«Perfección»
Jimin había vivido la mitad de su vida presionado por aquellas simples letras; encarcelándolo en una fantasía en la mirada de los demás.
Y al final, quizás nunca fuera a darse cuenta, pero ante sus ojos; él era aquello que llamaba «perf...
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Shin jaló de sus cabellos con frustración.
¿Dónde.Estaba.Jimin?
El tic nervioso en su pierna hizo que la beta a su lado tomara la extremidad en cuestión y lo detuviera, junto a una mirada de reproche. Shin entrecerró sus ojos y se levantó, toda una furia. Soo Yu suspiró con cansancio.
—Jimin debe estar bien, deja de preocuparte.
Shin se cruzó de brazos.
—Son las 11:40 de la mañana y ese mocoso no aparece.
Soo Yu reprimió una sonrisa. Cuando Jimin había dicho algo sobre una fiesta a la que fue invitado, no creyó que realmente fuera a asistir. Luego de mucho insistir, Hoseok accedió a vigilarlo a lo lejos. Lo que Shin no tuvo en cuenta fue la alta popularidad de Hoseokie, y lo distraído que podía llegar a ser.
El pelinegro tomó con prisa las llaves de su auto y su cartera. Solo esperaba que no hubiera llegado a cometer una locura que le llevara al final de su carrera, o algo peor.
Soo Yu bostezó. Cuando su novio había decidido despertarla a llamadas, exasperado porque su querido bebé (Como solía llamar a Jimin en ocasiones) estaba perdido, apenas había conciliado minutos de sueño. Debía admitir que fue una de las mejores fiestas a las que había asistido, aunque ni si quiera fue invitada, sólo se coló. Pero la verdad si le resultaba un poco inquietante... Jimin era un chico bueno y obediente; el ruido en mayor cantidad le aturdía y era algo...asocial.
Soo Yu volvió a bostezar cuando Shin salió de prisa de su apartamento, dando un portazo.
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El incesante sonido de un celular vibrando hizo que se removiera, gruñendo en el proceso. ¿Qué hora era? ¿Qué día era? y ¿Por qué diablos estaba durmiendo en el suelo de su habitación?
No volvería a beber jamás.
Con lentitud fue despertando del todo, un dolor de cabeza se instaló pero no le tomó mucha importancia, sobreviviría. Pero la mano que sobresalía de su cómoda, blanda y enorme cama hizo que todo el sueño desapareciera. Oh no ¿Se había acostado con algún extraño?
—Mierda—Hoseok se levantó de golpe y observó la conocida pijama de Seokjin, aquella de franjas y alpacas que parecían más una oveja. Pudo sentir su alma regresar al cuerpo. Con felicidad zarandeó al mayor para que despertara.
—Oye, ya. Ya déjame Hoseok ¿Acaso te afectó lo de anoche?
Hoseok paró de molestarlo y cualquier rastro de diversión se esfumó. Tragó con fuerza antes de mirarlo con seriedad a los ojos, su rostro se tornó carmín.
—No nos acostamos ¿verdad?
Seokjin bufó de indignación.
—Claro que no, no estuvieras tan bien. Me refería al espectáculo que armaste anoche.
Hoseok iba a seguir preguntando cuando Namjoon apareció por la puerta como si la noche anterior nunca hubiera pasado.
—Tontos, el brunch está listo—Seokjin bostezó y Hoseok volteó a verlo con sorpresa— ¿Por qué tienes esa cara? Ah, no me digas... ¿Recordaste lo de anoche?
— ¡¿Qué diablos hice anoche?!
Namjoon y Seokjin rieron con fuerza. Hoseok se levantó y estuvo a punto de tropezar pero pudo mantener el equilibrio con su mesita de noche, estaba seguro que la única persona que podría darle una respuesta era el mayor de grisáceos cabellos.
Sin embargo, al abrir con brusquedad la habitación de Yoongi, no lo encontró.
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