11: Johnny y su amado Jack

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Johnny por fin había rescatado a Jack. Y Jack completamente vendado, abrió el único de sus ojos que no se encontraba tapado, y al abrirlo observó a Johnny y su primera reacción fue derramar lágrimas...

¿Cómo poder describir aquella escena? El hermoso samurái se encontraba en una camilla, y como si fuera una bella durmiente despertando de su letargo, Johnny su príncipe, le observó con una devoción que llenaron de amor su corazón, en él Jack sentía calma, sentía paz, no sentía miedo, no sentía temor, no sentía pánico, dentro del interior de Jack, había un inconmensurable amor llenar de paz su corazón, pues era el amor de Johnny que le desbordaba.

- ¿Jo...hnny? - Susurró apenas audible Jack incapaz de poder creer la hermosa visión que tenía frente a sus ojos ¿acaso era verdad? ¿Estaba durmiendo otra vez, era ese realmente su amado?

Samurái Jack, no lo sabía, ya no podía distinguir la realidad de la fantasía, pero una cosa clara: en su corazón ya no había ese tormentoso dolor. ¿Por qué se preguntó?

Y era porque en su interior ya no residía la esencia maligna de Aku, aquella que había causado el mayor de sus tormentos, por eso su corazón se sentía más aliviado, incluso si al cerrar los ojos podía ver nuevamente todas y cada una de sus torturas...

- Shhh soy tu Johnny, lindo papacito sensual, y vine a rescatarte de este lugar. - Le mencionó Johnny, sosteniendo sus manos entre las suyas en un gesto tan amorosamente dulce, tan confortadoramente cálido, tan maravillosamente bello, que Jack no pudo dejar de llorar.

Oh aquel contacto, aquella dulzura era tan mágica, tan divina ¿había muerto finalmente Jack? ¿Por qué había dejado de sentir todo ese dolor, todo ese miedo? ¿Por qué en su interior ya no había ese horrible sufrimiento y tormento?

La única explicación lógica era que había muerto y Jack ya no derramó lágrimas, ahora sollozaba ahogado en su propio llanto, estrepitoso, estrellado y se aferraba al cuerpo de Johnny, no dudaba de que estuviera soñando o estuviera despierto, no dudaba de que aquello fuera una ilusión creada por Aku porque si lo fuera, el dolor de su corazón sería agónico, y en ese momento, lo único que podía sentir era una calma eterna, que solo podía atribuirle al descanso de la muerte...

Por fin había muerto, por fin la pesadilla había acabado, y el paraíso se sentía tan mágico, tan apacible, ¿dolor, sufrimiento, agonía? ¿Habían existido realmente en su ser entero? ¿Habían plagado todo lo que era su alma? ¿Destrozado su corazón? ¿Su espíritu? ¿Todo lo que él representaba?

Jack no lo sabía, pero si tenía la certeza que había muerto y ese Johnny atractivo, musculoso, sensual y cálido era su ángel, su ángel de paraíso, su ángel del edén, el edén que por fin le esperaba después de todo lo que había, sufrido.

- Johnny... Johnny... oh Johnny ¿por qué tardaste tanto? - Le dijo Jack a Johnny llorando, pero sus palabras no se referían a que Johnny hubiera tardado en salvarle, sino a que Johnny como ángel, había tardado en ir a buscarlo a su lecho de muerte, porque aquella situación era tan irreal, que el samurái definitivamente pensaba que su vida había acabado para descansar...

- Oh cielos Jack, yo prometo no dejarte ir nunca más. Johnny te protegerá de todo y te rescatará, pero por favor lindo papacito tienes que despertar. - Le suplicó Johnny preocupado, afligido triste, y destrozado, tener ahí a su papacito hablándole una vez más, escuchando su suave y pacifica voz, aquella voz que le había susurrado tantas cosas bellas, que le había dicho tantas palabras hermosas, la voz de su hermoso papacito era tan hechizante como el canto de una sirena, pero no era de una criatura marina sino de su chico mágico de ensueños y por un momento Johnny Bravo temió que, esta vez, aquel fuera un sueño de él.

Dolor, Tristeza y SufrimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora