«Perfección»
Jimin había vivido la mitad de su vida presionado por aquellas simples letras; encarcelándolo en una fantasía en la mirada de los demás.
Y al final, quizás nunca fuera a darse cuenta, pero ante sus ojos; él era aquello que llamaba «perf...
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Yoongi trató de no pensar demasiado en su horrible intento de halago a Park Jimin, intento de querer avergonzarlo, como sea que haya sido.
No podían culparlo, era la primera vez que hacia tal cosa, puesto que usualmente era a él a quien solían hacerle ese tipo de cosas.
Jimin rió cuando notó el rubor intenso del mayor. El chico de la caja registradora dejó de masticar con fastidio su chicle al ver frente suyo a nada menos que a Park Jimin, el modelo. Dio un respingo y se peinó rápidamente cuando Jimin finalmente dejó de hablar con...¡¿Agust D?! ¡¿El famoso rapero?! ¡Ambos en su tienda a las 2 de la mañana! Minjae nunca se había sentido tan afortunado como aquella madrugada. El chico no pudo despegar la vista (de la cual casi salían brillitos de ser posible) de Yoongi, quien rascó su barbilla claramente incómodo.
Era por estas cosas que no salía.
Jimin dejó reposar las diferentes golosinas que al final terminaría comprando en la caja registradora, su mánager nunca lo iba a saber. Con una expresión preocupada, el castaño tanteó sus diferentes bolsillos buscando sin éxito su billetera, el peligris pareció darse cuenta y avanzó dispuesto a pagar en su lugar, haciendo que el cajero diera un respingo.
—Lo siento Hyung—susurró Jimin.
Yoongi negó y sonrió en dirección al castaño.
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Jimin iba inmerso observando con interés el empaque donde aparecía el, con aquel horrendo suéter rosa.
—Estas muerto Shin—Siseó.
Yoongi comió algunas de las gomitas que hasta ese día no había podido probar puesto que cada que tomaba una, Hoseok terminaba robándoselas, y ya entendía el porqué: tenían alcohol. Se preguntó que podría estar haciendo ese adicto al alcohol en ese mismo momento, quizás viendo con recelo la felicidad de su ex novio. Observó pensativo el lugar en el que caminaban con lentitud, algo solitario para ser un sábado a las 2 de la mañana. El camino era el mismo que conducía a la fiesta de Namjoon, el no quería volver para nada.
Una corriente helada llegó desordenando el cabello del castaño, quien seguido estornudó y volteó a ver sorprendido al peligris.
El mayor rascó su nuca pensativo.
—¿Sabes jugar Halo?
Jimin negó con diversión.
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