CAPITULO DOS PARTE DOS

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...


Muevo mi pierna con impaciencia. Hoy es el gran día. El día en el que todos nosotros recibiremos nuestros cofres. Nuestras herencias. Las mismas herencias que han pasado de generación en generación para proteger Louren. Mentiría si dijera que no estoy nerviosa, mis manos sudan y mi respiración es agitada. La puerta se abre haciendo que mi respiración se detenga un momento. Veo como Abel entra y doy un suspiro de alivio y me mando a los brazos de Abel quien corresponde el abrazo.

—¿Qué es eso? —Pregunto al notar la bolsa que trae.

—Es un regalo —Dice pasándome la bolsa.

Tomo la bolsa y la abro. Veo un vestido, pero no cualquier vestido, es el mismo vestido que Doce y yo vimos hace ya unos días. No lo compramos por su precio, sin mencionar que no le iba a dar el gusto a Doce de hacer que me viera "especial" para Uno.

—Es hermoso —Digo viendo más detenidamente el vestido blanco—, gracias.

—Bueno es una ocasión especial así que quería darte algo.

Me quito la vestimenta que llevaba puesta para probarme el vestido. Es hermoso; El vestido me llega hasta las rodillas y las hombreras cuelgan parte de la misma dándole un toque especial. Me acerco a Abel y la abrazo fuertemente.

—Gracias —Le digo sin soltarla—, por todo.

Abel ha sido mi mentor desde pequeña. Mas que solo un mentor o un maestro Abel ha sido una amiga para mí. No significa que después de obtener mi cofre deje de entrenar junto a Abel, pero esta es la razón por la que hemos estado trabajando ardua y duramente.

—¿Estas listas?

—Si.

Veo como la puerta frente a mí se abre. La sala completa se llena de aplausos y gritos mientras salimos. Camino hasta el centro de la sala. Mis pasos son lentos y las piernas me tiemblan. Mis respiraciones son lentas pero fuertes, las manos me sudan, aunque intento disimularlo. Veo a Doce entrar por una de las puertas al igual que Nueve y a la numero Diez. Nunca eh podido conocer realmente a la numero Diez, lo máximo que eh podido socializar con ella ha sido en misiones de menor importancia o de muy en vez en cuando que entrenábamos juntas, pero también me alegra que ella este aquí. Nuestras miradas se posan en la parte superior de la sala, hay un piso donde los ancianos están sentados.

No veo a Uno en ningún lado. De hecho, la mitad de los ancianos no están. La habitación se ilumina en una luz blanca, el símbolo de nuestro pueblo dibujado en el suelo destella la luz blanca. Veo como el símbolo empieza a girar suavemente moviendo a la vez la sala entera. Un pequeño pilar empieza a emerger frente a mí y sobre esta se encuentra el cofre junto al número Dos. Mi respiración se congela un momento cuando veo al número Dos frente a mí. Doy unos pasos hacia adelante.

—Hoy —Empieza la presentación provocando que los gritos y aplausos cesen—, damos la bienvenida a los primeros de nuestra nueva generación —Los ojos del numero Dos se mantienen firmes sobre mí, de cierta forma su presencia es intimidante—, los nuevos guardianes que se aseguraran de proteger Louren.

El numero Dos estira su mano ofreciéndomela para tomarla. Me limpio el sudor de mi mano en un rápido movimiento y tomo su mano, él estira mi brazo hasta el cofre junto a nosotros, una corriente pasa por mi cuerpo cuando mis dedos tocan el candado. Las manos del Numero Dos se juntan con las mías haciendo que yo tome el candado por completo. Puedo sentir el candado deshaciéndose, como si fuera hielo derritiéndose en mis manos. El cofre se abre de golpe haciéndome retroceder. Miro con asombro el cofre. El numero Dos se acerca hasta mí.

El Diario De Dos | Saga La Voluntad De UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora