—Tengo que ir a buscar unas perchas pero nos van a echar porque están Raoul y Agoney hablando de política —comentó divertido el catalán, que balanceaba su mano y la de Amaia mientras caminaban hacia la habitación.
Amaia empujó a Alfred hacia dentro y cerró la puerta con brusquedad. Se giró y vio a Raoul y Agoney sentados sobre la litera del primero. Parecían realmente preocupados, lo que hizo que Alfred acudiera rápidamente hacia ellos. Faltaba muy poco para la gala y los nervios de todos se podían palpar fácilmente en el ambiente.
—¿Puedo? —preguntó señalando el hueco libre que había al lado de Agoney.
Amaia sonrió viendo cómo Agoney asentía y se abrazaba a él.
—Gatito —susurró provocando la risa de Alfred y el bufido de Raoul.
—Qué moñas sois. —resopló mirando a Amaia que todavía seguía parada en la puerta, mirándoles con cariño— Amaia, vámonos de aquí —bromeó.
Pero el canario fue más rápido que él y le cogió de la muñeca antes de que pudiera alejarse de la cama.
—De eso nada —lo volvió a arrastrar y llamó a Amaia para que se acercara. Alfred golpeó ligeramente sus piernas, dándole a entender que se sentara sobre ellas y así lo hizo, recostándose sobre el pecho del catalán.
—Cuéntales lo que te tiene tan preocupado.
Raoul lo miró de reojo fingiendo un falso desprecio que todos los que estaban en la academia sabían que no existía.
—Vale. —resopló y miró a Amaia y Alfred, ignorando a Agoney— Sabéis que a mí al principio me daba un poco igual hacer esto, pero a lo largo de la semana me he ido poniendo más y más nervioso y...
—¿Pero hacer el qué?
—Que no me quiere besar, eso es.
—¡Que no es eso, que ya te lo he dicho! —contraatacó Raoul cogiendo la almohada de los extremos, sabiendo que Agoney pronto comenzaría a querer pegarle.
—¡Pero sé que es mentira! ¡Soy feo pero tampoco para tanto!
—¡Cállate, que me he tenido que tragar tus babas en los dos pases de micros!
Amaia y Alfred observaban la escena aguantando la risa. Ojalá se diesen cuenta pronto de lo que estaba pasando entre ellos.
Raoul atacó primero con la almohada y esquivó los constantes intentos de Agoney de pegarle una colleja. Le cogió de las manos y las retuvo detrás de su espalda haciendo que inevitablemente quedaran a centímetros el uno del otro. Agoney se había quedado ensimismado mirando los ojos de Raoul, olvidándose de que sus amigos todavía seguían allí y se separó bruscamente carraspeando.
Alfred también se aclaró la garganta.
—¿Entonces el problema cuál es?
—Que no lo voy a hacer. Ya lo hemos hecho en los pases de micros pero en la gala es diferente. —alzó la vista y les miró mordiéndose el labio.
Alfred asintió pensativo buscando opciones para intentar animar y ayudar a su amigo, que se estaba agobiando más y más conforme pasaban los minutos.
—Raoul, ya te lo dije en la comida. Tenéis que hacerlo.
—¿Ves? Ese es el problema. Que nos sentimos como obligados a hacerlo... y queremos que salga natural. ¿Me he explicado bien?
—Te entiendo. —Alfred se tomó unos segundos para pensar y continuó— A ver, no me toméis mucho en serio. Que yo no soy director de cine ni nada pero he hecho algunos cortos y algo sé del tema —comentó recordando el corto que hizo con Marta y el que entonces era el novio de su mejor amiga, que presentaron a un festival de cine que se organizó el mismo año en el que Alfred comenzó a estudiar en la universidad.
—¿Vas a hablar del que hiciste con Marta? —le preguntó Amaia, que ya estaba al tanto de esa faceta de su novio.
—Sí, —volvió a posar su atención en Raoul y Agoney— bueno pues en ese corto había una escena en la que los dos protagonistas se tenían que besar después de una conversación donde se decían los sentimientos que tenían hacia el otro, que en cierto modo es igual que la actuación que tenéis que hacer.
—¿A qué te refieres exactamente?
—Déjalo acabar, Raoul.
El catalán miró a Alfred sonriéndole con aire de disculpa.
—Pues que vuestra canción es como esa conversación. Le estáis diciendo al otro lo que sentís, que no queréis que se marche. Imaginad que estáis manteniendo esa conversación y que os tenéis que despedir cuando se acabe.
Ago no pudo evitar la risa por lo que estaba a punto de preguntar.
—¿Y con lengua se podría considerar como natural?
—Si vosotros lo sentís así en ese momento, sí. —les sonrío divertido y le acarició los brazos a Amaia.
—Por ejemplo así —comentó ella antes de abalanzarse sobre Alfred.
El catalán abrió los ojos sorprendido, pero no tardó en posar las manos sobre su cintura y atraerla hacia él. Sus lenguas luchaban entre sí y sus manos arrasaban con todo a su paso.
De pronto Amaia se separó unos centímetros de él para coger aire y miró a sus amigos que se habían quedado casi tan sorprendidos como Alfred.
—Eso ha sido un beso natural.
Se levantó arrastrando a su novio tras ella, que todavía seguía un poco desconcertado.
—Dios mío.
—¡Chicos esta noche con protección!
Amaia se rió suavemente y se dirigió hacia la sala de ensayo con Alfred de su mano.
De repente todas las dudas que tenía sobre lo que había entre ellos se habían disipado con ese beso. Ahora veía todo claro.
Lo quería. Lo quería mucho. Y no le importaba nada ni nadie más.
Y en la habitación se vivía una situación similar.
Raoul giró la cabeza rápidamente hacia Agoney y se atrevió.
—A la mierda todo— susurró.
Y le besó.
hola! primero de todo. QUÉ OS HA PARECIDO DE LA TIERRA HASTA MARTE? YO SIGO CHILLANDO
bueno, quería hacer una nota dadas las circunstancias. seguiré apoyando a alfred y a amaia, y si me seguís leyendo, seguiré subiendo estos capítulos cortos y comenzaré a actualizar más seguido mi otro fanfic (línea 5). no tenía intención de dejar de hacerlo, así que eso :)
muchas gracias por todo!
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Pinceladas
FanfictionPequeños relatos de la historia de Alfred y Amaia, durante y después del concurso. Sin ningún orden cronológico y sin ningún tipo de correlación entre ellas, a menos que lo indique el capítulo.