La clase de inglés

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En este nuevo año lectivo no habían perdido ningún compañero, pero no se pudo decir lo mismo de los maestros. A parte de su nueva tutora, Silvana, también cambiaron a sus profesores de gimnasia, arte, literatura e inglés; este último había sido un golpe para ellos ya que les agradaba su anterior profesor. Mateo fue de los más afectados, el nuevo profesor le daba mala espina, al entrar a la clase y verlo sintió escalofríos. Era un hombre joven de ceño fruncido, con cara larga y ojos penetrantes, desde ese momento supo que no deseaba ser regañado por ese hombre.
En su primera clase, él esperó de pie a que todos llegarán y comenzó su presentación, todo lo que dijo fue en inglés y almenos en sus clases nunca habló en español.
-Bueno día jóvenes, como sabrán yo seré su nuevo maestro de inglés, mi nombre es Henry Cadena, he sido profesor de inglés por diez años, enseñé por primera vez en...
Y así continuó durante media hora, habló de sus estudios en el extranjero, sus viajes alrededor del mundo y después mencionó las reglas de la clase las cuales eran iguales para todas las materias.
Después de un largo rato en el que logró aburrir a la mayoría de la clase propuso una idea, la cual no era tan buena como él pensaba.
-Chicos, como soy nuevo profesor no los conozco a ustedes así que durante el resto de la clase quiero que tengan un conversación en grupo presentándose y hablando de ustedes, aprovecharé esto para ver el nivel de inglés que manejan.
El curso se dividió en tres grupos, primero pasó en el que se encontraba Mateo. Además de él, el grupo estaba conformado por Jésica, André, Sebastián, Gabriela y Rebecca.
Los seis jóvenes se dirigieron a una gran mesa al frente de la clase en la cual debían hablar y serían evaluados por su nuevo profesor.
-Muy bien jóvenes, empiezen.
La clase se mantuvo en silencio por casi un minuto, era más difícil de lo que parece. Mateo sabía que si nadie hablaba el profesor se iba a molestar, pero no quería tener la primera palabra. Por suerte Gabriela empezó haciendo que el resto se relaje.
-Hola, mi nombre es Gabriela.- Llevaba una sonrisa de oreja a oreja, la misma sonrisa falsa de siempre. -Me gusta patinar, estudiar, leer. Leo muchas cosas en inglés, me interesa mucho esta materia ya que creo que es la más importante, definitiva enseñar inglés es lo mejor que alguien puede hacer para los estudiantes. A veces quisiera que mis compañeros comprendieran la importancia en nuestras vidas de lo que usted nos va a enseñar.
En el aula reinó el silencio, Mateo había quedado boquiabierto después del comentario de su compañera. No podía ocultar su sorpresa, una ligera risa nerviosa se apoderó de él, miró a su alrededor para ver el rostro de sus compañeros.
Rebecca, quien estaba a su lado, tenía su misma expresión. Miraba de un lado a otro con la boca abierta tratando de contener la risa, no podía creer la presentación de Gabriela. Rebecca escribió algo en un trozo de papel pequeño y se lo pasó a Mateo. El papel tenía solamente dos palabras escritas con hermosa letra y tinta color azul: "Que Perra".
Mateo estuvo a punto de explotar de la risa pero se contuvo, se tapó la boca con fuerza para que ningún sonido saliera.
El discurso de Gabriela continuó, nunca dejó de usar su sonrisa mientras hablaba de lo feliz que era al tenerlo como profesor, cuando finalmente terminó incluso el profesor estaba sorprendido de todos los elogios recibidos.
Sebastián fue el siguiente y su discurso no se asemejó en casi nada al de su amiga.
-Yo soy Sebastián.- Dijo en voz baja y con nada de ánimos. -Me gusta escuchar música y a veces jugar videojuegos.
Eso fue todo, y sorprendentemente esas pocas palabras lo definían muy bien, por el momento casi toda su vida transcurría en torno a Lili por lo que casi todos habían olvidado que solía hacer antes de tener novia.
La siguiente en hablar fue Jésica, ella también sonrió pero a diferencia de Gabriela, su sonrisa era verdadera y agradable de ver.
-No nombre es Jésica, no sabría describirme en pocas palabras, me gustan las novelas de misterio y de terror, ver películas acompañada por mis amigos, -al decir esto miró a su grupo. -amo la comida dulce, en especial el chocolate. Escucho mucha música, no tengo un género definido, puedo pasar de rock pesado a pop latino de los 80 en menos de un segundo.
Su lista continuó pero no los burrió, había que ser sinceros, todos adoraban a Jésica. Era imposible odiarla.
Cuándo terminó todos los ánimos desaparecieron de nuevo, y mucho más al ver que era el turno de Mateo.
-Bueno, emmmm... Hola, soy Mateo. Yo disfruto mucho de la música, al igual que Jésica tengo muchos géneros aunque prefiero el metal y el rock. Igual me gusta ver películas y series, en especial de terror y las independientes.
Mientras hablaba podía notar lo parecido que era a Jésica, talvez por esto su amistad era tan fuerte pero no tenía nada interesante que decir que no hubiera dicho ya su amiga.
-Soy fan de los videojuegos, -Continuó. -tambien leo, gusta comer y dormir.
Lo último fue muy apresurado, sólo quería terminar rápido. Al momento de terminar pudo escuchar como algunas voces al fondo de la clase empezaban a burlarse de él, Rebecca también lo notó, se paró de golpe y habló, distrayendo a los agresores.
-Hola amigos, yo soy Rebecca. ¿Qué les puedo decir de mi? Amo a los animales, tengo tres hámsters en mi casa a los cuales amo, se llaman Atún, Fideo y Burrito. También me gusta la fotografía y quisiera seguir eso cuando crezca...
Finalmente, él último en presentarse fue André. Este joven era el mayor de todos, tenía 19 años.
-Hola, ustedes ya me conocen. Me llamo André, tengo 19, sigo aquí porque perdí un año.- Empezó a reír, tenía una risa contagiosa. -Soy músico, tocó la guitarra y la batería, m gusta el rock. También amo los videojuegos, en mi casa tengo todos los Play Station, desde el uno al cuatro, también un Nintendo DS pero ya no lo uso tanto. Me encanta dibujar, lo hago muy bien, tengo un mural en el patio de mi casa que hice yo solo, es un león gigante. Yo sé muy bien inglés, viví un año en Estados Unidos, yo quería quedarme pero mi mamá tuvo que regresar al país. Mmm...
-Suficiente.- Lo paró el profesor. -Puedes sentarte.
Mateo estaba aliviado de que hiciera que parara, no tenía nada en contra de André pero sabía que podía hablar sin parar. Eso le recordó una clase de biología hace dos años, André le estaba contando, con mucho detalle, cada capítulo de su serie favorita. A Mateo no le interesaba pero hizo como que lo escuchaba, asentía de vez en cuando. Desgraciadamente la profesora notó su "conversación" y ambos fueron fuertemente castigados. Desde ese día Mateo se sentía incómodo cada vez que su amigo hablaba más de lo que debía.

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