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Hoy, es mi primer día actuando como protagonista y en cierto modo estoy nerviosa. Es un papel muy exigente, y es la primera vez que actúo tan enserio. De pequeña actuaba en obras del colegio insignificantes pero esta vez va enserio. Miro el móvil, son las 8:50 AM, así que cojo mi bicicleta y me dirijo al rodaje. Abro el camerino y me encuentro a Connor con la toalla envuelta en el cuerpo, y mis mejillas se sonrojan.

-          Te advertí que era mi camerino, no te hagas la sorprendida –dice Connor sonriente.

-          ¿Y qué haces en toalla cuando no hay ducha?  -se ríe, pero yo sigo sin entenderlo –bueno, prefiero haberte encontrado así que desnudo, que trauma sino.

-          Te aseguro que te hubiera gustado verme desnudo –pongo cara de asco al instante.

-          Ehm... yo te aseguro que no, no me hubiera gustado pero igual es que no te sabes vestir entonces me darías lastima, bueno... tampoco. Date un poco de prisa que yo también tengo que cambiarme –le digo mientras cierro la puerta y me siento a esperar. Pasan cinco minutos, diez y le pico a la puerta -¡Sal ya! Pesado –la puerta se abre y aparece Connor muy bien peinado y un perfume que olía muy bien.

                    

Grabamos las primeras escenas sin complicaciones, Connor me lo está poniendo bastante fácil.

-          ¡DESCANSO! –grita el director y todos vamos a por nuestro desayuno. Me siento en la cafetería del rodaje y alguien me da un toque en el hombro.

-          Hola soy Mía –se presenta una chica muy rubia y con aspecto jovial –vengo a presentarme ya que estaremos muchos meses de rodaje y asa conozco a alguien –sonríe mientras coge asiento a mi lado.

-          Yo soy Harper, encantada –sonrío.

-          Haces muy bien el papel, ¿alguna vez antes has actuado? –pregunta con interés.

-          La verdad es que actuar seriamente nunca, y gracias, tú tampoco lo haces nada mal.

-           Bueno, el papel de secundaria nunca se puede hacer mal –reímos, alguien chilla mi nombre por detrás y me giro.

-          Harper, voy al camerino, así que no vengas que luego tienes sorpresas –sonríe pícaro y se va.

-          ¡Dios mío Harper! Tienes una suerte de besarte con Connor, es guapísimo –dice entusiasmada.

                    

-          No sé si llamarlo suerte. No me cae nada bien –se sorprende.

-          ¡Pero si es majísimo! –replica.

-          No estoy tan segura –rio.

Salimos de la cafetería y acompaño a Mia a su camerino mientras hablamos de las tantas cosas que no nos gustan de la película. Veo a Connor besándose con una actriz modo de despedida y miro con cara de asco. Que poco disimulado, podría esperarse fuera del rodaje aunque sea. Mia me mira con cara de que pringado, reímos.

-          ¿Qué os pasa chicas? –dice Connor con un tono vacilón.

-          Que nos das un poquito de asco –digo.

-          ¿Por qué? –se sorprende.

-          Bueno a mí ya me dabas asco de antes pero que acabemos un rodaje y tardes cinco minutos en liarte con una actriz, patético –le digo.

-          Que quieres que haga si le gusto –dice victorioso y resoplo en modo cansancio.

-          Lo que tú digas –responde Mia y nos vamos a su camerino.

                    

Salgo del rodaje y recibo una llamada de un número desconocido.

-          ¿Es usted Harper Jones? –respondo sí –su madre Elisa Jones ha tenido un accidente y está ingresada en el hospital Congress habitación 520, está todo bien de momento. No me da tiempo a responder la llamada ya que mis manos empiezan a temblar y el móvil se cae al suelo. Mi madre es mi único pilar que sostiene mi vida y no puede caerse, no. Intento coger la bicicleta pero mi fuerza no es suficiente como para llegar al hospital en diez minutos.

-          ¿Estás bien Harper? –aparece Connor por detrás perocupado.

-          ¿Puedes llevarme al hospital Congress por favor? No tengo fuerza para ir y está allí mi madre –asiente sin pensárselo dos veces y nos dirigimos a su coche y conduce rápidamente hacia el hospital. Durante todo el camino hay un silencio que no es del todo incómodo. Cierro los ojos intentando que el camino sea lo más rápido posible. Abro la puerta del coche y me despido –gracias –sonrío. Antes de cerrar la puerta una voz interrumpe el silencio.

-          Me voy a quedar aquí hasta que salgas, no tienes con que volver a casa –responde amablemente.

-          Gracias, pero no hace falta, que vaya bien Connor –cierro la puerta definitivamente y voy corriendo hacia la habitación y allí esta mamá, en una camilla. Entro y le doy un abrazo.

Sin saber por quéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora