Story of us

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La puerta dejó que el viento moviera sutilmente mi cabello y alzé la vista para ver quien entraba. Mis dedos que habían estado tamborileando la mesa se detuvieron y en mi boca se formó una pequeña "o". 

Los minutos parecían ir más lento, más de lo que parecían ir en el examen, más lento de lo que parecían ir los días después de romper con mi ex novio. 

Genaro se movió estratégicamente por el lugar y Mattia lo siguió con paso lento. En ese momento supe que no quería ser partícipe de ningún encuentro, que me quería ir a casa, que quería estar tranquila. Sola. 

"Café Aurelio" no era un lugar de encuentros pactados entre parejas, era todo lo contrario, era mi escape después de los exámenes, mi momento de relajación, una suerte de spa sin comodidades, era parte de mi mundo interno. Había sido el lugar que me escondió del dolor de la ruptura con mi anterior novio y ahora había sido descubierto. 

Los miré a él y el tiempo comenzó a funcionar como normalmente debería hacerlo. 

-Emma- su sonrisa se mostró de costado y rozó con su mano su mentón. Llevaba el cabello suelto y rebajado hacía los lados de su cara. 

Miré a Mattia y él puso sus labios en una perfecta linea delgada mientras me observaba dubitativo. -Chicos- saludé. 

Mattia besó mi mejilla, ambos se sentaron enfrente de mí y se instaló con nosotros el silencio. Volví a mirar la puerta con expectativa. 

-Leticia no vendrá- fueron las primeras palabras de la voz gruesa y algo desafinada del chico rubio, lo observé desentendida. Sus cejas se juntaron y seguía estando en su rostro la fina linea en sus labios. Torcí el gesto. 

-En realidad- la voz gruesa y en susurro de Genaro sonó cual melodía en mis oídos -, no estamos seguros si vendrá. Probablemente llegue tarde.- por alguna razón lo sentí distante y me quedé viéndolo.

Mattia inspeccionó con la mirada todos los detalles del local. Llevaba una camisa negra que hacían resaltar sus faciones delicadas. Parecía serio, no tanto como Genaro, pero al verlo no dudaba que se tomara las cosas seriamente. 

-Entonces- empecé diciendo con un hilo de voz, ni siquiera sabía a donde iría a llegar -esperaremos por ¿ella?-. No estaba segura de haber pronunciado una pregunta, los nervios estaban en mi voz.  

-No es necesario- dijo Genaro. 

-Tal vez- dijo Mattia al mismo tiempo.

-Claro que no- dijo Genaro mirándo a su primo.

-Bien, entonces- busqué a Aurelio detrás del mostrador, allí estaba atento a la jugada de los tres clientes. 

Entedió mi mirada y se acercó rápidamente con amabilidad. 

-Buenos tardes, ¿en qué puedo ayudarlo? 

-Buenos tardes, Aurelio. Voy a pedir lo mismo de siempre. 

-Será lo mismo para mí- dijo Genaro y volvió a sonreír en una media sonrisa. Nuestras miradas se cruzaron y sonreímos estúpidamente. Él, un hombre se semblante rudo con su barba asomando, apenas un poco más corta que lo habitual y suelta, su camisa negra de cuello blanco, sus ojos oscuros. Yo con mi nuevo corte de cabello, mis ojos azules, mis labios rojizos, mi estúpido accionar.

 Mattia interrumpió. 

-¿Qué es lo de siempre?- habló después de aclararse la garganta. Mi reciente amigo le dio las indicaciones, así que el nuevo cliente de Café Aurelio, pidió lo mismo. 

Volví a mirar al rubio sin una intención concreta. 

-Bien-dijo Genaro atrayéndo la atención. -Creo que estoy incomodando, aún quieren que yo sea partícipe de esta mesa. 

Emma  & GenaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora