Cuarenta años desde que morí y volví a tener recuerdos de todas mis reencarnaciones. Me quedo estático y destrozado, aquella máquina moderna escanea mi cerebro y otros dispositivos revisan los demás signos vitales que tengo.
¿Ella habrá muerto? ¿Estará viva? ¿Que edad tendría? Hago los cálculos rápido y asumo que si vive tendrá unos casi setenta años.
—No es posible.
Balbuceo y la enfermera me ve con el entrecejo fruncido.Me pregunto si aún vive en Hamburgo, si se mudó de ciudad. ¿Qué fue de la vida de mi antigua madre?
—No hay zonas de lesiones. Sólo ha sido una contusión fuerte. Tienes suerte piccolo.
La doctora me habla y yo decido guardar silencio. Cierro los ojos y dejo que las lágrimas salgan, que limpien un poco mi alma.
—¿Recuerdas como te llamas?
No contesto, no puedo. Mi garganta está seca de tanto llanto.
—Debemos saber si ese golpe ha afectado tu memoria, la tomografía no revela nada. Puedes cooperar.—Me llamó Franco Rivaldi.
—¿Que edad tienes Franco?
—Catorce años cumplo en Diciembre nueve.
—¿En donde vives?
—Padua, aunque nací en Sicilia.
—Bien, hablaré con tu padre que está afuera preocupado.
La puerta se cierra y sólo escucho el sonido de los diferentes aparatos. La sensación de angustia no desaparece y comienzo a pensar en la manera de ir hasta Alemania.
**
Cada día le insisto a la nona que me lleve a Alemania, se acerca el día de mi cumpleaños número 14 y es lo que he pedido de regalo.
—Mamma dice que has estado presionando por ese viaje Franco.
La voz de mi padre de esta vida me saca de mis debates mentales.
Dejo el tenedor suspendido en el aire y miro su semblante serio.
—Quiero conocer Hamburgo.—¿Y que hay de especial en ese lugar? Nostra terra é bellissima y no tiene nada que envidiar a esas.
—Tadeo deja que la nona decida si lo lleva o no.
—Por eso este piccolo es así, siempre lo conscientes en lo que se le antoja.
Y ahí comienza otra discusión de mis padres. Trago a la fuerza el resto de la cena y espero a que mi madre me haga alguna seña para escapar de la sarta de sermones que él suelta.
Cuando lo hace, corro escaleras arriba y me encierro en mi pequeña habitación.
Soy el menor de tres hijos, mi hermana Elenna es la primera, no vive con nosotros desde hace dos años, se mudo a Milán y pocas veces viene de visita. Después sigue Tino que estudia en la universidad en Florencia, suelo verlo los fines de semana. Y por último, yo. No estudio. Mi padre dice que alguien tiene que seguir el negocio familiar, y ese consiste en atender el viñedo y cosechar la mejor vid para el vino.
Si por mi fuera, estudiaría economía, pero aún soy menor de edad y mi opinión no cuenta.
Agarro de un pequeño escritorio aquella libreta donde en mi tiempo libre suelo dibujar, me lanzó en la cama de una plaza que tengo y con el grafito en mano comienzo a traza bocetos.
Plasmo en el papel trazos de sus facciones, aquellas que vienen a mi memoria de golpe.
El sonido de cada línea se percibe en el silencio de mi habitación y me distraigo en los recuerdos del lejano pasado.Recuerdo su sonrisa, los hoyuelos que se forman en su rostro, aquella pequeña cicatriza oculta bajo su ceja derecha, y el perfil de su nariz.
—¡Franco!
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Several Lives
FantasyDavid encontró a su alma gemela, sin embargo el día de su boda ocurre una tragedia y de allí comienza a navegar a través de reencarnaciones en busca de su amada Elizabeth. ¿Hallará a su otra mitad en algún momento? O el lazo que los unió se habrá r...