—Papá, tengo dieciocho años, ya sé defenderme sola. —Le recordé y lo miré frunciendo el ceño.
—Aún no eres tan grande, __________. Todavía eres una niña.
—No, no lo soy. Ya soy mayor. —Dije algo enfadada. Odiaba que me llamaran niña ¡Ya tenía dieciocho jodidos años y seguía llamándome así! Suspiró y dobló por la esquina, dirigiéndose hacia nuestra casa.
—No importa cuántos años tengas, siempre serás mi niña—me dio una rápida mirada y volvió a la carretera—siempre cuidaré de ti, aunque ya seas mayor.
—Lo sé, papá, pero debes dejar de ser tan protector conmigo. Déjame ir a fiestas sin inquietarte. Déjame salir con chicos sin intimidarlos y preocuparte por si me haría daño, déjame…vivir sin preocupaciones.
Tragué saliva y miré por la ventana, las casas iban quedando atrás mientras avanzábamos con el auto. Eran las nueve y once de la noche. Segundos después, paramos en un semáforo y mi papá giró su cabeza para mirarme.
—Lo siento, cariño. Perdóname por ser así, pero no quiero que nada te pase, eres lo único que tengo. Intentaré no ser tan protector, pero eso no significa que te librarás de mí—bromeó y reí un poco. Abrió sus brazos hacia mí y rápidamente me acerque a él, uniéndonos en un abrazo—Te amo, _________.
—Yo también, papá.
Sonreí contra su pecho. A pesar de lo pesado que era conmigo, era el mejor padre que cualquier chica podría haber tenido alguna vez. Desde que mi mamá había muerto, él se había ocupado de mí. Fue mi padre, y todos estos años, también había sido mi madre, chef, profesor, niñero, cuenta cuentos, y psicólogo para mí.
—Bájese del auto.
Me sobresalté y me separé de mi papá, poniéndome en mi posición normal. A través de la puerta, un hombre de cabello rubio en punta con un arma, estaba apuntando a mi padre. Me puse nerviosa, estaba tan asustada que mi corazón comenzó a latir tan fuerte que quizá ellos lo escuchaban. Mi papá lo miró firme, sin mostrar ninguna emoción. Siempre me decía que no debíamos mostrar debilidad frente a los demás, aunque mucho no servía conmigo porque era algo llorona.
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—No lo haré. —Le respondió. El chico sostuvo su arma fuertemente, y mordió su labio inferior para luego lamerlo y dejarlo salir. Parecía nervioso.
—Bájese del auto si no quiere tener problemas. —Advirtió apretando la mandíbula.
—Eres un niño, no te tengo miedo—escupió—un asqueroso niño que cree que puede intimidarme con un arma.
A decir verdad, no parecía pasar los veinticinco años. Era joven y tenía el rostro de un adolescente. Observé sus ojos, eran color miel y brillaban en la oscuridad. En ese instante, él notó mi presencia y me miró. Sus ojos se conectaron con los míos por unos segundos antes de que los desviara y pusiera su atención a mi papá de nuevo.
—Por favor.—Dijo en un susurro ahogado.
En ese instante, un chico moreno se acercó corriendo al rubio con una bolsa en su mano y en la otra una pistola. Abrió la puerta del auto, tomó de la camisa de mi padre y lo tiró afuera. Mis ojos se abrieron como plato y empecé a alterarme. Le apuntó con su arma a mi padre, que se encontraba en el suelo, y en cuestión de segundos, él ya había apretado el gatillo. El sonido me aturdió, mis ojos se nublaron, y seguidamente cayeron lágrimas de ellos. El chico moreno se metió al auto encontrándose conmigo, seguidamente, cerró la puerta, y escuché al otro entrar por atrás. El semáforo ya había dado en verde, y él había acelerado a toda velocidad. La sirena de la patrulla de la policía se escuchaba y supuse que nos estaban persiguiendo. Él me miró maldiciendo y se acercó a mí. Estaba demasiado asustada y en shock.
—No lo hagas. —Pidió el chico rubio desde atrás. Miré hacia atrás unos segundos, conectándome con su mirada. Parecía asustado. Su mirada estaba llena de nostalgia y arrepentimiento.
Pero éste no lo hizo caso omiso. Su mano llegó hasta la puerta, tiró de una palanca para abrirla y me empujó. Caí del auto, raspándome con el cemento y golpeando mi cabeza duramente contra el suelo. Dejé salir un grito desgarrador, mientras veía como el auto se alejaba, las sirenas se acercaban, y mis ojos se cerraban tiempo después. Pero sus ojos, nunca los olvidaría.No podía.
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Abrí mis ojos con dificultad, y llevé mi mano a mi cabeza al sentir un dolor allí. Me dolía como el infierno. Visualicé el lugar, y sí, estaba en un hospital. No recordaba por qué estaba aquí, ni cómo llegué. Y gracias a Dios una enfermera entró a la habitación y se acercó a mí.
—Buenos días, señorita Wells ¿Cómo se siente? —me preguntó amablemente.
—Buenos días, uhm, me duele mucho la cabeza.
—Es normal después del accidente que tuvo.
— ¿Qué accidente? ¿Qué es lo que me sucedió? —Fruncí el ceño.¿Cómo no recordaba nada?
— ¿No lo recuerdas? —negué con la cabeza—Anoche unos ladrones robaron su auto y la arrojaron mientras estaba en movimiento, lo que causó que te lastimaras la cabeza. Tienes una abertura algo grande allí, y haz perdido mucha sangre.—Me informó y asentí—Una chica llamada Debbie Jones está afuera preguntando por ti ¿Quieres que la deje entrar?
Volví a asentir y ella salió de la habitación. Segundos después, mi mejor amiga entró estirando sus brazos hacia mí, uniéndonos en un abrazo.
—¿Cómo te sientes, _________?—Pude sentir la preocupación en su voz. Me separé de ella y la miré.
—Adolorida. No recuerdo nada de lo qué pasó anoche, y me tiraron del auto en movimiento ¿Puedes creerlo?—ella hizo una mueca y miró hacia abajo—¿Ya lo sabías?
—Uhm, sí, ya sabía eso.
Enarqué una ceja.
—¿Qué más sabes? —Le pregunté curiosa. Ella dejó salir un suspiro y empezó a jugar con sus manos—Debbie…
—La policía me contó ya que era la única conocida tuya, y…
—¿Y papá?
Mordió su labio inferior y me miró.
—Cuando intentaron robar tu auto, uno de ellos lo quitó y le disparó.
Mis ojos se abrieron como platos y me senté en la cama. Me empecé a alterar y mi corazón comenzó a latir fuerte.
—¿Cómo está él? ¿Dónde está?
—__________, él…murió. Lo mataron.
Sentí como si mi corazón se detuvo. Cerré mis ojos fuertemente y varias lágrimas se escaparon.
—No, no, no. —Comencé a decir repetidas veces mientras sollozaba.
—Lo siento mucho. —Ella se acercó envolviendo sus brazos alrededor mío. Me aferré a ella fuertemente mientras lloraba. ¿Qué clase de horrendas personas eran? Él era todo lo que tenía ¿Qué haría yo sin mi papá ahora? El solo hecho de pensarlo me hizo llorar aún más. Me sentía totalmente destruida. ¿Por qué todo lo malo le pasa a las personas buenas?
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¡Y ese es el primer capituloooo! Quizá no esté muy interesante, pero más adelante se va a poner mejor, y también sabrán quienes eran los ladrones juju. Espero que les guste, comenten que les pareció un beso a todas.