Capítulo I

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No creo que se enoje, se podría decir que ya casi somos amigas ¿No? Después de todo lo que pasó en el bosque encantado y las últimas cenas con Henry ganamos mucha confianza, definitivamente. ¡Si prácticamente ya no me asesina con la mirada! No hay mejor prueba que esa. Sí, estoy segura, no se va a enojar. No puede enojarse. Por favor que no se enoje, ¡Dios! Es claro que se va a enojar y me va a estrangular con sus propias manos antes de dejarme terminar de hablar - Se exasperaba Emma a cada segundo más, caminando distraídamente en dirección al despacho de Regina.

-Señorita Swan buenos dí...¡Señorita Swan! ¿A dónde va? ¡No tiene cita, señorita Swan, no puede pasar! -Exclamaba la secretaria de la alcaldesa, pisándole los talones a la rubia que ya abría la puerta sin golpear y aparentemente sin escuchar las quejas a su lado - Lo siento, señora alcaldesa, no pude frenarla - La cabeza de Regina se levantó de golpe y observó la escena sin un ápice de emoción en su rostro.

-Está bien, retirate - Habló en un tono frío, sus ojos enfocados en Emma que tenía una ligera expresión de desesperación en su cara. La secretaria cerró la puerta tras ella - Adelante señorita Swan, póngase cómoda, puede venir cuando desee que yo no tengo nada mejor que hacer en mi día que atenderla a usted, por supuesto - Si su tono anterior había sido frío, esta vez estaba cerca de ser helado - ¿Acaso piensa pintar mi despacho o es que ya ni merezco que se vista con un mínimo de elegancia? -Escudriñó sus anchos y raídos pantalones.

-Regina - Prácticamente susurró Emma, acercándose hasta dejar caer su cuerpo en una de las sillas frente al escritorio de la morocha, abatida.

-Sí, señorita Swan, ese es mi nombre ¿Vino a recordármelo? Podría haberse ahorrado las molestias - Gruñó con un peligroso tono.

-Regina - La nombrada rodó los ojos - Tengo un problema. Un gran problema, en realidad.

-Y eso me importa ¿Por qué...? - Levantó una ceja en su típico gesto de interrogación, glacial.

-¿Porque soy la madre de tu hijo? - Regina endureció aún más su mirada - Eh... ¿Porque soy la salvadora? ¿La sheriff? ¿La ...

-Swan, si algo sé valorar es mi tiempo. Sabe que nada de eso me interesa en lo más mínimo. Ahora márchese, algunos sí trabajamos - Regina dio por finalizada la conversación y bajó su mirada para ponerse a trabajar nuevamente, sin embargo, un minuto después la mujer rubia seguía frente a ella.

Suspiró resignada, observando el gesto desesperado de la rubia.

-¿Qué demonios pasa? - Dejó caer el bolígrafo que sostenía y dirigió toda su atención a ella.

Emma pareció volver a la realidad y dejó de estrujarse las manos, pasándolas por su pantalón para secar la húmeda transpiración producto de los nervios. Luego inspiró y expiró tratando de calmarse.

-EstabaPracticandoUnHechizoPeroMeSalióMalYAhoraTengoUnPene - Dijo todo de corrido y sin respirar, recibiendo como respuesta la ceja alzada de la alcaldesa que poco había podido entender.

-¿Qué? - Ladró, molesta de estar desperdiciando su tiempo.

-Yo... Estaba practicando un hechizo pero debió salirme mal porque, bueno, ahora tengo un pene - Volvió a repetir Emma, esta vez en un susurro, con la vista fija en su regazo esperando pacientemente que Regina la asesinara de alguna manera innovadora y cruel.

Sin embargo todo lo que recibió de la alcaldesa fue una gran carcajada rompiendo el tenso silencio. La morocha reía abiertamente, con la cabeza tirada hacia atrás y las manos en su vientre, como si fuese a estallarle el cuerpo de la diversión. Emma no podía creer lo que veía, de todas las reacciones que creyó que tendría Regina, ninguna era reírse hasta el cansancio. Tras varios minutos con la rubia de brazos cruzados y gesto molesto, la mujer logró calmarse.

Vacaciones Magicas (SwanQueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora