SOMOS HUMANOS ¡NO ÁNGELES!

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¡Eres JunMyeon, no Luzbel!

JunMyeon estaba sentado justo al costado de la cama de Chanyeol. Mantenía la mirada en él, ahora estaba en su forma humana, sus dedos iban entrando en el cabello de aquel grandulón hombre, habían pasado más de dos meses, aún había vestigios del apocalipsis espiritual, los humanos apenas entendían el significado de la guerra santa, y los chicos seguían ayudando a la purificación, pero era claro que Yeol estaba más heridos que todos, se había llevado la peor de las partes.

Dios había hablado con Luzbel en un par de ocasiones, le permitía regresar y era lo que él anhelaba, pero tampoco era tan fácil, después de todo el seguía siendo la contraparte de aquel ser demoniaco que podría volver en cualquier momento, jamás sería aceptado. Por otra parte, los chicos tenían el pase a regresar y sus respuestas serían escuchadas en cuanto Yeol despertara y decidiera.

—Quita ese rostro, mi amor.

Dijo Chanyeol en una forma dulce, aún adormilado y algo cansado, fue incorporándose con ayuda de Myeon y cuando noto su brazo sujeto su mano, las huellas de aquella inevitable guerra, el brazo desde el hombro hasta la mano estaba en un tono negro, con quemaduras, esa era el brazo que había cortado en su batalla. —Perdón — Yeol desvió la mirada, pero JunMyeon acuno con sus manos aquel rostro para negar. —Me salvaste.

—¿Cuándo paso? — pues el recordaba que cuando se desvaneció sus brazos estaban bien.

—Un mes después de que caíste rendido, este es el brazo que fue castigado por la divinidad de dios.

—¿Cuánto tiempo ...? — no pudo terminar la pregunta pues JunMyeon se adelantó y le explico que fueron dos meses. YuGyeom entró a la habitación después de tocar y le pidió hablar con Yeol a solas.

JunMyeon salió de la habitación.

LuHan corrió a JunMyeon y lo abrazo con fuerza. Hablaron de cómo era que había despertado, sus amigos tenían algunas heridas y fue cuando entre todos decidieron organizar una fiesta para Chanyeol.

Durante el día entre arreglos y algunos pasteles creados por MinSeok.

Chanyeol fue ayudado por JunMyeon y YiFan que lo llevaron la gran sala de la nueva casa donde estaban siendo alojados.

El día paso entre risas y por la noche cuando el cielo estrellado anunció que estaba por terminar ese día, YuGyeom habló suavemente.

—¿Qué han pensado de la respuesta que darán? Hoy se cumple el plazo.

Todos se quedaron callados y escuchando.

Chanyeol habló primero—No puedo hacerlo, declinó la propuesta, pues en este lugar me crie, me es difícil abandonarlo y aunque soy una reencarnación el día que muera que acabe con esta vida, ese día iré al paraíso, sin negarme.

Todos quedaron sorprendidos y callados, pero de pronto cada uno fue declinando la propuesta y finalmente JunMyeon habló.

—No puedo ir, Luzbel está incompleto, no es perfecto.

Yeol habló con dulzura. —Tú no eres Luzbel, ni Hades, eres JunMyeon el humano. Ellos, ni yo, somos arcángeles, sino humanos.

Dijo cuándo le enseño con la mirada las uniones que ellos habían hecho.

Yugyeom sonrió y hablo suave. —Lo ve señor, creo que sumisión es proteger las almas perdidas, pero no allá arriba sino aquí, hoy día, aquí.

Y entonces una luz cálida los cubrió a todos. La señal de que su decisión era aceptada.

La noche transcurrió, cada uno había ido a su habitación, todos se aseguraron de quedar con quién querían.

Chanyeol se removió entre las sabanas cuando sintió la gran cama sola, se levantó observando a JunMyeon mirando el mar y las estrellas, perdiéndose entre aquel hermoso paisaje.

—¿Qué sucede? ¿Te arrepentiste de tu decisión? —La voz de Yeol era suave y algo gruesa por acabar de despertar. Este negó.

