Lady Martha sabía con exactitud que había sucedido con la boda. Sabía cual era el trato que había creado su señor esposo con Jaime Berfield, como odia tan siquiera en pensar en aquel vulgar nombre traicionero, lo consideraba así porque todos en el reino conocían las artimañas que Jaime tramaba para conseguir sus propósitos a base de mentiras y promesas olvidadas en el aire. Le repudiaba saber, y más ahora, que su hijo el menor, el que no estaba comprometido había contraído nupcias ya con su hija Sofía porque ninguna lady lo aceptaba como a otros de sus hermanos. Jacob, por ejemplo. Jacob había nacido fuerte bendecido por el dios de la guerra y con el don de nacer con el arma en el brazo, cosa que Albert nunca pudo obtener. Jacob era alto y de rasgos de un verdadero hombre, Albert lo único que tenía de hombre era el nombre y el pene que sólo le servía para orinar. Eso decía a las espaldas de Albert.
-No logro entender cómo es que tu señor padre aceptó el trato -Le había dicho a su hijo favorito, Jacob. Ambos caminaban juntos por el jardín del reino. Las flores traslucidas se asomaban bellas y frescas con una pequeña brisa de agua ceñida en sus pétalos. Las había de todos los colores, los colores que resaltaban eran el verde de los tallos, y el rojo y amarillo creando un contraste con los botones que aún no florecían. Iba tomada del brazo.
-Padre tubo sus razones. No hay que cuestionárselo, madre.
-Exacto. Y cuando tengas a tus hijos deberás enseñarles el valor de no reprocharles nada a sus padres.
-Sí, madre -Soltó distraído-,¿pero por qué padre eligió a Albert como el favorito para ser el rey?
Su madre contorsionó la boca en desaprobación.
-Es lo que no logro entender. Teniendo a un hijo tan fuerte, bondadoso, gentil y caballeroso como tú y elige al más débil y al mas deshonroso. Pero tú no te preocupes, cariño. Tú hermano no durará mucho ahí. Yo veré la forme de que tú seas quien llegué a ocupar su puesto.
Jacob le demostró un aire de angustia proveniente en sus ojos marón oscuro.
-¿Hablas de asesinarlo?
-Sí, ¿por qué no? Nos desharíamos de alguien que no aporta nada al reino. Él nunca hará un buen trabajo como rey como tú lo harías.
-¿En serio? -Aquél miedo se fue de pronto. Una vibra de felicidad ilusa lo invadió de repente.
-Claro que sí, hijo. Tú eres de una mente brillante y alguien que es un gran estratega -Mintió pues buen sabia que Jacob no era bueno para pensar, sólo para pelear. Pero no le importó decir mentiras con tal de verlo feliz-. Tú liderarías mucho mejor todo el continente.
Llegó el momento en que Jacob comenzó a creer la mentirilla que salió espontáneamente.
-Sólo imagínate. Tú estando en el Trono de La Paz, viendo como todo va tan bien gracias a tu sabiduría. A tu consejo. Saber que tus hijos serán los que gobiernen este mundo y no que sean los primos de quienes lo gobierna. Imagínatelo, hijo.
Jacob no tenía palabras y los únicos pensamientos que creaba no eran suyos, eran los de su madre siendo transportados a su mente por aquellas palabras dulces de su madre.
-¿O no te gustaría serlo, cariño?
Asintió sin saber que es lo que ocurría.
-En cuanto tu hermano, Daniel… -Recapacitó y pensó en las alternativas que deseaba para él.
-¿Qué pasa con él? -Parecía haber recuperado el sentido común y la consciencia.
-Debemos deshacernos de él también.
-Pero él es mi hermano, madre.
-Y mi hijo. ¿Cómo crees que me siento al respecto?
-Si te deshaces de él también te deshaces de Samantha.
Martha vio caerle un balde de emociones podridas, agónicas. Con una dosis de tristeza líquida que la perforó en justo en el corazón. ¿Cómo podría deshacerse de su única hija? La amaba, desde pequeña, y sin embargo conocía todo lo que Jacob y Daniel la hacían pasar. A veces se cuestionaba si en verdad la quería o había creado ese sentimiento por la lastima que le provoca al verla siendo humillada. No lo sabia en realidad.
-Samantha no se irá -Sonó determinante.
-¿Y por que Daniel debe hacerlo?
-Porque él estorbará. No puede quedar como alguien de la guardia real.
-¿Y si yo lo quiero en ese puesto?
-No se hará y punto -Explotaba de ira. Podía esperar un poco de negación pero no negociación que la hicieran ver inferior o manipulable-. Buscaré la forma de que se vaya aunque eso quiera decir que consiga una nueva esposa.
Martha soltó el brazo del cual caminaba acompañaba y prosiguió sola el recorrido. Mientras que su hijo, Jacob se daba a penas cuenta de qué quería hacer, si en verdad que tuviera el reino para su hijo o para ella. La idea fue confusa como traicionera pero no mentirosa, podía presentirlo. Su madre quería algo a través de él.
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CRÓNICAS DE GAWR
Science FictionEl mundo de Gawr guarda muchos secretos. Y a raíz de ellos la guerra comenzará. Cuando Mark II Stone se entere, la guerra comenzará. Cuando las casas Kramer y Ebright se enterén, la guerra comenzará. Cuando Dia se enteré, la guerra comenzará. Y co...