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Corrompieron... Me corrompieron. Todo lo que creía puro y correcto me dejó atrás. La luz que iluminaba mi vida se me fue arrebatada por ser cómo soy. ¿Qué se supone que haga ahora? Hoy reconozco las palabras de mi padre.
Sin dolor no hay belleza, ¿en serio vale la pena?
Su belleza estaba maldita. No fue un don que Dios le regaló al nacer, fue una conspiración del diablo para su propio fin.
Flashback
"Camina erguida, princesa."
"Dios te hizo bella por algo, de lo contrario serías como las demás jovencitas que dan hasta lo que tienen por estar en tus zapatos. Has que el Señor se sienta orgulloso."
"Fuiste premiada con un gran don."
"Tienes que cuidarte. Muchos matarían por ser tú."
"No te corrompas... Tampoco creas en todo lo que te dicen. Eres una musa, actúa como tal."
Siempre tenemos una idea de cómo serán las cosas, cómo será nuestra vida, que nos espera el futuro, que haremos con nuestra vida de mayores... Algunos nacen con las respuestas a esas preguntas, no tienen que preocuparse por encontrar las respuestas, la misma vida y las personas a su alrededor se las dieron sin siquiera pedirlas.
A pesar de tener las respuestas estas no siempre son las que esperamos o las que queremos para nosotros mismos, pero, ¿qué se puede hacer cuando tu futuro está prescrito por otros? Esa fue la pregunta que atormentó en sus años de juventud a Amalia Concepción.
La niñez de Amalia fue rápida y arrolladora. Estuvo sola, su madre falleció al darla a luz. Margaret fue una modista profesional muy alabada en los años 90s en su país natal, República Dominicana, y en el extranjero, le pidió tanto a Dios que le diera una niña, mas no sabía que su vida pendería de un hilo por ella hasta la muerte. Creció muy de prisa, demasiado para tener 8 años cuando su padre volvió a casarse. Sus inicios en el modelaje a tan tierna edad fueron, según su madrastra y su padre, lo mejor que le pudo suceder. Creía en ella antes que en los demás, especialmente en ese "don" que se le fue encomendado al nacer: su sublime belleza y esplendor, debía darle valía a eso que le dio sentido a su vida. Sin embargo, su existencia consagrada en la religión por su familia hasta tal punto de convertirse en fanatismo atravesó su ser, mucho más que su vida frente a las cámaras.
Amalia era hermosa, por dentro y por fuera. Su tez blanca como la nieve acaparaba todas las miradas, con su largo cabello negro como el ébano, sus ojos café claros y una mirada penetrante que hacia juego con ellos dulcemente tristes, sus labios rojos como la sangre. Poseía una presencia que ocasionaba en cualquiera un gran deseo de protegerla. Algo característico y propio del morbo de su profesión era su estatura de un metro ochenta y su delgadez, aparte de su rostro pulido por un Ángel, uno que fue expulsado del cielo.
Elizabeth, la madrastra y Nicolás, el padre de Amalia eran lo único que le quedaba y en ellos confió plenamente como lo que eran, su familia más cercana. Lo que tanto Amalia como su padre no sabían era el verdadero sentir que ocultaba Elizabeth, quién era realmente, lo que quería y hasta donde sería capaz por eso.
Muchos dicen que el dinero es el demonio en la Tierra, haciendo a un lado que el Diablo quiere la belleza para corromper a los hombres. La envidia es solo el 1er paso para...
El destino de la joven dominicana era ser una top model, lo había aceptado, pero, no siempre tu destino es lo que te hace plenamente feliz.
—Vamos sonríe un poco más para mí... Exacto así, preciosa...
—¡Necesitamos más luces!
—Cuidado con las manos.
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Vidas a través de Tinta y Papel
Ficción General¿Estás seguro/a de qué la realidad supera la ficción? ¿En verdad lo díficil no es saber que todo es posible sino creérnoslo? ¿Confias en qué tu felicidad solo depente de ti? De no tener la respuesta a estas preguntas todas se encaminan a la palabra...