XXII

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-¿Crees que voy muy elegante?- dudaba mientras me acababa de ajustar la corbata mirándome en el espejo.

- No. Estas muy guapo- comentó mientras me besaba ligeramente la mejilla- Normalmente los que van a estos espectáculos son gente adinerada o con hobbies relacionados con el Kabuki. No te preocupes.

Yo ya no escuchaba lo que Alice decía pues me había quedado embobado en su suave vestido que ondeaba grácilmente al caminar. Era negro con flecos, y acompañaba una chaqueta torera a juego. Se había recogido el pelo en un pequeño moño que dejaba caer unos mechones por la parte posterior del cuello. Piel que lucia pálida y suave. Mi mano se acercó inconscientemente.

-Si fuera por mí iría en chándal- suspiraba mientras se repasaba la línea de los ojos.

Volví en mí. No sabía que me había pasado. ¿Estaba pensando en atacarla? Cuando se giró hacia mí y vi sus labios suavemente pintados de rosado, supe que sí era eso lo que se pasó por mi mente.

-¿Qué tal estoy? No has dicho ni mu desde hace unos minutos.- se acercó a mí.

- Estás preciosa no, lo siguiente.-dije mientras me tapaba la boca y notaba como me ruborizaba.

- Eres todo un amor.- sonrió mientras me arreglaba la corbata. – No hay que olvidarse de coger las entradas.

Entonces sonó el timbre. ¿Quién podría ser a aquellas horas? Alice me hizo un gesto de que esperara y ella fue a la puerta. Desde el salón pude oír su voz y la de otra persona.

- Traigo el paquete que encargó.- era la voz de Marceline.

- Muchas gracias, llegó justo a tiempo.

- Vuelvo a mi puesto- y se escuchó la puerta cerrarse.

Vi llegar a Alice cargada con un gran ramo de flores. Supuse que eran para dárselas a su hermano por las entradas.

- ¿Te gustan?

- Son muy bonitas. ¿Hum? Y huelen muy bien- me sorprendió poder olerlo desde esa distancia.

- Pues creo que con esto ya podemos ir saliendo. O no llegaremos.- miró su pequeño reloj de muñeca.

- He puesto las entradas en el bolso- indiqué.

- Muy bien pues vámonos.- respondió pasándome el ramo.

Alice recogió el bolso, lo revisó y agarró las llaves del coche. Yo estaba más emocionado por saber en qué coche iremos que en ver el espectáculo. Llegamos al parking. Ella pulsó el botón de las llaves abriendo y encendiendo las luces de un Corvette de un azul metalizado. No sabía de coches pero me sonaba de haberlo visto en una película. Y sobre todo me sonaba por ser carísimo.

- Todos mis coches a excepción del Citroën Saxo, son regalos de mi hermano.- respondió mientras yo seguía embobado mirando mi reflejo en la carrocería del lujoso coche.

- Ha... Eh....- tartamudeé mientras ella me quitaba el ramo y lo guardaba en el coche.

Con un ligero toque en mi hombro Alice me guio hasta la puerta del copiloto y me subí. El motor rugía al acelerar. Salimos de allí. La carretera se veía diferente dentro de aquel coche. Era demasiado lujoso para que alguien como yo estuviera sentado. Pero entonces me vi reflejado en el vidrio del coche, con mi traje, bien vestido y arreglado. Alice a mi lado de la misma forma. A lo mejor, solo por esta vez, podría disfrutar un poco de esa comodidad.

Al llegar al teatro, aparcamos y entramos en el hall. Allí presentamos las entradas y un hombre que vestía similar a un botones, nos guio hasta nuestros asientos. Se notaba que quien nos invitó era el actor principal, porque las butacas asignadas a esas entradas estaban en uno de los altos palcos laterales cerca del escenario.

Opiniones Disidentes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora