Capítulo X

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La hora de dormir llegó y decidieron que la sheriff le cedería su habitación a Maléfica, por nada del mundo iba a perderse la oportunidad de dormir con su reina malvada. En aquel momento le pareció una idea fantástica, pero ahora… La rubia ya estaba acostada, una fina sábana de seda negra cubría la parte inferior de su cuerpo que sólo vestía un bóxer. Sus ojos estaban fijos en el techo, y si no fuera por el movimiento de su pecho al respirar, todo llevaría a pensar que estaba muerta.

Escuchaba los ruidos de Regina en el baño, preparándose para dormir y no podía dejar de pensar en las horas que la separaban de estar en el bosque encantado y poder ver a la morena vestida de Reina Malvada.

Sí, ya la había visto así, pero antes no era consciente de la atracción que ejercía sobre ella la Reina y ni hablar de que tampoco contaba con un miembro revelador. El mismo que ahora estaba duro y ella intentaba disimular teniendo una pierna flexionada. Una adolescente, ni más ni menos.

-Espero que tus padres no quieran acompañarnos al bosque encantado – Interrumpió sus pensamientos Regina.

-¿Eh?

La morena apagó la luz del baño, cerrando la puerta tras de sí y se giró con su ceja alzada a la rubia que tenía la mirada absolutamente perdida en su cuerpo.

Regina se sintió arder bajo la pasión de aquellos ojos.

-¿Ve algo que le guste, Miss Swan? – Ronroneó acercándose a la cama y apoyando su rodilla en el suave colchón para gatear hasta la otra mujer. Emma tragó saliva con fuerza, sintiendo como todo su cuerpo pedía a gritos ser acariciado por Regina - ¿Qué tenemos aquí? – Preguntó curiosa, con su voz juguetona y aquella mirada depredadora que podría derretir todo el hielo del mundo. Levantó una de sus manos y con suavidad deslizó la sábana por las piernas de la rubia, revelando el bóxer abultado. Volvió a clavar sus ojos en los otros, con más fuego que antes, lamiendo su labio inferior con tanta sensualidad que Emma cerró sus puños sobre la tela y dejó escapar un gemido ahogado.

-Regina…- Susurró, extasiada por todas las sensaciones que le provocaba, por su cuerpo tan cerca del suyo apenas cubierto por un mínimo camisón bordó. Intentó incorporarse y besarla, sin embargo la morena fue más rápida y la frenó apoyando la mano en su pecho.

-Quieta – Le ordenó y esta vez pareció hablar la Reina Malvada.

Emma quería rebelarse y tomar el mando, pero se sentía hipnotizada por la morena, por lo tanto se recostó nuevamente contra la almohada, a la espera.

-Así me gusta – Le sonrió con maldad – Obediente – Y acompañó sus palabras rasguñando el vientre desnudo de la rubia, que sólo pudo cerrar los ojos y echar su cabeza atrás.

La ahora molesta sábana desapareció con un ágil movimiento de muñeca, y le siguió la camiseta de Emma, quedando sólo cubierto su hinchado miembro. Con suavidad le bajó la pierna que mantenía flexionada y se acercó despacio al elástico del bóxer, sintiendo los ojos verdes clavados en ella. Con sus dientes rasguñó la piel hasta agarrar la tela y tirar levemente hacia abajo, revelando el vello que cubría aquella zona.

Escuchó gemir a la rubia y al instante sintió como apoyaba con delicadeza la mano encima de su cabeza, incitándola a acercarse más. El fuego incendió todo el cuerpo de Regina, cada terminación nerviosa fue sacudida por una corriente eléctrica que la recorrió entera y ayudándose con sus manos, bajó un poco más aquel incordioso bóxer. Sólo un poco. Observó con lujuria los abdominales ligeramente marcados de Emma y como su pelvis se perfilaba como una flecha hacia abajo, invitándola.

-Regina, por favor… Te necesito – La voz quebrada por el deseo le quitó lo poco que le quedaba de paciencia y su boca comenzó a besar, lamer y morder el torso desnudo que tenía debajo.

Vacaciones Magicas (SwanQueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora