Capítulo 16: Estoy jodidamente enamorado de ella.

361 19 2
                                    

Abraham.

¡Mierda! ¿Qué hago?

¡LA ENFERMERÍA IMBÉCIL!

¡Sí! ¡Eso!

Cargué a Cristina entre mis brazos y salí como un rayo que lleva al diablo a la enfermería. En un tiempo récord, llegue. Abrí la puerta causando que está chocará con la parte fuertemente. Lilian, la enfermera me miró enfadada y despúes cambió su cara a una de preocupación. Me mandó a tumbar a Cristina en la camilla y obedecí. Me alejé de ella para que Lilian podría hacer su trabajo.

—¿Qué le ha pasado?—preguntó Lilian preocupada. Estaba demasiado nervioso, Lilian frustada me gritó otra vez la misma pregunta.

—No lo sé. Estaba andando por los pasillos rumbo a mi habitación y de repente veo que Cristina casí iba a dar un golpe fuerte con el piso y la sujeté la cabeza. Abrió sus ojos un momento, y despúes los cerró—expliqué tan rápidamente que dudo que Lilian lo haya entendido. Estaba nervioso, mis manos sudaban. ¿Y sí le pasa algo grave? Sentí una punzada en mi estómago. Creí que mi corazón iba a parar de latir a causa de tanto dolor. ¿Qué me pasaba? ¿Acaso estoy enamorado de Cristina? ¡No! No puede ser. Ella no me importa. Ella sólo es una chica más—.

No lo niegues, estás enamorado de enemiga.

No, no lo estoy.

¿Ah sí? Entonces, explícame por que le has besado sin que ella te pedierá.

Era una venganza.

Ah pues genio, explícame por que estuvistes enfadado dos semanas por el simple echo que Cristina no te trataba como trató a Ted.

¡Por qué yo no soy un animal!

Vaya. Pues dime por que estás nervioso según tú, ella no te importa.

¡Mierda! Por qué…estoy jodidamente enamorado de ella.

Cristina.

Negro. Era el color que llenaba mis ojos. Todo era negro, como sí no haya vida. Intenté gritar, pero algo me lo impedía. Empecé a correr. Mis pies fallaron y caí al suelo negro. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía yo aquí? ¿Y el internado? ¿Abraham? ¿Ted? ¿Max? ¿Cleo? ¿Marta? ¿Mamá? ¿Papá? ¿Dónde estan ellos?

¿Estoy muerta?

—Despierta, Cristina—era sin duda, la voz de Abraham.

¿Abraham? ¿Dónde estás? Quise preguntar.

Como sí me leyerá la mente, el me respondió: —Estoy aquí contigo. Estoy en tú corazón.

Estoy en tú corazón. Aquella frase no paraba de repetirse en mi cabeza como sí fuera un disco rayado. ¿Qué quiere decir?

—Búscame y me encontrarás.

Este capítulo está completamente editado.

Un encuentro. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora