Caídos del mapa

Capítulo 9

Miriam despertó de su sueño con la música. Le pareció una buena oportunidad para bajar. Con semejante batifondo no iban a escuchar ningún ruido y, a lo mejor, se podía esconder abajo en algún lugar que le permitiera ver mejor. Aunque si iban a bailar todo el tiempo no había nada interesante para ver...salvo que se dedicaran a los lentos.

Caminando en cuatro patas para atras, empezó a bajar la escalera. Las maderas chirriaban, pero la música estaba bastante fuerte y los chicos muy entretenidos. De pronto una telaraña pegajosa se le pego en el pelo. Miriam hizo un gesto brusco con la mano hacia atrás y perdió el equilibrio. Resbaló dos o tres escalones y pudo sostenerse. Se había raspado las rodillas y un codo.

-¡Pará! ¡Pará eso!- lo escuchó gritar a Federico.
La música paró de golpe. Miriam se quedó inmóvil. Estaba mal apoyada. El pie de le resbalaba por una madera floja. Miriam lo levantó con cuidado y trató de apoyar la rodilla en el escalón de más arriba. La madera crujió.

-Me parece que alguien está bajando las escaleras- susurró Federico-. Dame la linterna.
-¿Qué linterna? A mi no me dieron ninguna linterna- le contestó Graciela.
-Mejor nos vamos- dijo Paula.
-¡Estás loca! No podemos irnos ahora. Ven, vamos a escondernos- le contestó Fabián arrastrándola de un brazo debajo de unos bancos.

Federico apagó la luz y fue a unirse a ellos justo con Graciela. Se quedaron inmóviles, trantando de ver a través de la oscuridad y de las patas de los bancos. Graciela encontró una manta y los cubrió a todos con ella. El olor a tierra y humedad les daba ganas de estornudar. Se escuchaban los chirriar los escalones. Paula sollozaba.

-¿Estás llorando?- le preguntó Fabián tan bajito que ni Federico ni Graciela lo escuchaban.
-Es que si mi mamá y mi papá se enteran, me matan.
-No se van a enterar- la consoló Fabián sin demasiada convicción.
-Si nos descubren acá abajo, sí- sollozó Paula.
-Si nos descubren acá abajo, les decimos que vos no querías venir, que te trajimos por la fuerza- dijo Fabián haciéndose el héroe.

-Pero yo no quiero que te reten a vos- susurró Paula.
-Y yo tampoco quiero que te reten a vos- dijo Fabián. Los dos se agarraron de la mano y se quedaron así, con las manos apretadas, sin mirarse.
Los escalones seguían crujiendo. Graciela sacó la cabeza de abajo de la manta y espió por entre las patas de los bancos.
-Es Miriam- dijo tapándose otra vez.

-¡Qué porquería!- dijo Federico rabioso-. ¿Cómo nos descubrió?
Un ruido fuerte lo interrumpió.
-Se hizo pelota- aclaró Federico y los otros no pudieron contener una carcajada.
Era cierto. Miriam había bajado los tres últimos escalones en tobogán y había aterrizado contra el suelo.

-¿De qué se rien, estúpidos?-les gritó-. Salgan o subo y le cuento a la Dire que están acá.
Federico agarró una lata que tenía cerca y se la tiró. La lata no le pegó, pero hizo el ruido suficiente para que Miriam saltara del susto.
-¡Ay! Qué graciosos...- se burló.
Federico agarró la manta y, dejando a sus compañeros al descubierto , se la echó encima y avanzó hacia ella haciéndose el fantasma. Por supuesto que Miriam sabía que era Federico... O Fabián, que ahí no había ningún fantasma... pero esa sombra avanzando en la oscuridad le daba miedo. Hacia atrás tenía la pared y hacia los costados, ¿quién sabía? Pegó un salto hacia Federico para intentar sacarle la manta, pero le salió mal.

Fede, en un movimiento rápido, pasó la manta de su cabeza a la cabeza de Miriam, y la rodeó con los brazos para que no se la pudiera sacar. Los otros vinieron en su ayuda. Miriam gritaba con desesperación. Se lo tenía merecido, por metida. ¿Para qué había bajado?

-Ahora te van a a pasar cosas terribles...- le dijo Federico, sin soltarla. Te vamos a meter una rata en la zapatilla.
-Y te vamos a hacer comer sopa de cucarachas- agregó Fabián.
Miriam luchaba con fuerza para soltarse, pateándolos, revolcándose y a duras penas la podían sostener entre los cuatro.