—Toda mi vida y cada reencarnación esperaba morir, sabía que mi destino era morir y ahora qué estoy vivo yo...—Chanyeol se acercó a Myeon y posicionó las manos en su cintura.

—¿Te sientes perdido?

Dijo en un tono más ameno y suave.

—No, más bien. Me siento libre, tranquilo, mi cuerpo ya no pesa y no pienso que quiero morir, quiero vivir, vivir tanto, reír tan fuerte y estar contigo.

Chanyeol se quedó callado, paso las manos por sus mejillas y beso lentamente sus labios colocándole ese collar que antes le había dado, ese en forma de corazón. Ambos besaron otra vez sus labios, lento y sin precedentes continuaron la enérgica situación dentro de la habitación, con besos suaves y lentos que iban desde sus hombros hasta su cuello y aunque JunMyeon intentó ocultar su brazo, ChanYeol lo besó lentamente, y extendió s caricia por toda su piel. Los dedos del más alto recorrieron sin ningún reparo la piel suave de su amado, iban deseando y tomando cada porción con mucho amor, cuidado y determinación, sus labios suaves fueron bajando por cada lunar que se encontraba como si de señalar constelaciones se tratara.

Sus besos profundos y nada rutinarios iba acaparando la zona de su abdomen, mordiscos y vestigios de pasión y amor marcaban cada pequeño espacio producido por su piel y así también sus músculos, los dedos de Yeol se hundieron en aquella fina tela que cubría las piernas de Myeon y lento pero no perezosos, desato el cordón retirando todo aquello que no le dejará ver, directo a sus labios prolongo un beso que hizo chocar sus alientos, que impacto sus dientes y lamió suavidad interior a la vez que con el mismo sudor hundo un dedo preparando la entrada de su amado, que pesé a tener tanta experiencia, no tenía experiencia en el amor, ese amor que estaba totalmente haciéndolo sumergirse en lo que bien llamado era; un amor perpetuo.

Porque JunMyeon había sentido un millar de emociones con sus poderes a flor de piel, pero nunca tanto amor cómo con él, nunca tanto deseo cómo con él. Eso era la realidad, Myeon nunca había experimentado el amor de esta forma. Tan puro, incluso en los cielos, se lo negó; cuando los finos dedos de Chanyeol se hundieron en su cuerpo e investigaron cada pequeña porción de él, los gemidos no esperaron, jadeos y alucinantes sonidos invadieron esa habitación con aroma a mar, saldo y fresco.

Yeol separo las piernas de Myeon y se adentró en medio, invadiendo y ensanchando aquello y JunMyeon recordó la primera vez que había sido tomado por él, cuando se prometieron no verse, cuando pensó que sería odiado si esté lo recordaba, todo eso se fundió en aquel beso y entre lágrimas Yeol lo sostuvo en sus brazos entrelazando los dedos. Comenzó a penetrarlo una y otra vez, lento y fuerte, llegando al fondo, pues vio en JunMyeon todos esos continuos deseos acumulados, todos eso amores y sin duda sentimientos, esas escenas de Luzbel siempre queriendo a Miguel, sí esas escenas donde JunMyeon siempre amo a Chanyeol.

—Te amo— dijo Yeol en el oído de JunMyeon qué correspondió al instante, qué no se detuvo para hablar ni mucho menos para explicar cuento amor le tenía, que sus cuerpos bien amoldados esa noche hacían el amor hasta el amanecer, una y otra vez, eran humanos después de todo. Sus dedos que se hundieron en sus cabellos cuantas horas pasaban, sus pieles que profesaban ese amor inconmensurable que permanecía intacto, por los siglos de los siglos.

Esa noche no hubo grandes palabras más que amor lleno de mil sentimientos que eran mejor demostrados con acciones.

JunMyeon hundió en sus brazos a ChanYeol y permaneció de esa manera homogénea con él.

"HADES: Las Dos Caras Del Ángel Caído" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora