•WonWoo•

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Observándolo mientras leía, ella intentaba descifrar los pensamientos. Para ella era muy frustrante nunca saber qué era lo que aquel chico pensaba o sentía. Era como jugar constantemente al póker, por mucho que lo intentaba, él nunca cedía.
Ella se había vestido provocativamente con una blusa y una falda, acomodando esta última para que quede más corta de lo que usualmente era. Se acercó a él y se sentó a su lado en el sofá, continuando con su observación.
—¿Qué opinas? —preguntó ella, haciendo que él la mire.
—¿Sobre qué? — contestó. 
—No importa, no lo entenderías... —dijo ella.
   Él tomó el vaso con agua que tenía sobre una pequeña mesa a su lado y tomó un sorbo de ella.
—Ni siquiera hemos tenido sexo una vez... —dijo ella, de forma apenas audible.
   Aun así, él la escuchó y escupió toda el agua que tenía en su boca, empapando toda la mesa y a él mismo. Ella, para ayudarlo, tomó un trapo y lo pasó por la mesa, quedando su trasero frente al chico. Ella se dio cuenta de eso y se volteó, pero él seguía sin expresar nada.
—¿Estás bien? —preguntó él, al notar decepción en la cara de la chica.
—No —contestó ella sinceramente.
—¿Por qué no? —preguntó nuevamente él.
—¡Porque nunca sé cómo te sientes! —exclamó ella.
   Hubo unos segundos de silencio, en los que él pareció sopesar sobre su respuesta.
—¿Quieres saber cómo me siento? —tomó su mano y la dirigió al duro bulto que él tenía en su entrepierna—. Excitado, así es como me siento, porque tú me excitas tanto que comienza a dolerme.
Ella se había quedado sin palabras. Finalmente había conseguido lo que quería, que él admitiese lo que verdaderamente sentía, pero ella, al creer que nunca pasaría, no había pensado en cómo actuar después.
   Obedeciendo a sus sentimientos, ella juntó sus labios con los de él y lo besó con una pasión con la que nunca antes lo había besado. Él rápidamente correspondió a ese beso con la misma pasión y lujuria que ella, volviéndolo un beso el cual los dos sabían que los llevaría a más.
   Ansioso, Won Woo, decidió dejar de contenerse y dejar salir todas sus ganas acumuladas. Pasó sus manos por debajo de la corta falda que ella llevaba y la levantó, dejando expuesta su ropa interior.
   Tomó las bragas y tiró de ellas, para tener acceso a su feminidad. Entre caricias, él introdujo uno de sus dedos en la entrada de la chica, comenzando a hacer movimientos circulares, provocando que ésta soltase audibles gemidos.
   Victorioso como todo hombre al oír los gemidos de su novia que él podía provocar, se separó de ella y volvió a sentarse en el sofá.
—Quítame la ropa —le ordenó.
   Ella tuvo que parpadear unas veces para volver a la realidad y recuperar su estabilidad.
—¿Por qué no te la quitas tú? —lo cuestionó ella.
—Porque gracias a ti está mojada, y no hablo solo de mi camiseta —respondió.
   Ella soltó una risita y felizmente obedeció las órdenes del chico, ya que al fin estaba obteniendo lo que tanto había deseado. Se acercó a él y tiró de su camiseta, logrando observar cada centímetro de su torso desnudo. Desabrochó sus pantalones y, junto a sus bóxers, los bajó, liberando así a su ya erecto miembro.
   Cuando ella estuvo a punto de comenzar a desvestirse, él la detuvo.
—No puedes quitarte la ropa aún —le dijo.
—¿Por qué no? —preguntó ella, confundida.
—Porque quiero que sientas lo que yo sentía al tenerte ganas y no decir nada —le dijo y volvió a besarla salvajemente.
   Aún entre besos, la tomó de las caderas y la recostó sobre el sofá, quedando ella debajo de él. Volvió a subir su falda hasta donde pudo, y se acomodó para poder entrar en ella.
   Tomó su miembro entre sus manos, lo acomodó y embistió la entrada de la chica. Ella curvó su espalda y no pudo evitar que un agudo gemido se le escapara de su garganta al sentir el miembro del chico entrando y saliendo de lo más profundo de su intimidad.
   Sus embestidas eran fuertes y constantes. La sensación de la pelvis del chico chocando contra esa zona tan sensible hacía que ella se retorciera del placer. Era la primera vez que ellos lo hacían, y él ya había sobrepasado todas sus expectativas.
   Con fuerza, él volvió a voltearla y la subió sobre él, colocándola a horcajadas. Tomándola de las caderas, comenzó a marcar el ritmo con el que ella subiera y bajara sobre él.
—La ropa te está estorbando mucho, ¿verdad? —preguntó él, con voz ronca, satisfecho con las expresiones de placer que la chica tenía en su rostro.
Él sabía lo molesto que era la ropa en esa situación. Era como una prisión y se sentía más apretada de lo que verdaderamente era.
—Déjame quitarme la ropa... —suplicó ella, entre jadeos.
—No, tú tienes la suerte de que te la quitaré yo —dijo él, tirando de su ropa para quitársela.
   Hambrientamente, él desabrochó su sostén, liberando los pechos de la chica, para poder comenzar a succionarlos. Ella estaba totalmente desnuda, por lo que él ahora podía besar cualquier parte de su cuerpo que le placiera. Y así lo hizo.
   Él repartió besos, dejando marcas, por todo su cuerpo, mientras ella movía sus caderas en círculos hacia adelante y hacia atrás, provocando que Won Woo soltase múltiples gruñidos.
   Al sentir el dolor que le provocaba su erección y el orgasmo aproximarse, él volvió a tomarla de las caderas para que ella volviese al ritmo anterior, solo que más rápido esta vez. Cada vez los movimientos eran más rápidos y desesperados, ya que el placer los estaba consumiendo.
   No tardaron mucho para llegar juntos al climax, y al hacerlo, Won Woo se recostó en el sofá y ___ se recostó sobre su pecho, los dos con sus respiraciones aún agitadas.
—Creo que debería comenzar a decirte cómo me siento más seguido... —dijo, sonriendo ladinamente.

SEVENTEEN • One Shots +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora