Deja vu

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Es el cumpleaños de mi tía, la hermana de mi madre, todos estamos sentados en aquel largo comedor y charlan unos con otros. Me mantengo al margen, no suelo ser muy abierta y el silencio siempre ha sido mi marca favorita.
¿Y tú Annie? ¿Algún novio en la universidad?
Alan dirige la atención hacia mi y la incomodidad me abraza.
Ninguno.
¿De verdad? ¿O es sólo para que mis tíos no se infarten?

Llevo un bocado de carne a mi boca y mantengo mis ojos sobre él.
No seas entrometido Alan.
Grace sale en mi defensa y yo la miro agradecida.
Siempre me rescata en momentos cómo estos.
Bueno, sólo tenía curiosidad.
Algunos comentan en chiste que pronto seré un quebradero de cabeza para mi madre y otros que soy muy centrada.
Al final las conversaciones se dispersan y yo aprovecho el entretenimiento para escapar de esa reunión asfixiante.
Llevo los platos vacíos a la cocina y al girarme Grace esta a unos pasos de distancia.
Hace tiempo que no hablamos Annie. ¿Está todo bien?

Si, genial. Por supuesto. ¿Tú?

Ella saca un taburete del mesón que ocupa la mitad de la estancia y me señala otro.
¿Interrogatorio voluntario o a pedido?
Ella sonríe.
La tía está preocupada por ti. Ya sabes, después de...
Se refiere a mis dos episodios de internación que he sufrido en mis cortos diecinueve años.
Uno ocurrió en mi quinto cumpleaños, dure dos semanas en el hospital inconsciente. Los médicos nunca tuvieron respuesta.
La segunda vez fue a mis once años de edad. Me encontraron en el suelo del baño y allí dure un mes.
Nada han hallado en mis análisis, ninguna explicación científica posible.
Es por esa razón que todos se han vuelto tan pendiente de mi. Algo realmente incómodo si me lo preguntan.
No he tenido otro cuadro de coma. Al menos que yo sepa.
Mi tono es severo y ella borra su sonrisa de forma abrupta.
Annie sabes que puedes confiar en mi ¿cierto?
Gracias Grace, estoy espléndida. De verdad.

Cuando voy a pasar por su lado de largo, ella me toma del antebrazo.
Una corriente me sacude y giro en su dirección.
Mi sangre se ha helado. No es el rostro de Grace el que veo. Es el de una mujer diferente, sus facciones son marcadas y delicadas. Su cejas bien definidas y pómulos acentuados, la mandíbula cae en ángulo grácil y sus ojos me envían a un abismo.
Me suelto nerviosa y apresuró el paso. Giro en el salón y a pesar que me llaman, no detengo mis pasos, continuó rumbo al segundo nivel de la casa.
Me encierro en una habitación y me dejo caer contra la puerta.
Mi cabeza comienza a martillar y llevo mis manos a las sienes. Respiro varias veces hasta que me tranquilizó.
Un par de golpes en la puerta me traen de vuelta a la realidad.
¿Annie estás bien?

Si tía, estoy perfecta.

Quieres venir a tomar el postre con nosotros.

Me levanto y abro la puerta, allí está ella en todo su esplendor. La mayoría dicen que mi parecido físico es a ella.
Tal vez en eso tengan razón.
Puedo saltarme el postre tía.

¿Ha pasado algo con Grace?

No, por supuesto que no tía. Es sólo que deseo dormir un poco. Las clases y los exámenes han estado rudos, sólo estoy cansada.

Entra y me da un abrazo.
Está bien Annie. Si necesitas algo, sólo llámame.

Ella se marcha y cierro la puerta. Me saco las botas y suelto mi cabello. Quito la frazada y me zambullo en la cama.
Es la habitación de Lee pero él está en Tokio. No me dirá nada por tomar una siesta en su enorme cama.
Cierro los ojos y me dejo llevar por los ruidos de fondo. Finalmente pierdo el sentido.

--
Abro los ojos y me parece muy corta la siesta. Me siento al borde de la cama y cuando hago un barrido en la habitación, me quedo congelada.
No es la habitación de Lee, es una muy diferente y hasta de aspecto anticuado. Veo la cama con temor, sin embargo no hay rastro de que a mi lado hubiera alguien. Me levanto y camino despacio, un espejo descansa a un lateral del lugar, mis ojos se abren al verme. No soy yo. Aunque sé que soy, es la figura de un hombre la que luce en el reflejo. Toco mi cabello y es rubio, lo llevo alborotado. Sus ojos son azules, un poco diferentes a los míos, pero azules finalmente.
La puerta se abre y doy un respingo.
El día ha llegado hermano, el más feliz de tu vida.
Sacude mi pelo y lo deja peor de lo que estaba. No respondo, y la mujer que me llama hermano apenas se inmuta.
Me empuja y yo voy en automático. Estoy dormida. En definitiva, nada de esto tiene sentido.
Así voy viendo secuencias de escenas siendo yo y no al mismo tiempo.
Un hombre va a mi lado camino a una iglesia y veo mis manos, están sudando y las limpio en aquellos pantalones que llevo.
Una sensación me invade, no puedo explicarlo, pero es algo desagradable.
Entramos a la iglesia, hay gente que ocupa todos los asientos, muchos me sonríen.
Sin duda, es el sueño más raro de mi vida.
Llegamos al altar y un ruido hace que gire a la entrada mi vista.
Una mujer vestida de novia hace ingreso con un hombre mayor que la trae del brazo.
La sensación regresa, y está vez puedo percibir como mi corazón late frenético a medida que ella avanza hacia mi.
Llega a mi altura y yo veo como a través de aquel velo me sonríe.
Mi mente se apaga al ver su rostro. Es ella, la mujer que vi en lugar de la cara de Grace.
La ceremonia que se supone es mi boda sigue su curso, hasta que aquel ruido me hace desviar la mirada, todo pasa en un abrir y cerrar de ojos.
La mujer cae en mis brazos desangrándose, ella me mira con angustia y al seguir su perímetro de visión, también me veo sangrar.
Ella muere y allí el ahogo me consume.
--
¡Elizabeth!
Salto de la cama y caigo al suelo, el duro impacto me hace reaccionar. Estoy sudando y mi ritmo cardíaco es irregular.
¿Annie estás bien?
Mi respiración es dificultosa, tengo ganas de llorar, llevo mi cuerpo a una posición fetal y dejó que las lágrimas afloren.
Annie voy a entrar.
No me importa nada en este instante. La pérdida me ha abrumado y de pronto los recuerdos me golpean cómo un tren.
Annie.
Ella entra corriendo en medio de la oscuridad y me levanta cómo puede hasta apoyarme en la cama.
Voy a llamar a la tía.
¡No!
No estás bien.
No quiero que le llames.
Mi voz quebrada por el llanto la paralizan.
No voy a entrar en coma Grace, no llames a nadie.
Ella me abraza y me mantiene así por largo rato.

Soy David Aldrich, un ex militar que participó en la segunda guerra mundial hace más de medio siglo. He vuelto a la vida siendo mujer, y lo más escalofriante es que ella, mi amada que falleció en mis brazos, está abrazándome justo en éste instante.
Mi llanto aumenta tras repasar todos estos acontecimientos.
¿Fue una pesadilla? Gritabas muy fuerte.

Pasan largos minutos sin que piense ni diga nada, hasta que finalmente rompo el silencio.
Una horrible pesadilla.

¿Elizabeth? Es una amiga.

Nuevamente las lágrimas fluyen, "si eres tú" la reencarnación de mi alma gemela, que por juego de la vida, no me ha reconocido.

Si, una vieja amiga.
Aquella vaga respuesta parece saciar su curiosidad.

