Me abrió la puerta, entré y la cerré.
—Muchas gracias, creo que me habría enfermado si no fuera por ti.—Le sonreí, y él apretó el acelerador, empezando a conducir.
—¿A dónde te llevo? —se volteó unos segundos para mirarme y luego volvió a la carretera. Le di la dirección y él asintió. Luego de eso, no dijimos ninguna otra palabra. Lo miré de reojo, tenía su cabello rubio en punta y los costados rapado. Su nariz era recta y sus labios carnosos. Pude ver varios de sus tatuajes en sus brazos musculosos ya que llevaba una camisa sin mangas.
—¿Cómo te llamas? —Le pregunté, curiosa.
—Justin—respondió segundos después, completamente serio y mirando al frente—¿Y tú?
—___________.
—Lindo nombre.—Murmuró mientras seguía mirando al frente.
—Gracias.
El silencio era incómodo, lo único que hacia yo era mirar hacia la ventana. Con mi mano, limpié un poco el vidrio y así poder ver, ya que estaba empañado.Vaya, este chico si era algo raro. Era serio, cortante y al parecer no era de los que hablaban mucho.
Me pregunté que hubiera hecho si él no se hubiera ofrecido para llevarme, probablemente me habría enfermado. Me vuelvo para mirarlo una vez más y observo detalladamente sus tatuajes; tenía un búho, un tigre un poco más arriba, y varios que no pude identificar.
—¿Te gustan?—Preguntó Justin al descubrirme mirándole su brazo.
—Oh sí, creo que son geniales—sonrío—¿Qué quiere decir el búho?
—Significa sabiduría.—asentí y nos quedamos en silencio nuevamente, hasta que él habló—¿Qué hacías tan lejos de tu casa a pie sabiendo que iba a llover? Digo, todo el día ha estado nublado.
—No lo sé, yo sólo caminé y sin darme cuenta había llegado muy lejos—me encogí de hombros—Pero me sirvió de algo, necesitaba un tiempo sola para asimilar algunas cosas.
—¿Cosas?
—Sí—asentí—creo que me mudaré, y será algo duro vivir sola. No tengo a nadie más.
—¿Y tus...padres?—preguntó inseguro y tragué saliva.
—Mi mamá murió hace años, nunca la conocí, y mi papá—sentí como se me hacía un nudo en la garganta y mis ojos se nublaban—lo mataron hace unos días.
No me importaba contarle esto a un extraño. Quería -necesitaba- decirlo.
—Lo siento, perdóname, yo..
—No tienes por qué disculparte, tú no tienes la culpa.—sonreí de lado, secándome con mi mano una lágrima que se me había escapado.
—Tu cabeza...
—Si—le interrumpí al ver que notó mi venda—unos ladrones entraron a mi auto. Uno de ellos mató a mi padre, y luego me arrojó del coche en movimiento...
—¿Pero te encuentras bien?—Preguntó y me miro ¿preocupado?
—Sí, estuve en el hospital. Me hicieron unos puntos, me duele un poco pero ya pasará. Sólo debo ser cuidadosa.
Asiente y se queda callado. Minutos después, veo que paró el auto frente a mi casa y me incorporo.
—Gracias por traerme, fuiste muy amable.
—No hay problema.
Me acerco a él, sintiendo su exquisito perfume entrar en mis fosas nasales, y beso su suave mejilla.