírlo de su boca era... uff, indescriptible.
Respiré agitadamente mientras me retorcía sensualmente sobre la silla, pero al verme tan prendida Claudia me dijo suavemente al oído: "Quietecita, ya casi estas lista."
Ay Dios, no sé si pueda.
"Amo, -Dijo Claudia con un gesto juguetón. -Megan está lista. Es hora de la prueba 2: "La Mantis en llamas"."
"¿Q-que? -Abrí los ojos de par en par. -¿La Mantis de qué?"
"¡No te asustes! -Dijo Claudia con una risita mientras me ayudaba a volver a pararme, ya que aún seguía con el cubre ojos. -Ahora arrodíllate y quédate con las piernas ligeramente abiertas, la espalda arqueada y la boca ligeramente abierta."
"Ay, ¡¿Pero en qué consiste la prueba?!" Volví a preguntar con ansiedad mientras me arrodillaba como Claudia había indicado, pero su respuesta fue aún más enigmática:
"La prueba -Otra pausa dramática. -Consiste en que el Amo debe darle cachetadas a su esclava con su miembro, y la sumisa debe aceptar esto como un privilegio y suplicar por poder darle más placer a su Amo."
Me quedé en shock.
Y seguramente Mateo estaba igual, porque no decía nada.
El reto sonaba diabólicamente perverso, a algo que llevaría esta peculiar relación que teníamos al límite de la perversión, pero...
Para dar ese paso se requería un nivel de confianza tremendo, y esta sería la hora de la verdad para Mateo y yo. ¿Nos atreveríamos a darlo?
"Amo Mateo, -Le dijo Claudia con simpatía. -Quítese ya esas ridículas pijamas y póngase frente a Megan."
Mis pijamas NO tienen nada de malo eh." Repeló Mateo con una mueca traviesa, pero por sus pisadas supe que estaba ahora justo frente a mí, con su miembro seguramente apuntando en estos momentos a mi boca.

Sumisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora