Allí, sentada en su asiento y con cara de pocos amigos, se dio cuenta de que el día solo parecía empeorar.
Era el último concierto de la gira de Operación Triunfo, lo que hacía que todos sus compañeros e incluido ella tuvieran ganas de llorar continuamente, a eso se le sumó el hecho de que le habían robado su maleta y no sabía si podría recuperarla. Y si añadimos el hecho de que se moría de ganas de ver a Alfred y que el autobús avanzaba a dos metros por hora, se ponía de los nervios.
Forzó una sonrisa para Juan Antonio, que la grababa desde el asiento de delante con una alegría envidiable.
Sus pensamientos se disiparon con la llegada del autobús al recinto donde se celebraría la gran despedida. Cogió su mochila y se dirigió hacia los camerinos después de saludar a Aitana que estaba esperando a todos sus compañeros fuera. Dejó sus cosas en una silla que encontró dentro del vestuario de las chicas y se dirigió hacia fuera.
Pero justo cuando estaba cruzando el pasillo para salir, alguien se lo impidió cogiéndola de la cintura.
—¡Alfred! —automáticamente se giró entre sus brazos y se echó a su cuello.
—¿Qué tal? ¿Cómo estás? —le preguntó después de darle un cariñoso beso.
—Estoy muy bien, aunque me han robado la maleta —no pudo evitar la risa al darse cuenta de que al verlo a él, el problema de la maleta había pasado a un segundo plano.
—¡No me digas! ¿Y ahora qué vas a hacer?
No preocuparse por eso ahora mismo, ese era su objetivo. Tenía que disfrutar al máximo aquel día.
—Ya la encontraremos —acompañó su afirmación con un gesto restándole importancia, que hizo reír al catalán que la apretujó de nuevo entre sus brazos.
—Te he echado mucho de menos —la frase y esa voz de bebé terminaron por derretir a Amaia, que entrelazó los dedos con los suyos y lo arrastró fuera. La prueba de sonido estaba apunto de empezar.
Hasta la última nota del mítico dueto de Mireya y Ricky amenazaban con hacer llorar a la pamplonica que estaba sentada al lado de Raoul y Alfred en las escaleras que habían a los lados del escenario. Sabía que no era la última vez que se iban a ver, pero Amaia nunca fue muy fan de las despedidas. Aunque esta no fuera definitiva.
Agoney terminó su ensayo y se dirigió hacia donde estaba Ricky bajo la atenta mirada de Raoul, que lo miraba un tanto apenado. Alfred y Amaia conscientes de aquello le empujaron suavemente, animándolo a seguir al canario, cada uno de un hombro.
—Venga, Raoul —le susurró su amigo al ver sus intenciones de seguir estando sentado junto a ellos.
—Somos un buen equipo —le dijo Amaia orgullosa al ver como Agoney entablaba una conversación con Raoul. Se instaló en el hueco de su cuello y por fin, se sintió en casa.
Dos horas más tarde estaban sentados en los sillones del camerino de chicos cuando Ricky entró sin avisar sobresaltando a ambas parejas.
—¡Y yo buscándoos! Pero haceos una foto o algo, que sois unos vagos de mierda. —bromeó cuando los vio echados en aquellos sillones— Que vuestros fans se mueren por veros a los cuatros juntos.
Raoul río y fue hasta él intentando pegarle una colleja.
—Cállate, anda. Que ya hicimos un directo hace poco.
—¿Hace tres años es hace poco?
—¡Ricky! Que fue hace dos meses nada más.
—Solo estábamos descansando —le contestó Agoney mientras se dirigía hacia la salida.
—¿Ahora darse el lote se llama descansar? —le susurró Ricky a Amaia, que acabó riéndose a carcajada limpia hasta que subieron al escenario y se situaron en las escaleras para dar comienzo al último concierto, probablemente la última vez que iban a cantar los dieciséis juntos frente a tanta gente.
En Miedo se le desgarró la voz varías veces. Era increíble lo que aquella canción era capaz de transmitirle. Numerosos momentos de la academia con Alfred y con todos los demás pasaron por su mente haciendo que casi le fuera imposible acabarla.
Con las ganas, junto con Aitana fue una de las que más le emocionó. No podía evitar recordar aquella semana en la que la cantaron y como describía a la perfección su situación con Alfred en aquel momento, quién lo diría...
El público y todos sus compañeros se vinieron arriba con Que nos sigan las luces, que siempre era capaz de levantar los ánimos de cualquiera. Al final de la actuación bajó con el público y como siempre, dejó que cantaran el último verso, que Amaia también susurró mirando a la pantalla con una gran sonrisa.
Y llegó la canción. La que les unió y la que les unirá para siempre. No sabía si aguantaría mucho sin llorar.
—It's love — cantó intentando transmitirle con esas dos simples palabras que estaría ahí, siempre. Que aquello que tenían era mucho más que amor, mucho más.
—¡Amaia! —le llamó Alfred desde la puerta cuanto todos se estaban preparando para salir en Camina.
—Toma, ponte esta —le dio su camiseta morada, sabiendo que ella estaba triste porque no podría ponerse la suya.
—Pero... ¿y cuál te vas a poner tú, entonces?
La camiseta de Open Arms que descansaba en sus brazos le dio la respuesta antes de que saliera corriendo para cambiarse ya que quedaban segundos para salir.
Qué afortunada soy, pensó mientras se ponía la camisa encima del vestido naranja que le había acompañada durante más de la mitad de la gira.
El discurso de Miriam siempre hacia qué más de uno se emocionase en el backstage, y hoy más aún. Se miraron entre todos con sus mejores sonrisas durante aquel himno que siempre los uniría, prometiendo que aquella no sería la última vez. Eran una familia, y la familia nunca se abandona.
Al final todos acabaron destrozados pero felices, era imposible disimular las ganas y la ilusión que tenían por empezar sus carreras en solitario. Se abrazó a Alfred y a Ricky, que también lloraba desconsolado detrás de ella.
Se despidieron del público, cogieron todas las pancartas que sus brazos le permitieron y se cambiaron para volver al hotel.
Y allí, viéndolo cantar por Bruno Mars junto a Roi mientras bailaba con Agoney supo que no tenía que estar triste porque se había acabado.
Cogió a Raoul que había terminado de hablar con Nerea y lo arrastró hacia donde estaban ellos para bailar al ritmo de los versos de aquella versión de "Locked out of heaven".
Aquello no había hecho nada más que comenzar.
ESTÁS LEYENDO
Pinceladas
FanfictionPequeños relatos de la historia de Alfred y Amaia, durante y después del concurso. Sin ningún orden cronológico y sin ningún tipo de correlación entre ellas, a menos que lo indique el capítulo.