Miriam se quedó parada frente a la puerta de la biblioteca como si estuviera viendo fantasmas.
-Vamos...- le dijo el padre al pasar junto a ella.
Pero Miriam no lo escuchó. Siguió ahí sin moverse.-¡Miriam!- gritó el padre unos pasos más allá.
Pero Miriam no le contestó. Entonces, el señor Reinoso volvió sobre sus pasos y la tironeó de un brazo. Fue en ese momento que los vio: Graciela, Paula, Fabián y Federico estaban ahí, sentados alrededor de una mesa de la biblioteca. Fabián leía algo, los demás lo escuchaban y conversaban. No lo habían visto, al menos eso pensó el señor Reinoso.
-Están acá- dijo llamando a los demás. El grupo se detuvo de golpe y corrió hacia la biblioteca. Aparecieron sonrisas, lágrimas, suspiros y la tocesita de la Foca.
Miriam avanzó para entrar a la biblioteca. Quería saber cómo habían llegado ahí. Se había perdido lo mejor de la rateada. Pero su papá la detuvo.
-Vos no volvés a dirijirle la palabra a ninguno de esposo mocosos- le dijo-. No tenemos nada que hacer acá, vamos. Buenas tardes- saludó y arrastró a Miriam de un brazo por el pasillo.
Miriam se dejaba llevar mirando hacia atrás, caminando a los tropezones. Vio como entraban todos a la biblioteca. Escuchó un alboroto. Después, su padre cerró la puerta de la escuela.
Cuando la Directora entró a la biblioteca, seguida por la Foca y los padres, los chicos los miraron tratando de poner cara de sorpresa. Y sorprendidos estaban: no esperaban ver a sus padres ahí.
-¡¿Qué hacen acá, señores!?- gritó la Foca.
-Estamos preparando un trabajo en equipo para historia- contestó Fabián, y al mirarlo a su papá se dio cuenta de que no lo había engañado.
-¿Toda la hora?- preguntó la Foca.
-Si, seño- dijo Graciela-. Paula le pidió permiso.
Paula se puso pálida. ¿Qué decía ahora?-Y... yo... yo... no- balbuceó-. Le pidió Fabián.
-¡No!- dijo Fabián haciéndose en canchero-. ¿No habíamos quedado en que le pedías vos?- le preguntó a Graciela.
-No, vos- contesto Graciela.
-Esto quiere decir- dijo la Directora- que ustedes se pasaron toda la hora acá sin permiso.
-No, lo que pasa acá es que...- empezó Graciela.
-Déjelo así- la interrumpió la Directora-.
A la tarde tomaremos las medidas que correspondan por esta indisciplina. Ahora, vayan a sus casas. ¡Ah! Federico, llamó su mamá para decir que tiene que almorzar en el colegio.
Federico se puso pálido. Quería saber qué había pasado, pero no podía preguntárselo a nadie.
-¿Ya tocó el timbre?- preguntó Fabián-. Estábamos tan entusiasmados con el tema que ni lo escuchamos.
Graciela casi larga una carcajada.
Los chicos guardaron el libro y todos se dispusieron a salir.-Paulita... ¿estás bien?- le preguntó su mamá.
-Si, mami... ¿qué me puede pasar estudiando en la biblioteca?- le contestó Paula giñándole un ojo a Fabián.
-Bien, por suerte, esto no fue más que un mal entendido, pero no va a quedar así. Por negligencia de ustedes, niños, o por querer faltar a las normas de la escuela, inquietaron a sus padres y a sus maestros. ¿Se imaginan lo que puede pasar si acá cada uno hace lo que se le ocurre? Les puedo asegurar que no va a quedar así. Vamos a prohibir el uso de la biblioteca si un maestro no está con ustedes.
La Directora despidió a los padres pidiéndoles disculpas y les reiteró, una vez más, que iba a tomar las medidas necesarias para que esto no se volviera a repetir. Mientras caminaba a la Dirección, acompañada por la Foca, la asaltó una duda.
-Dígame, Elvira- le dijo-, ¿usted no revisó la biblioteca?
-Sí, señora- contestó la Foca- y le aseguro que estaba vacía.
La Directora sacudió la cabeza y se le escapó una sonrisa. La Foca a puso a toser.Federico se fue para el comedor. Se acababa de dar cuenta de que estaba muerto de hambre.
La madre de Paula le envolvió a su hija una bufanda al cuello y caminó hacía la salida llevándola de la mano.
Graciela sacsacó el peine del bolsillo, mientras caminaba junto a su mamá, un poco más atrás.-La verdad, no entiendo- dijo la madre-. ¿Cómo podés tener ese aspecto desplorable por estar en la biblioteca? Miráte el delantal. Esta escuela está cada día más sucia.
El padre de Fabián le dio un coscorrón cariñoso en la cabeza, pero poniendo cara muy seria le dijo:-Cuando lleguemos a casa, quiero saber la verdad.
Fabián se encogió de hombros y sonrió. Algo le iba a contar, pero nunca lo que habían dicho ni lo que habían echo en el sótano. Lo juraba.
Antes de pegar la vuelta al pasillo que llevaba a la puerta de la escuela, Fabián, Paula y Graciela se pararon. Miraron hacia atrás. Ahí estaba Federico yendo para el comedor. Federico levantó el pulgar en señal de "salió todo al pelo". Los chicos le respondieron con el mismo gesto.
Por la puerta del sótano salió Ramón llevando un bollo de sábanas y sogas. Los chicos temblaron.
-Hay que ordenar un poco ahí abajo- les dijo Ramón-. Hace mucho que no meto mano.- Y les giño un ojo.
Los chicos respiraron aliviados. Volvieron a despedirse... hasta esa tarde.Todo iba a ser igual, pero no para ellos después de haber estado en el sótano. Y tampoco para Miriam, que no volvió a esa escuela y que jamás pudo enterarse cómo los chicos habían llegado a la biblioteca, porque ninguno de los cuatro contó nunca lo que habían dicho y hecho ese día en la hora de la Foca.
Lean hasta el final 👇
Holi❤️
Bueno gente!
Ha terminado esta maravillosa historia, fue un gusto estar acá subiéndola y compartirla con ustedes!
Ojalá les haya gustado esta historia tanto como a mí,
No se olviden votar y comentar! Compartirla si quieren que sus familiares amigos etc.
Saludos a tod@s!Pd: Si quieren el 2 háganmelo saber!
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Jane 🥀
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Caídos del mapa
Teen FictionHola❤ Este libro prometo terminarlo, ya que vi que todos los que hicieron están muy incompletos, asi que me comprometo a terminarlo y si me dan ganas, quizás haga toda la saga, ojalá lo disfruten, GRACIAS❤. Cuatro chicos de séptimo grado planean rat...