¿Qué haces aquí?
Ella se acomoda en la cama y me arrastra hasta ella.
Se siente extraña esta interacción, la última vez que dormimos juntas, fue cuando ella tenía diecisiete años y yo doce.
Todos se fueron, pero le pedí a mi tía quedarme. Iba a dormir en su habitación cuando escuche tus gritos.

¿Donde está ella?

Salieron a terminar de festejar en un pub.
Suspiro audible y ella pasa un brazo por mis hombros para atraerme a su lado.
Me tenso en su agarre pero ella no nota el cambio.
Quieres hablar de ello.
¿De qué?
Pregunto una vez mi cabeza esta apoyada en su pecho y puedo oír el latido de su corazón.
De tú pesadilla.

Soñé que moría.

Eso es horrible.
Ambas guardamos silencio y de pronto quiero tentar al destino.
Era mi boda.
Ella se mantiene callada largo rato.
Elizabeth te mata o ¿Era la novia?
Aquella pregunta me cae por sorpresa, la sensación extraña qué en el sueño me invadía, retorna a mi.
Era mi novia.

El mutismo toma protagonismo en aquel espacio. Sólo el ligero sonido de nuestras respiraciones se oye. Cierro los ojos y veo en mi mente fragmentos de una vida pérdida.
Trato de recordar nombres, pero mi mente pareciera tener un bloqueo.
Sólo la imagen de otro hombre distingo, ambos corremos en medio del fuego.
¿Fue tu novia?
Me trae a la realidad al oír aquello.
Siempre lo supe. No tienes que esconderte de mi.
Trato de hilar aquel medio discurso, ¿Lo sabe? ¿Qué sabe? Me levanto desconcertado quedándome sentado en la cama.
La confusión que tengo es enorme.
¿Lo sabes?
Ella también se sienta y a pesar de la oscuridad, puedo sentir su mirada en mi.
Me besaste cuando apenas tenías once, creo que no se necesita ser experta en el tema para unir las piezas.

¿Te bese?

Si ¿No lo recuerdas?

Yo... Yo no.

Tranquila, es algo que nunca voy a preguntarte en un almuerzo o cena familiar.

No lo recuerdo.

Eso pensé. Fue extraño, ese día fue cuando sufriste aquel episodio.

Sus palabras son medidas y hay un tinte de temor en ellas.
¿El coma que sufrí durante un mes?
Si. A veces siento que fue mi culpa.
Tomó su mano a tientas y al sentir su calidez, trae una calma momentánea a mi alma.
Nadie tiene culpa de lo que paso Grace. Tú sólo fuiste una víctima de las circunstancias.
No me refiero a esta vida amada Elizabeth, si no al hecho de tu muerte injustificada. El ataque era para mi, fueron mis errores, tú fuiste un terrible daño colateral.
Mi rostro se humedece nuevamente. Su silencio me confirma que no ha entendido nada de lo que dije y menos tiene capacidad de leer mis pensamientos.
¿Sientes algo por mi Annie?
Un bullicio repentino interrumpe nuestra charla en la oscuridad de la habitación, ella suelta mi mano y sale apresurada a verificar que ocurre.
Deja la puerta abierta y escucho desde la planta baja cómo mi tía, mi madre y los demás responden algo achispados.
Inhaló profundamente, acabo de perder otra oportunidad.
Grace no regresa y cuando me pongo de pie para cerrar la puerta, siento una presencia a mi espalda.
Quiero que sepas David, en verdad qué te quede claro, qué eres un caso excepcional en mi trabajo. Y eso comienza a molestarme.
Me giro cauteloso y quedo estupefacto.
Los recuerdos repentinamente fluyen hacia a mi, él apareciendo en aquella casa del árbol, en el baño.
Tú, fuiste tú.

El que corrige los fallos técnicos cómo tú.
Un destello de luz me ciega y pierdo la conciencia.

Several LivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora