Thinking Out Loud

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-¿Entonces?- volvió a hablar Leticia. 

Podría fingir estar enferma, podría decir que llegaba tarde al trabajo, tal vez, hacer que el teléfono suene y que sea una inesperada llamada de mi madre o mi padre desde quien sabe donde pidiendo quien sabe qué. Tal vez podría escapar. 

Apreté mis puños por debajo de la mesa para que mis manos dejaran de temblar. Mi respiración parecía agitarse con el correr del tiempo; el tiempo se detenía bajo el tenue sol de aquél momento.

Tomé un sorbo de café. 

-La idea es que nos conozcamos- dijo Mattia. 

-Leticia, solo venimos a acompañar la cita de Emma y Mattia- le dijo sin mirarla a los ojos. La chica alzó ambas cejas y frunció los labios, sopesó algo algunos segundos y al final no dijo nada. 

Yo continuaba sin esbozar palabra alguna. 

Me quedé en silencio muchos minutos. Muchos.

El encuentro se transformó en una charla sobre la empresa de vinos entre los tres futuros propietarios. 

Tomé mi último sorbo de café y aclaré mi garganta, las miradas se posaron trágicamente en mí y decidí salir de la mesa. 

-Voy al baño, permiso.- Ni siquiera fui simpática. Genaro se puso de pie para dejarme pasar al baño y mi paso fue excesivamente rápido. Cerré la puerta detrás de mí y saqué mi celular del bosillo trasero de mi pantalón. Mis manos sudaban asquerosamente y no podía dejar de caer en un montón de dudas sobre qué hacer, o qué sería lo siguiente.

¿En qué momento había decidido que esto sería una buena idea? ¿Por qué no haber seguido con los encuentros no casuales solo con mi amigo? ¿Por qué no terminar todo? 

Genaro y Leticia ni siquiera parecían una pareja real. Ni siquiera se miraban cómplices. ¿Dónde estaba el amor? 

Me imaginé a mí por un segundo en el lugar de ella, haciendo exactamente lo contrario a lo que Leticia hacía. Queriendo incondicionalmente a Genaro, y no por el dinero, o por la empresa, o por la antaña relación entre sus padres y los míos. Porque él lo merecía. Porque era Genaro, y no había más explicaciones. 

Elisa respondió al segundo timbre y no me había dado cuenta de lo hiperventilada que estaba hasta que tuve que inhalar oxígeno antes de responder su "hola". 

-Me equivoqué.

-¿A quien mataste? 

-A nadie aún, pero dame cinco minutos más y esto terminará en suicidio. 

-Fue una mala idea, ¿cierto?

-No-me pausé. -Fue pésima idea. 

-¿Qué harás?

-No lo sé- volví a pensar. 

-Vete. 

-¿Y qué haré con Mattia?- era la primera vez en largo rato que pensaba en él y como estaría pasando este momento. 

-Lo verás otro día, solos. ¿Qué importa Mattia? Ni siquiera te interesa tanto. 

-Es que...-no pude terminar de decir nada.

-Descuida, podrás verlo algún otro día y tendrán una noche casual.-rió. 

-No es lo que quiero. 

-¿Por qué no? ¿Nunca vamos a jugar a "Sex and the City"?- reí.

-Tal vez deberías estar sola para hablar de esto. 

-Tienes razón, pero si un día termino con "ya sabes quien", vamos a jugar a "ya sabes qué". 

-De acuerdo. -Volví a reír. 

Emma  & GenaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora